Norman Foster: ¡°Espa?a podr¨ªa darle un par de lecciones al mundo sobre transporte p¨²blico de calidad¡±
Los premios ICON 2024 reconocen al arquitecto ingl¨¦s por su esfuerzo en la formaci¨®n de una nueva generaci¨®n de l¨ªderes urbanos especialistas en sostenibilidad
Sentado en una sala de su estudio en Londres y vestido con un jersey de cuello vuelto negro, un eternamente juvenil Norman Foster (Stockport, Inglaterra, 1935) saluda al otro lado de la pantalla. Hablamos con el arquitecto con ocasi¨®n del Premio ICON que acaba de aceptar: la guinda del pastel en una carrera que incluye el Pritzker, el Pr¨ªncipe de Asturias, un t¨ªtulo nobiliario ¡ªBaron Foster of Thames Bank¡ª y que, sobre todo, ha dejado una huella indeleble en la arquitectura del ¨²ltimo siglo. En el centro de su pensamiento est¨¢ la firme creencia ¡ªquijotesca para los desencantados¡ª en los ideales de progreso social y mejora del medio ambiente. Su ¨²ltima iniciativa, organizada desde su fundaci¨®n madrile?a, es el Norman Foster Institute, cuyo primer Programme on Sustainable Cities, un curso de un a?o para formar especialistas en ecolog¨ªa urbana desarrollado con la Universidad Aut¨®noma, ha sido un ¨¦xito. ¡°Estoy muy impresionado. Las tres ciudades implicadas en el proyecto [Atenas, San Marino y Bilbao] quieren continuar con los estudios que comenzamos. Y Atenas ha incorporado formalmente nuestro trabajo en su plan de acci¨®n clim¨¢tica. Veo claramente el ¨¦xito de equipos de profesionales del dise?o urbano para enfrentarse a los retos del cambio clim¨¢tico¡±, afirma. Porque el nivel acad¨¦mico del curso y sus aspiraciones son elevadas, pero lo que Foster busca es acci¨®n. ¡°Queremos influir en quienes se convertir¨¢n en l¨ªderes c¨ªvicos, ya sea desde la pol¨ªtica, la industria o donde sea. Influir en la toma de decisiones para que esta se base en datos y no en prejuicios o en modelos caducados¡±.
Muchas medidas urbanas contra el cambio clim¨¢tico est¨¢n siendo revertidas por formar parte de una supuesta agenda woke. ?Se puede vencer la deriva anticient¨ªfica? Yo apuesto por la ciudad compacta, opuesta a la ciudad dispersa, y la evidencia est¨¢ ah¨ª: la ciudad compacta consume la mitad de energ¨ªa que la dispersa, que devora la naturaleza y la biodiversidad. La ciudad compacta es m¨¢s deseable para vivir. Favorece el ejercicio f¨ªsico y la proximidad, dos elementos fundamentales para la longevidad. Y, si de lo que hablamos es de enfrentarnos a la politizaci¨®n de todo esto, la respuesta es salir a la calle. Sal de casa en el centro de Madrid y casi seguro tendr¨¢s restaurantes, galer¨ªas, colegios y oficinas a un paseo. En realidad, se trata de la ciudad tradicional.
Lo llaman cronourbanismo, la ciudad de los 15 minutos. Creo que parte del malentendido viene de cuando Par¨ªs, con la mejor intenci¨®n, plante¨® la propuesta como una novedad. Esto no es nuevo. Lleva entre nosotros cientos de a?os.
?Por qu¨¦ es un error venderlo como algo nuevo? Creo que no aprendemos de la historia. Hay tantas ciudades que tienen un centro estupendo, centros hist¨®ricos y culturales, con vecindarios que funcionan perfectamente¡ y que luego, cuando se hacen planes de expansi¨®n de estas ciudades, en vez de replicar esos modelos, te encuentras con un mont¨®n de viviendas al final de una carretera y sin transporte p¨²blico. Algo que, sorpresa, provoca problemas sociales. Y no es muy eficiente ecol¨®gicamente.
En los ¨²ltimos cuatro a?os Madrid se ha puesto de moda, con todas sus ventajas e inconvenientes. Sobre todo en lo que se refiere al acceso a la vivienda. Las ciudades no son est¨¢ticas y el cambio, valga el t¨®pico, es la ¨²nica constante. Las ciudades reflejan las tendencias para bien y para mal. Es c¨ªclico. En un mundo ideal, deber¨ªa existir un liderazgo que responda a estos cambios y los optimice. Si Madrid estuviera en la situaci¨®n opuesta, estar¨ªamos teniendo la conversaci¨®n contraria: qu¨¦ hacer para que crezca y se desarrolle. Y qu¨¦ deber¨ªan hacer las administraciones, que monitorizan el pulso de la ciudad, para responder de manera constructiva.
Una de las claves del urbanismo moderno es la respuesta al cambio clim¨¢tico. Queda muy reciente la tragedia de la dana. ?Qu¨¦ se puede hacer? Hay una pauta en las inundaciones. El cauce del Turia fue desviado por causa de la gran inundaci¨®n de 1957, creando un gran pulm¨®n verde en el centro urbano y librando a la ciudad, en este caso, de los efectos devastadores de la dana. Pero recuerdo escuchar a habitantes ancianos de los lugares m¨¢s afectados decir que ya se sab¨ªa que aquellas zonas se pod¨ªan inundar, por mucho que fuera ocasionalmente, o cada 50 a?os, y que se construy¨® all¨ª de todas maneras. Ocurre de manera similar en Estados Unidos, donde las consecuencias de las inundaciones han sido mucho mayores por culpa de un desarrollo urban¨ªstico sin precedentes que no ha tenido en cuenta las lecciones de la historia. El ADN de las ciudades, esa identidad que solemos dar por hecha, suele ser consecuencia de una crisis previa: en Londres, por ejemplo, las casas adosadas de ladrillo, las plazas p¨²blicas, todas esas cosas que identificamos tanto con la ciudad, son consecuencia del gran incendio que asol¨® la ciudad [en 1666], y fruto de la aplicaci¨®n de las normas antiincendios que siguieron. El metro y las alcantarillas modernas vienen de la epidemia de c¨®lera del siglo XIX.
¡°?Que si sigo siendo optimista? ?Absolutamente! M¨¢s que nunca¡±
?De modo que estamos ante una gran oportunidad? S¨ª. Yo solo digo que la historia de las ciudades es la historia de sus crisis, y esas crisis han proporcionado la oportunidad de aprender y asegurar el futuro.
Su ¨²ltimo libro es una recopilaci¨®n de sus fotograf¨ªas desde los a?os sesenta. ?Qu¨¦ le despierta? Me pregunto qu¨¦ me llev¨® a hacer tal o cual fotograf¨ªa. Supongo que es un diario visual: pueden ser cosas totalmente ordinarias, como un edificio an¨®nimo o un muro cubierto de hiedra, que son cosas que me producen mucha satisfacci¨®n. Te recuerdan, y en esto Madrid es un perfecto ejemplo, que la ciudad es una sucesi¨®n de edificios, algunos obras maestras y otros honrosamente comunes. Tambi¨¦n fotograf¨ªo basura, o algo horrible que me recuerda la importancia del mantenimiento. O tal vez un picaporte, una catedral, un bar o un coche que es como una escultura. Vivimos en un mundo visual, y es f¨¢cil olvidarlo cuando hablamos de la inteligencia artificial, por ejemplo, porque no vemos los centros de datos que la hacen posible. Son ruidosos, son enormes y dejan huella en el paisaje. La realidad es el mundo f¨ªsico, y nada es gratis. A veces tomo fotograf¨ªas por eso, para acordarme de que todo tiene un coste ambiental.
Ese tema tambi¨¦n lo toc¨® un colega suyo, Rem Koolhaas, en su exposici¨®n Countryside. El reto de reconocer y aprender a mirar aquello que llamamos campo, y donde colocamos todo lo que no queremos ver en la ciudad. Escrib¨ª sobre eso en el editorial del ¨²ltimo n¨²mero de Domus, que edit¨¦. Junto a otros colegas, llevo defendiendo las turbinas e¨®licas y los paneles solares desde los a?os sesenta. Pero me preocupa su impacto en el paisaje, como pude comprobar hace poco durante una visita a La Rioja: vi muchos campos arrasados por los molinos. La densidad de la energ¨ªa nuclear, particularmente la ¨²ltima generaci¨®n, es estad¨ªsticamente la m¨¢s segura. Nadie ha muerto por culpa de residuos nucleares. Estad¨ªsticamente, la energ¨ªa nuclear es incluso menos peligrosa que la solar o la e¨®lica. Y cuando la comparas con los combustibles f¨®siles, la diferencia es abismal: 40.000 millones de toneladas de gases t¨®xicos invisibles contaminan la atm¨®sfera, pero no se nos ocurre comparar el peligro de los residuos nucleares con las muertes que los combustibles f¨®siles provocan en el mundo, estimadas entre siete y 10 millones.
En el texto de Domus, Foster habla de una nueva generación de microrreactores, o “baterías nucleares” desarrolladas con el MIT. Y compara la expansión de los campos de turbinas y placas solares con “la historia del leproso en la novela de Graham Greene [Un caso acabado, 1960]: le dicen que está curado cuando ya no le quedan miembros que cortar. No tiene brazos ni piernas, pero está curado”, explica el arquitecto. En su opinión, proteger la naturaleza a costa de la propia naturaleza no tiene sentido, “por muy buenas intenciones que tengamos”. La problemática incluye el coche eléctrico. “Depende de la estimación que uses, entre el 65 y el 85% de la electricidad mundial la generan combustibles fósiles, y la generada por renovables necesitan apoyo de los combustibles fósiles. Ahora mismo, la batería de tu coche eléctrico es igual al depósito de gasolina: si estás usando electricidad sucia, tienes un coche sucio. Según de donde venga su electricidad, necesitarás conducir tu coche entre 30 y 80.000 kilómetros para que llegue a ser neutro”.
Respecto a los coches, le¨ª que sobre todo importa el tama?o: tiene menor huella de carbono un coche peque?o de combusti¨®n que un todoterreno de lujo el¨¦ctrico. Hay modas. Hemos visto el ascenso de los SUV al igual que, como alud¨ªa en mi exposici¨®n del Guggenheim de Bilbao [Motion, 2022], hubo un momento en el que el Mini original y sus coet¨¢neos retrataron la promesa del coche compacto. Las modas son un asunto paralelo. Al final, lo que importa es que las decisiones que tomes est¨¦n basadas en los datos.
¡°Quienes toman las decisiones necesitan estar mejor informados¡±
Por lo que dice, las medidas que se toman son simplistas y no muy eficientes. Quienes toman las decisiones necesitan estar mejor informados. Yo he ido mucho en tren por Espa?a. La alta velocidad ha facilitado la movilidad, obviamente esos trenes quitan mucha presi¨®n a los canales regionales. Pues ah¨ª va el ¨²ltimo Gobierno brit¨¢nico, que hab¨ªa heredado el proyecto de una l¨ªnea de alta velocidad entre el sur, m¨¢s rico, y el norte empobrecido. Incluso hab¨ªa un programa, Leveling Up, espec¨ªficamente dedicado a suavizar ese desequilibrio... Y yo mismo pas¨¦ tiempo con un empresario norteamericano que estaba invirtiendo en un gran estadio en Birmingham, una ciudad en bancarrota, con la idea de que el ferrocarril atraer¨ªa a gente de todo el pa¨ªs. Esto fue hace dos a?os. Pues bien, van y lo cancelan.
?Por qu¨¦? Buena pregunta, pero igual deber¨ªas hac¨¦rsela a ese Gobierno que, de hecho, ya no gobierna. Lo que quiero decir es que no hacen falta tantas carreteras, sino transporte p¨²blico de calidad: Espa?a podr¨ªa darle un par de lecciones al mundo sobre esto. No me extra?a que China est¨¦ invirtiendo tanto [en infraestructura ferroviaria].
Una ¨²ltima pregunta. Hace cuatro a?os, cuando le entrevist¨¦ para el tema de portada del n¨²mero de septiembre de ICON, mencionamos a Donald Trump y usted, con perspectiva hist¨®rica, lo calific¨® de anomal¨ªa. Tambi¨¦n se describi¨® como optimista. ?Lo sigue siendo? ?Absolutamente! M¨¢s que nunca. ?Ja, ja!
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