Invertir la deuda en Chile
Si hasta ahora la gente ha debido pagar el abandono de un Estado irresponsable con sus tarjetas de cr¨¦dito, es de toda justicia que sea el Estado el que ahora se endeude por las personas
En Chile, hemos vivido en una permanente confusi¨®n moral. Sab¨ªamos desde hace d¨¦cadas que somos el pa¨ªs m¨¢s desigual del continente m¨¢s desigual del mundo. Y, sin embargo, segu¨ªamos empe?ados en llamar m¨¦rito a los privilegios heredados de esa desigualdad, redes al uso de esos privilegios, y resentidos, a quienes se atrev¨ªan a reclamar.
Una confusi¨®n moral celebrada por el mundo, pero que consist¨ªa en un Estado irresponsable, que no cumpl¨ªa ninguno de sus deberes, y una poblaci¨®n que deb¨ªa hacerse cargo de estos, endeud¨¢ndose individualmente hasta varias veces su sueldo, para mantener ese estado jibarizado, y al pa¨ªs en n¨²meros azules en lo macroecon¨®mico. Y en esa confusi¨®n, le llam¨¢bamos "Estadista" al ministro de Hacienda que con u?as y dientes cuidaba el super¨¢vit estructural, llam¨¢bamos irresponsables a las personas que se jubilaban con pensiones de miseria ¡ªporque no hab¨ªan ahorrado lo suficiente¡ª, llam¨¢bamos fracasados a los que no hab¨ªan podido estudiar ¡ªporque estudiar es m¨¢s caro que comprar un departamento en Chile¡ª, y le dec¨ªamos "que pena" a los familiares de los enfermos que se mor¨ªan en las listas esperando por atenci¨®n m¨¦dica.
Por eso, la salida de esta confusi¨®n moral tiene que ver con elementos simb¨®licos que deben ser ejecutados de manera pr¨¢ctica. Un acuerdo de dos partes es lo que se necesita. La primera parte debe cesar la represi¨®n y ser un acto de justicia y reparaci¨®n. En Chile, el gobierno de Pi?era est¨¢ violando los derechos humanos de los mismos que han sostenido al pa¨ªs con sus tarjetas de cr¨¦dito y que ahora por fin se han atrevido a salir a reclamar. No saldremos de esta confusi¨®n si no somos capaces de empezar, ahora s¨ª, haciendo justicia por la sangre derramada. El cemento de nuestra sociedad no puede ser, de nuevo, el terror.
La segunda parte de este acuerdo tiene que ver con alcanzar, por primera vez en la Historia de Chile, un contrato social que represente e integre a todos y todas. Ese contrato es una nueva constituci¨®n. Pero debe ser una nueva constituci¨®n que necesariamente sea representativa de la sociedad en su composici¨®n y voluntad. El s¨ªmbolo fundamental que debemos relevar en esta parte es el de la dignidad. Chile tiene que entender que de aqu¨ª en m¨¢s la nuestra ser¨¢ una sociedad donde el m¨¦rito estar¨¢ separado de los privilegios. El Chile digno, que las movilizaciones esperan, no es nada m¨¢s distinto de un pa¨ªs normal. Donde la gente que trabaja no es pobre, donde las empresas pagan impuestos, y donde los padres buscan colegio para sus hijos, en funci¨®n de la calidad de la educaci¨®n y no de las "redes" que pueden obtener en esas escuelas.
Pero,?si bien una asamblea constituyente, echa de frente a la ciudadan¨ªa y cuidando su voluntad y representaci¨®n pol¨ªtica, deber¨¢ establecer las reglas justas y compartidas sobre deberes y derechos, tambi¨¦n es cierto que este estallido obedece a una urgencia social. Luego, en paralelo al trabajo de la Asamblea Constituyente, y para enfrentar esa urgencia, es que debemos dar una se?al de ordenamiento de la confusi¨®n moral en la que hemos vivido por tanto tiempo, y para eso propongo invertir, por un tiempo y responsablemente, el sentido de la deuda.
Porque si?hasta ahora, frente al Estado irresponsable, la gente ha debido pagar con sus tarjetas de cr¨¦dito este abandono, es de toda justicia que sea el Estado el que ahora se endeude por las personas. Chile puede hacerlo gracias a que tiene una deuda fiscal baja, de las m¨¢s bajas del mundo, de menos del 30% del PIB ¡ªhay pa¨ªses con econom¨ªas sanas que deben el 100%, 170%¡ª. Pero debe hacerlo no solamente porque se puede.?Debe hacerlo porque?simb¨®licamente el Estado debe de dar se?ales a su ciudadan¨ªa de su transformaci¨®n, y de que ser¨¢, de aqu¨ª en m¨¢s, el responsable de nivelar la cancha desde el bienestar de la poblaci¨®n, y no, de nuevo, desde la deuda privada y la mal llamada austeridad que no es m¨¢s que pedir sacrificios a unos para dar privilegios a otros. Este paso es para paliar la urgencia. De mediano plazo, Chile necesariamente debe hacer una reforma a su sistema tributario, aunque esa es harina para otra columna.
La agenda social de Pi?era es miserable. Contempla 1.200 millones de d¨®lares, y de esos solo 600 son recursos que no corresponden a reasignaciones de presupuesto. Yo propongo que, al menos, se multiplique por 10 ese paquete fiscal propuesto aunque, para eso, debamos romper la regla fiscal del 3%?y tomar deuda p¨²blica de manera responsable. Porque hay deuda responsable. Lo irresponsable es dejar que nuestros viejos se mueran trabajando. Es urgente duplicar la subvenci¨®n escolar, subir el sueldo m¨ªnimo y?las pensiones, aumentar las ¨¢reas verdes, mejorar el transporte y bajar su precio?y crear un nuevo subsidio a la vivienda. Chile despert¨®, pero su transformaci¨®n en un mejor pa¨ªs para todos a¨²n est¨¢ por venir. El camino est¨¢ trazado,?debemos andarlo.
Marco Enr¨ªquez-Ominami es pol¨ªtico chileno, fundador del partido Pa¨ªs Progresista.
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