La paradoja del Muro de Berl¨ªn: ?por qu¨¦ Estados Unidos copi¨® la arquitectura comunista?
Este a?o que despedimos se cumplieron 30 a?os de la ca¨ªda del Muro que no logr¨® parar la modernidad arquitect¨®nica a uno y otro lado, pero tampoco detuvo el influjo de la arquitectura prefabricada
La noche del 12 al 13 de agosto de 1961 se abri¨® una herida en el costado del siglo XX. El Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica la llam¨® "Muro de Protecci¨®n Antifascista", mientras que los mass media occidentales se refer¨ªan a ella como "Muro de la verg¨¹enza". El resto del planeta la conoci¨® como Muro de Berl¨ªn y fue un s¨ªmbolo de la divisi¨®n del mundo. Pero tambi¨¦n parti¨® en dos la realidad f¨ªsica de la capital alemana.
El muro cay¨® hace 30 a?os este 2019 que ahora despedimos, pero su cicatriz permanece visible cuando paseamos por las calles y las plazas de Berl¨ªn sabiendo cu¨¢les pertenecieron al este y cu¨¢les al oeste. Tan solo hay que mirar sus arquitecturas para que esa cicatriz pique en el cerebro como la comez¨®n fantasma de un miembro que ya no est¨¢ ah¨ª.
El realismo socialista o los edificios de pan de jengibre
La versi¨®n alemana del realismo socialista arquitect¨®nico comenz¨® con los pocos edificios nazis que permanecieron en pie tras el bombardeo sovi¨¦tico al final de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los mejor conservados fue la Detlev-Rohwedder-Haus, construido en 1936 como sede del antiguo Ministerio de Aviaci¨®n del Reich y que, desde principios de los cincuenta alberg¨® el Consejo de Ministros de la RDA. De arquitectura recia y ordenada pero con profusi¨®n de molduras y remates ornamentales (recios tambi¨¦n) que la alejaban de ese "arte degenerado" representativo de las vanguardias arquitect¨®nicas. Estar¨ªa feo admitirlo pero parece bastante razonable que una arquitectura del gusto de Hitler tambi¨¦n lo fuese del gusto de Stalin.
Es l¨®gico, pues, que cuando en 1952 se plantearon nuevos edificios de viviendas representativos para la reci¨¦n renombrada Avenida Karl Marx, las autoridades orientales pusiesen el gesto torcido a la propuesta decididamente moderna del arquitecto Hermann Henselmann. "Esas fachadas de acero y vidrio, para los decadentes capitalistas: nosotros creemos en la grandeza del comunismo", opinaban.
Dicho y hecho, el bueno de Henselmann retoc¨® de arriba a abajo el proyecto y lo volvi¨® a presentar con el aspecto con el que finalmente ser¨ªa construido. Una serie de vol¨²menes sim¨¦tricos y llenos de arcos, columnas, capiteles y molduras basados en la obra del arquitecto decimon¨®nico prusiano Karl Friedrich Shinkel pero que, seamos sinceros, tambi¨¦n habr¨ªan hecho las delicias del nazi Albert Speer. Enseguida, los edificios de la plaza Strausberger recibieron el despectivo sobrenombre de "arquitectura de pan de jengibre", por su color y tambi¨¦n por su silueta de tarta de cuento, m¨¢s bien ajena a la realidad del Berl¨ªn oriental de posguerra.
Plattenbau: reconstrucci¨®n, prefabricaci¨®n y depresi¨®n
Tal y como describir¨ªa la novela Franziska Linkerhand, de la autora germana oriental Brigitte Reimann, la reconstrucci¨®n de Alemania del Este no estaba para chorraditas: "No ten¨ªamos tiempo para artificios. Solo hab¨ªa una tarea: construir apartamentos para los obreros, tantos, tan r¨¢pido y tan baratos como fuese posible". Y fue posible, ya lo creo que lo fue. As¨ª naci¨® el Plattenbau: los bloques repetidos ad infinitum y construidos con panel prefabricado de hormig¨®n que conformaron la imagen depresiva de muchas ciudades del lado oriental del tel¨®n de acero.
De hecho, plattenbau significa, literalmente, "construido con paneles" y, en realidad, ni nacieron despu¨¦s de la guerra ni fueron exclusivos del bloque del este. Son numerosos los projects estadounidenses y los barrios perif¨¦ricos de Londres que emplearon la misma filosof¨ªa arquitect¨®nica y urban¨ªstica. Y s¨ª, eran tan depresivos como los de los barrios berlineses de Lichtenberg o Marzahn. En la actualidad, y parad¨®jicamente, la imagen de escaso atractivo que define a los plattenbauten los hace poco proclives a la gentrificaci¨®n que ha arrasado con el Berl¨ªn moderno y, por tanto, los convierte en objetos de inter¨¦s socioecon¨®mico. Bastante feos, eso s¨ª.
Poder¨ªo y exuberancia capitalista
Mientras el Berl¨ªn oriental languidec¨ªa entre edificios nazis decr¨¦pitos, tartas arquitect¨®nicas y bloques cl¨®nicos, en el Berl¨ªn capitalista hab¨ªa pasta por un tubo. La suficiente como para la reforma y el mantenimiento de los edificios antiguos, pero tambi¨¦n para construir un par de obras maestras de la arquitectura: la Neue Nationalgalerie, de Mies van der Rohe, y la Berliner Philharmonie, de Hans Scharoun. Ambas representan espectros opuestos de la modernidad arquitect¨®nica pero ambas son perfectos artefactos simb¨®licos.
Concluida en 1963, poco despu¨¦s de levantarse el muro, la Filarm¨®nica encarna ese expresionismo propio de Scharoun y que el arquitecto produjo incluso cuando, bajo el Reich, apenas construy¨® nada. Una vez liberado del yugo del figurativismo nazi, y como jefe del departamento de Arquitectura y Vivienda del Berl¨ªn occidental, Scharoun se desquit¨® en esta voluptuosa articulaci¨®n de formas, espacios y materiales que conforman tanto el auditorio de la Philarmonie como la vecina y posterior Biblioteca Estatal, inaugurada en 1968.
Tambi¨¦n en 1968 se termin¨® la Nueva Galer¨ªa Nacional de Berl¨ªn, el primer edificio que constru¨ªa Mies en su Alemania natal despu¨¦s de la guerra, pero tambi¨¦n su ¨²ltima obra antes de fallecer en Chicago en 1969. La Neue Nationalgalerie es la destilaci¨®n pura del pensamiento arquitect¨®nico miesino: un plano horizontal sobre un podio horizontal y una laja horizontal de espacio fluyendo libremente entre ambos. Claro que el podio es un basamento de granito de m¨¢s de 100 metros de lado, la cubierta es un cuadrado reticulado de 64.8 x 64.8 sujeto por solo ocho soportes met¨¢licos y la fachada es una sucesi¨®n continua de vidrios. Una proeza estructural y tambi¨¦n un prodigio de versatilidad arquitect¨®nica, pues en ese espacio cabe cualquier contenido. Lo cual es perfecto precisamente para algo tan dependiente de su contenido como un museo.
Modesta modernidad marxista
En el lado oriental del muro no todo era arquitectura neoprusiana o neodeprimente; tambi¨¦n se construyeron algunas obras verdaderamente contempor¨¢neas, aunque algo m¨¢s modestas que sus contrapartes occidentales.
El mism¨ªsimo padre de los edificios de jengribre de los a?os cincuenta, Hermann Henselmann, fue el autor tanto de la torre de televisi¨®n, con su esfera a 300 metros de altura, como del edificio del Ministerio de Educaci¨®n ¡ªla Haus des Lehrers, "casa de los maestros"¡ª, un peque?o rascacielos de doce plantas y fachada de muro cortina de vidrio, m¨¢s parecido a los edificios americanos de Mies van der Rohe que a la horterada estalinista que imperaba en Berl¨ªn Este a principios de los sesenta.
Con todo, quiz¨¢ los ejemplos m¨¢s significativos de esa t¨ªmida modernidad arquitect¨®nica que intentaba asomarse en el lado comunista sean el Caf¨¦ Moskau y el Kino International. Los dos edificios son obra de Josef Kaiser, los dos se construyeron en la primera mitad de los sesenta y los dos se levantan, uno enfrente del otro, a ambos lados de la Karl-Marx-Allee. Y, adem¨¢s, ambos edificios responden a un lenguaje arquitect¨®nico despojado de las columnas y molduritas del realismo socialista, pero con la intenci¨®n y buen gusto que no ten¨ªan los plattenbauten.
Buenos d¨ªas, tristeza
En 1984, al muro le quedaban solo cinco a?os de vida pero todav¨ªa no lo sab¨ªa. Tampoco lo sab¨ªa Alvaro Siza cuando le encargaron un edificio de viviendas sociales en el barrio occidental de Kreuzberg, pero a tan solo unos metros del r¨ªo Spree y el paso fronterizo del puente de Oberbaum. Tal era as¨ª que el maestro portugu¨¦s abri¨® un ojo (con forma de ojo) en la esquina curva del peto de la cubierta del edificio, como si quisiera mirar hacia el otro lado. Muy probablemente queriendo hacerlo, pues es dif¨ªcil pensar que un Siza en plena madurez no hubiese elegido con total precisi¨®n todos los elementos, tanto arquitect¨®nicos como significantes, de su primer edificio fuera de Portugal.
Lo que no predijo fue que, durante la construcci¨®n, aparecer¨ªa un grafiti bordeando el ojo. Mal escrito y hecho a toda prisa, a Siza no le gust¨® absoluto, pero como repintar toda la fachada era inviable economicamente, la inscripci¨®n se qued¨® all¨ª y termin¨® dando nombre al edificio, al que nadie conoce como Viviendas en Schlesisches Tor, sino como Bonjour Tristesse. "Buenos d¨ªas tristeza".
Por cierto, hace apenas un par de a?os ha aparecido una nueva pintada al lado que reza "Bitte Lebn": "Por favor, vivid".
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