Democracia en peligro
Ser¨ªa un duro rev¨¦s que la idea de naci¨®n c¨ªvica decayera en India, pa¨ªs que concentra una quinta parte de la humanidad
India no pod¨ªa faltar. El pa¨ªs de las revueltas y tumultos sectarios no pod¨ªa estar ausente en la era de la ira popular en la que hemos entrado. All¨ª el motor de los disturbios es directamente la fuerza del nacionalismo, mezclado con el populismo con el que se hermana. Est¨¢ en el Gobierno desde 2014 y cuenta con mayor¨ªa absoluta y las manos libres para poner en pr¨¢ctica su programa m¨¢ximo, oculto en la primera legislatura de Narendra Modi.
Los nacionalismos se erigen sobre la excepcionalidad y la diferencia. Esta es la raz¨®n que les hace a la vez iguales e incompatibles entre s¨ª. Se construyen buscando un enemigo, pero el enemigo que buscan es otro nacionalismo. Al final todos se imitan y asemejan. Y lo m¨¢s llamativo, se presentan como veteranos combatientes por naciones eternas o nacidas en tiempos remotos pero sus argumentos, ideas y gestos son de nuestra ¨¦poca, adaptados a la construcci¨®n digital de comunidades imaginadas.
Tal es el caso de la hindutva, el hinduismo pol¨ªtico que rige como ideolog¨ªa supremacista de la formaci¨®n gobernante, el Baratiya Janata Party (o partido del pueblo hind¨²). Dicho partido ha conseguido una lamentable proeza, como es utilizar una religi¨®n que no admite fundamentalismos para asimilarse a los fundamentalismos religiosos con los que compite.
El hinduismo, a diferencia de las tres religiones del libro (cristianismo, islam y juda¨ªsmo) no venera textos sagrados ni tiene oraciones obligatorias, no cuenta con profetas ni espera a ning¨²n mes¨ªas, tampoco tiene jerarqu¨ªa sacerdotal o dogmas, ni siquiera reivindica la verdad de sus creencias frente a las otras religiones. Pero en manos del nacionalismo hind¨², como el islamismo pol¨ªtico o el sionismo, es un instrumento de uniformizaci¨®n y combate contra las minor¨ªas religiosas, especialmente los musulmanes.
La hindutva no se lleva bien con el laicismo ni con la naci¨®n de ciudadanos proclamados por la Constituci¨®n india. De momento, Modi ha empezado con modos autoritarios su reforma constitucional por detr¨¢s, con la abolici¨®n de la autonom¨ªa de Cachemira ¡ªel ¨²nico Estado de mayor¨ªa musulmana¡ª, la ley del censo del Estado de Assam que excluye a dos millones de musulmanes y la enmienda a la legislaci¨®n de ciudadan¨ªa que excluye de la nacionalidad a los inmigrantes musulmanes.
Las elecciones que dieron esta mayor¨ªa absoluta al BJP entre abril y mayo pasado han sido las mayores de la historia. Jam¨¢s hab¨ªa votado tanta gente en unos comicios democr¨¢ticos en ning¨²n otro pa¨ªs para elegir a su Gobierno. A pesar de su peripecia atormentada y de sus proverbiales enfrentamientos comunitarios, India ha sido desde su independencia uno de los mayores argumentos en favor de la democracia parlamentaria y de las constituciones liberales. Ser¨ªa un duro rev¨¦s que la idea de naci¨®n c¨ªvica decayera en este pa¨ªs que concentra una quinta parte de la humanidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.