Y las moringas frenaron el avance del desierto
Este ¨¢rbol centenario ha sido clave para ralentizar la p¨¦rdida de cultivos en diversas ¨¢reas de T¨²nez gracias a una iniciativa que emplea sobre todo a mujeres agricultoras en situaci¨®n vulnerable
Los caminos que llevan al compromiso medioambiental son variados. A menudo, parten de un inter¨¦s propio. A veces del amor a una tierra o una persona, como el de una nieta urbanita por su abuela agricultora.
Este es el caso de Sarah Toumi, fundadora de la ONG Acacias For All (AFA), que tiene como objetivo luchar contra la desertificaci¨®n y expandir la agricultura ecol¨®gica en T¨²nez. ¡°La tierra cada vez iba dando menos rendimiento. Antes, adem¨¢s de los olivos, mi abuela cultivaba las verduras que consum¨ªa. Poco a poco, tuvo que pasar a comprar las verduras en el mercado¡±, recuerda Toumi, una francotunecina de 32 a?os residente en Par¨ªs. ¡°Los campesinos locales est¨¢n sufriendo¡±, apostilla.
Aunque sus estudios de Literatura Francesa poco ten¨ªan que ver con la agricultura, Toumi empez¨® a buscar una soluci¨®n al grave problema de la desertificaci¨®n en Bir Salah, el pueblo de sus ancestros, y en el que pasaba sus veranos. Tiene 5.000 habitantes y est¨¢ situado en la franja central del pa¨ªs. A su alrededor, y durante varios kil¨®metros, el paisaje es mon¨®tono: hileras infinitas de olivos, convertidos en el monocultivo de toda la regi¨®n.
Seg¨²n el Observatorio Tunecino del Agua, el pa¨ªs magreb¨ª vive una situaci¨®n de ¡°estr¨¦s h¨ªdrico¡±, pues el consumo anual por habitante es de 480 metros c¨²bicos, menos de la mitad del umbral fijado por la ONU. Hasta un 75% del territorio nacional sufre de diversos grados de riesgo de desertificaci¨®n. ¡°La comunidad internacional se preocupa por el Sahel, pero en T¨²nez es ya una realidad. Si no tomamos medidas, en 30 a?os buena parte del pa¨ªs ser¨¢ un desierto¡±, advierte esta emprendedora social.
A trav¨¦s de su padre, que hab¨ªa vivido en Sud¨¢n, Toumi conoci¨® la acacia, un ¨¢rbol que crece en los climas ¨¢ridos y necesita poco agua para subsistir. En T¨²nez, era un ¨¢rbol com¨²n, pero esta especie fue talada para cultivar trigo. En 2012, Toumi lanz¨® un proyecto de crowfunding, y con los 3.000 euros que recab¨® compr¨® y plant¨® 1.000 acacias en Bir Salah. Sin embargo, la idea no acab¨® de cuajar y no se lleg¨® a replicar la experiencia. ¡°No hay un mercado en T¨²nez para la goma arabiga, su resina¡±, explica resignado Taieb Nemissi, un ingeniero agr¨®nomo que trabaja en la ONG desde 2017.
Aunque sus estudios de Literatura Francesa poco ten¨ªan que ver con la agricultura, Toumi empez¨® a buscar una soluci¨®n al grave problema de la desertificaci¨®n en Bir Salah, el pueblo de sus ancestros
La filosof¨ªa detr¨¢s de la creaci¨®n de AFA va m¨¢s all¨¢ de la plantaci¨®n de este ¨¢rbol, y consiste en difundir la pr¨¢ctica de la agricultura sostenible entre los campesinos tunecinos y aumentar sus rendimientos, formarles en los principios del cultivo ecol¨®gico, e introducir nuevas tecnolog¨ªas para el ahorro del agua, como el riego gota a gota. A pesar de que este sector representa un 9% del PIB de T¨²nez y emplea al 15% de su mano de obra, su modernizaci¨®n no ha sido un objetivo prioritario para los ¨²ltimos Gobiernos.
En buena parte, la mano de obra es femenina y las condiciones paup¨¦rrimas: sueldos de dos euros al d¨ªa y sin cobertura social. Por eso, muchos hombres prefieren quedarse en los caf¨¦s y env¨ªan al campo a sus esposas. ¡°Con la finalidad de empoderar a las marginadas mujeres del ¨¢mbito rural, trabajamos solo con ellas¡±, afirma Toumi, que siempre ha querido que AFA no tenga solo una perspectiva ambiental sino tambi¨¦n de g¨¦nero.
Aquella primera iniciativa voluntarista surgida del crowfunding se ha convertido en una organizaci¨®n s¨®lida que da empleo a 15 personas y trabaja con m¨¢s de 120 agricultoras en tres regiones que abarcan climas diferentes: en Bir Salah, en el centro del pa¨ªs; en Kebili, en el suroeste, en el borde del desierto, y en Zaguan, una regi¨®n monta?osa. El crecimiento ha sido posible gracias al reconocimiento internacional a la iniciativa, que ha ido acumulando premios internacionales para emprendedores sociales: Ashoka, Rolex Award for Enterprise, Echoing Green y La France S'engage Au Sud.
El crecimiento de la ONG no solo ha sido en volumen, sino tambi¨¦n en conocimientos. La investigaci¨®n sobre las especies mejor adaptadas a cada entorno local les ha llevado, entre otras cosas, a sustituir las acacias por las moringas, un ¨¢rbol originario de la India y que presenta numerosas cualidades. ¡°Necesita tambi¨¦n poca agua, pero adem¨¢s crece muy r¨¢pido, y puede hacer de parasol a las especies que crecen debajo suyo, lo que reducir¨¢ el agua necesaria para regarlas¡±, asevera Nemissi. Sus ra¨ªces penetran hasta 60 metros en el subsuelo.
Adem¨¢s, todas sus partes ¡ªhojas, vaina, flores, frutos, semilla, ra¨ªces¡ª son comestibles. Sus hojas son muy apreciadas en algunos pa¨ªses para la preparaci¨®n de infusiones que facilitan la disgesti¨®n y se utilizan tambi¨¦n como condimento (aportan el doble de prote¨ªnas que un yogur). De su flor, se produce miel, sus frutos se pueden comer crudos o fritos, y sus semillas se usan para purificar el agua. Nemissi habla con tal entusiasmo del moringa, que uno se pregunta porque no cambiaron el nombre de la organizaci¨®n. ¡°Es una cuesti¨®n de marketing. Con Acacias For All nos dimos a conocer, y lo hemos mantenido¡±, dice con una sonrisa de oreja a oreja. Algunos inversores ¡°verdes¡± estadounidenses apoyan el proyecto para importar los frutos.
¡°Este es nuestro tercer a?o cultivando moringas, y el primero que ya hemos utilizado semillas propias¡±, explica Nemissi mientras acaricia el fruto del ¨¢rbol, que se asemeja a la algarroba. ¡°El a?o pasado, algunas campesinas ya consiguieron doblar beneficios, pasando de los 800 dinares (260 euros) al a?o, a 1600 dinares (530 euros) en un terreno de 500 metros cuadrados¡±, asegura orgullosa Toumi.
Adem¨¢s de formar a los miembros de las cooperativas de las tres regiones donde trabaja, AFA ejerce de conexi¨®n con el mercado, creando cadenas de valor. La organizaci¨®n compra la producci¨®n a las cooperativas y de sus beneficios, un 20% lo devuelve en forma de primas a las campesinas, un 20% lo dedica a proyectos sociales en Bir Salah (ha renovado la escuela y el dispensario), y el 60% restante lo reinvierte en el crecimiento de la propia asociaci¨®n.
F¨¢tima, una mujer que supera los 60 a?os y acude a su parcela ataviada con un velo rojo y alpargatas, anida esperanzas de que el a?o pr¨®ximo ser¨¢ mejor que el pasado. ¡°Un insecto nos mat¨® varios ejemplares poco despu¨¦s de plantarlos, y a¨²n no hemos obtenido los beneficios que preve¨ªamos¡±, comenta, mientras sus nieto, un ni?o rubio de ojos azul¨ªsimos, escucha atento. La parcela de F¨¢tima es el prototipo dise?ado por la ONG: 500 metros cuadrados delimitados por cuatro olivos, cada uno en un v¨¦rtice. Y entre ellos, filas de moringas alternadas con almendros, manzanos, aloevera, tomates... Todos regados con un sistema de gota a gota. Siguiendo las ense?anzas de la agricultura sostenible, hasta una decena de especies conviven de forma armoniosa en un terreno que antes era arenoso.
El huerto de Leila no se vio afectada por ninguna plaga, y se muestra ¡°muy satisfecha¡± con el nuevo sistema. En su parcela, alg¨²n ¨¢rbol ya se acerca a los dos metros. ¡°Cuando era peque?a, llov¨ªa m¨¢s que ahora, y la tierra era m¨¢s f¨¦rtil. Solo hac¨ªa falta plantar, y las verduras crec¨ªan solas¡±, recuerda con nostalgia esta mujer afable y de sonrisa perenne. ¡°De momento, hemos implantado el nuevo sistema en el huerto al lado de casa. Pero va tan bien, que nos planteamos exportarlo a las tierras de mi hermano¡±, dice estirando el brazo, dando a entender que se hallan lejos del pueblo.
F¨¢tima no quiere pensar en el futuro de su terreno de cultivo, cuando ella y su marido ya no tengan fuerzas para ocuparse de ¨¦l. ¡°Los j¨®venes no quieren trabajar la tierra. Prefieren ir a la universidad, y tener un trabajo c¨®modo y que d¨¦ m¨¢s dinero¡±, lamenta. Sin embargo, An¨ªs, un estudiante de 21 a?os que colabora la ONG, discrepa de esta reflexi¨®n. A ¨¦l le gusta el trabajo en el campo, aunque en el futuro espera combinarlo con un empleo relacionado con sus estudios de Ingenier¨ªa Civil. ¡°No es cierto que los j¨®venes no quieran ser agricultores, pero quieren que sea un trabajo digno, con un sueldo para vivir¡±, afirma. Al menos en Bir Salah, ello depender¨¢ del ¨¦xito y expansi¨®n del modelo que quiere implantar AFA.
La inquieta mente de Toumi ya est¨¢ desarrollando nuevas y ambiciosas ideas, como la formaci¨®n de una barrera verde de acacias desde T¨²nez a Marruecos que frene la expansi¨®n del S¨¢hara. Para este fin, la acacia es m¨¢s potente que el moringa. ¡°Ya hay algunos inversores interesados. Veremos¡±, desliza misteriosa. La lucha contra la desertificaci¨®n y el cambio clim¨¢tico, adem¨¢s de sacrificios y el abandono de algunos malos h¨¢bitos y comodidades, tambi¨¦n requiere de imaginaci¨®n. Y a esta emprendedora, que a los 14 a?os cre¨® la biblioteca de Bir Salah gracias a libros donados en Francia, no le faltan ideas.
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