?A qu¨¦ esperamos?

Las incertidumbres acerca de la posible fecha para el debate de investidura de Pedro S¨¢nchez parecen haberse resuelto a favor de un nuevo retraso. De celebrarse a principios del pr¨®ximo a?o, el actual Gobierno comenzar¨¢ su noveno mes en funciones. La voluntad de discreci¨®n en la conducci¨®n de las negociaciones que pongan fin a esta par¨¢lisis inducida por la actitud de los partidos se est¨¢ adentrando, sin embargo, en el terreno de la opacidad. Una cosa es no adelantar el contenido de acuerdos a punto de concluirse y otra diferente mantener a los ciudadanos en una deliberada ignorancia acerca de las materias sobre las que se negocia. Sobre todo, si, como ha trascendido, Esquerra Republicana de Catalu?a se propone abordar los eventuales acuerdos de investidura como v¨ªa para hacer avanzar la salida que defiende a la crisis provocada por el independentismo en Catalu?a.

No s¨®lo sus exigencias de fondo no parecen haber sufrido variaci¨®n en el curso de las conversaciones mantenidas con el Partido Socialista, sino que tampoco lo ha hecho su ret¨®rica. A este respecto, las reacciones de ERC al discurso navide?o del jefe del Estado son m¨¢s propias de un partido que sigue instalado en la l¨®gica de la confrontaci¨®n que en la de buscar la salida a un laberinto que es, sobre todo, el suyo. Y lo es porque ninguno de sus portavoces ha explicado hasta el momento c¨®mo se puede defender la que ser¨ªa hoy su estrategia oficial, consistente en ampliar la base del independentismo hasta lograr una mayor¨ªa que no tienen, sin reconocer simult¨¢neamente que la declaraci¨®n unilateral de independencia fue, por tanto, una intolerable imposici¨®n autoritaria. El papel pol¨ªtico de ERC en ella fue decisivo, al exig¨ªrsela al entonces presidente de la Generalitat con el mismo lenguaje que emplea en estos momentos.

El motivo por el que la investidura podr¨ªa retrasarse hasta los primeros d¨ªas de enero es que, pese a los puntos que estar¨ªan ya cerrados, ERC vincula su abstenci¨®n al pronunciamiento de la Abogac¨ªa del Estado sobre la situaci¨®n penal de su l¨ªder, Oriol Junqueras, tras el fallo del Tribunal de Luxemburgo. La escasa relevancia procesal del pronunciamiento de la Abogac¨ªa sobre la decisi¨®n que adopte el Tribunal Supremo revela que el objetivo de esta condici¨®n s¨®lo pueda ser otro: comerciar pol¨ªticamente con la prisi¨®n de Junqueras. ERC no parece consciente de la repulsa que provoca la aplicaci¨®n de esta ¨¦tica de oportunidad a sus propios l¨ªderes y militantes, pero menos a¨²n de los efectos que proyecta hacia el exterior. Para que la pol¨ªtica tenga el espacio que no cesa de reclamar llen¨¢ndose la boca de una democracia que no practica, negociar con firmeza no puede confundirse, ni en el fondo ni en la forma, con buscar la claudicaci¨®n del interlocutor.

El Partido Socialista ha preferido callar ante las salidas de tono de ERC, redobladas durante los ¨²ltimos d¨ªas. Pero m¨¢s all¨¢ de la dudosa eficacia que pueda tener este silencio como estrategia pol¨ªtica para lograr un acuerdo, lo cierto es que la cautelosa reserva del Partido Socialista ante la provocadora locuacidad de ERC est¨¢ haciendo ininteligible este punto muerto. En realidad, ?a qu¨¦ estamos esperando?