Levedad
El a?o en el que las protestas violentas han copado todas las portadas se cierra con las bailarinas de la ?pera Garnier, con el m¨¢gico conjuro de la danza
Bajo el cielo gris parisiense, poco antes de la Nochebuena, las bailarinas de la ?pera Garnier salen al fr¨ªo de la calle para interpretar El lago de los cisnes. Parecen volar sobre los adoquines, leves y ligeras, pero en el pa¨ªs de los chalecos amarillos su gesto, firme y hermoso, adquiere mayor significancia. Porque es en Francia donde se globaliz¨® una manera de reivindicarse, de hacerse presente, que se alimenta del odio, la exasperaci¨®n y la violencia. Frente a ese relato de la reivindicaci¨®n exasperada, construida para viralizarse e impactar a todo el globo, las bailarinas han decidido prescindir del fetiche imitativo, de los chalecos fluorescentes de la Francia perif¨¦rica o el paraguas hongkon¨¦s. Son solo ellas, bailando en su ciudad, en su lugar de trabajo, sencillamente y de manera local, con una causa concreta, tangible y relevante.
Levantarse contra el poder no solo es leg¨ªtimo en democracia: es necesario, pues la democracia es un sistema que precisa de reformas y cuidados continuos, una realidad viva que genera nuevas situaciones que deben atenderse y, a veces, corregirse. Parece importante recordarlo cuando volvemos a identificar, con inevitabilidad aparente, protesta y violencia, cuando el mundo parece estallar de nuevo con t¨¢cticas brutales de movilizaci¨®n y represi¨®n que dese¨¢bamos extinguidas. Hong Kong, la India, Chile, son ejemplos de la disparidad de lugares y causas, pero tambi¨¦n de una articulaci¨®n demasiado tenue, casi inasible, sin muchas pancartas o reivindicaciones sistematizadas, sin objetivos claros o una cultura compartida. Su inorganicidad contrasta con el mensaje claro de las bailarinas: ¡°?pera de Par¨ªs, en huelga¡±, ¡°La cultura est¨¢ en peligro¡±. Sus peticiones son n¨ªtidas: quieren jubilarse a los 42 a?os, como establece el r¨¦gimen de la ?pera desde 1698. Sus razones son buenas: su bello oficio tiene sus peculiaridades, una forma diferente y valiosa de aportar a la sociedad, pero impacta duramente en el cuerpo con el que siguen creando figuras en el aire.
La levedad de sus cuerpos articula una protesta que refuta la dureza masculina de las piedras o los c¨®cteles molotov. Y es una protesta doble: contra la reforma de las pensiones, pero tambi¨¦n contra la obcecaci¨®n de la protesta violenta. Mientras hacen flotar la m¨²sica de Chaikovski, nos dicen que no es necesario llevar las cosas al l¨ªmite para propiciar cambios, ni hacer enmiendas dram¨¢ticas a la totalidad. El a?o en el que las protestas violentas han copado todas las portadas se cierra con ellas, con el m¨¢gico conjuro de la danza y el ballet de unas bailarinas corajudas que transforman el peso en levedad para colmar de levedad la calle. ?No les parece maravilloso? Respiren con ellas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.