¡®Sal¡¯s famous pizzeria¡¯
Actores como Danny Aiello saben representar personajes complejos y contradictorios. Les das un malvado y te devuelven un ser humano
Las necrol¨®gicas a la muerte de Danny Aiello fueron llegando tarde y mal, porque como actor era un submarino. No lo ves, tapado por un bosque de protagonistas guapos, j¨®venes y algo vacuos, pero resurge con una potencia incre¨ªble cuando pones atenci¨®n. Pertenec¨ªa a una escuela in¨¦dita de actores y en su caso se le notaba que debut¨® en escena con 37 a?os y su primer papel en cine le lleg¨® con m¨¢s de 40. Despu¨¦s de una vida de trabajos y penalidades que arranc¨® como limpiabotas y termin¨® en el sindicato de camioneros, tom¨® la decisi¨®n aterradora para un padre de familia con hijos de intentar una carrera en el espect¨¢culo. Su m¨¢xima experiencia consist¨ªa en cantar a voz en grito las ciudades donde tendr¨ªa parada el autob¨²s para el que trabajaba de maletero. Sosten¨ªa que ah¨ª se prepar¨® la voz, esa voz. El resto lo logr¨® con su personalidad potente, divertida y de inteligencia intuitiva. Woody Allen lo hizo visible con un papel de marido abusador en La rosa p¨²rpura de El Cairo, pero su consagraci¨®n le lleg¨® a los 56 a?os con Haz lo que debas, en la que dio con un personaje may¨²sculo frente a las caricaturas de Spike Lee. Su interpretaci¨®n de Sal, el due?o de una pizzer¨ªa italiana en el barrio negro neoyorquino de Bedford Stuyvesant, sirve a¨²n para entender algunas claves del conflicto que vivimos y enriquecer las lecturas banales sobre el ascenso del esp¨ªritu reaccionario y el populismo.
Actores as¨ª saben representar personajes complejos y contradictorios. Les das un malvado y te devuelven un ser humano. Hay muy pocos capaces de expresar f¨ªsicamente la ley de oro de la construcci¨®n narrativa: todo el mundo tiene sus razones. Yo lo conoc¨ª en calzoncillos. Entr¨¦ a saludarlo en su roulotte durante el rodaje de Two Much en Miami, y a partir de ah¨ª no dej¨¦ de re¨ªrme a su lado ni un instante. La fortuna hizo que cinco a?os despu¨¦s, en 2000, volviera a coincidir con ¨¦l en Par¨ªs y Madrid durante su segunda producci¨®n espa?ola dirigida por G¨®mez Pereira. En aquellas conversaciones mostraba una visi¨®n sobre el mundo de Hollywood muy precisa. Para ¨¦l, muchas estrellas eran solo juguetitos de la industria, a los que usan y tiran, ni?os asustados que se protegen tras barreras infranqueables porque tienen miedo. No est¨¢n seguros de tener talento pues han visto que sus carreras son meras fabricaciones medi¨¢ticas, mentiras elaboradas que ellos asumen y defienden a veces a costa de hacer miserables a todos a su alrededor.
?l, en cambio, se ve¨ªa a s¨ª mismo libre de fragilidades de ese tipo. Sab¨ªa que lo que ten¨ªa lo hab¨ªa conseguido a golpe de ri?¨®n. Era confianzudo y expansivo, cercano y dotado para cargar el ambiente de risas y an¨¦cdotas. Una noche, mientras cen¨¢bamos en un restaurante en Miami con mi hermano Fernando, nos se?al¨® a un tipo frente a una mujer que beb¨ªa y hablaba en una mesa del fondo. ¡°Mira¡±, dijo, ¡°la muerte le ronda y ¨¦l no se da cuenta¡±. Veinte minutos despu¨¦s, el rostro del tipo se congestion¨® y se desplom¨® sobre el plato de pasta mientras sufr¨ªa un infarto del que le salvaron los equipos m¨¦dicos de urgencia. Danny Aiello ten¨ªa ese conocimiento de calle, esa lectura del alma desde el extremo opuesto a la impostura, a la mentira, a la cosm¨¦tica. Deber¨ªa estudiarse en las escuelas de interpretaci¨®n. Y por si eso fuera poco, tambi¨¦n ve¨ªa a la muerte llegar.
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