Los juglares africanos se llaman ¡®griots¡¯ y a¨²n ejercen un oficio milenario
El 'guewel', el arte de la oratoria ejercido por narradores tradicionales, sigue muy presente en la vida cotidiana de miles de senegaleses, y ejerce un rol de memoria familiar y comunitaria
¡°Somos los maestros del arte de hablar: nuestros bolsillos est¨¢n llenos de secretos, de nombres y haza?as, para que las historias de nuestro pueblo no caigan en el olvido. ?Esa es nuestra misi¨®n!¡±. As¨ª se presenta Ngary Niang, griot del pueblo de Ndiebene, en la regi¨®n de Saint Louis (Senegal), de pie, entonando y gesticulando con gran importancia su cometido.
Los griot son narradores de historias y est¨¢n presentes en la mayor¨ªa de los pueblos que habitan el ?frica Occidental, como los mand¨¦, fulb¨¦, hausa, serer, mossi, ¨¢rabes mauritanos y multitud de otros grupos m¨¢s peque?os. Ngary Niang es wolof. Se dedica a esto desde hace dos d¨¦cadas, siguiendo las trazas de su padre, que le gui¨® en el oficio. ¡°El guewel [el arte de contar, como se conoce en Senegal] se mama¡±, explica. Habla pausado y mira a los ojos con detenimiento, habituado a la solemnidad. Antiguamente se les escuchaba en c¨ªrculo, en un guew, pero ahora esta tradici¨®n se va perdiendo y su principal espacio de acci¨®n son los eventos p¨²blicos como bodas, nacimientos y otras ceremonias.
En Ndiebene como en cada pueblo en Senegal, cada familia tiene un griot, y este est¨¢ presente en los acontecimientos clave de la vida de cada uno de sus miembros, para alabarles, con sus cantos y sus poemas, y recrear la cronolog¨ªa familiar.
Hoy es el bautizo de Rawane, primer hijo de la segunda mujer de Cheikh Dieye, joven de la localidad. Ngary se levanta pronto por la ma?ana y se pone sus mejores galas para acompa?ar a la familia en tan importante acontecimiento. ¡°Tu familia son eruditos del Islam, son los imanes de Mpal y de Gandiol, los Dieye siempre han sido personas muy educadas, algo que han heredado de sus antepasados, y Cheikh ha querido reconectar el pasado con el futuro d¨¢ndole a su hijo el nombre de su abuelo¡±, relata.
Teje palabras con lo que trae estudiado pero inspir¨¢ndose tambi¨¦n en lo que le rodea, confiriendo protagonismo a los all¨ª presentes. Improvisa y narra con ingenio, sabiendo que su oficio ¡ªa diferencia de lo que ocurre con los miembros de la etnia peul¡ª est¨¢ perdiendo adeptos entre los wolof, por lo que debe conjugar el entretenimiento con un intachable conocimiento de la historia local.
Hay j¨®venes que se acercan antes de comprometerse para que les cuente el origen de la familia de su novia, quieren saber qu¨¦ les une, d¨®nde tienen ra¨ªces comunes, cu¨¢les son las caracter¨ªsticas de sus ancestros
¡°?No se pueden decir todos los secretos! En p¨²blico solo se dicen las cosas buenas de la estirpe, las haza?as, los hitos¡ nuestro rol es conectar a las personas, decirles qui¨¦nes son y qu¨¦ les vincula al territorio y a los otros, recrear la red que nos une. Pero en privado se pueden y se deben contar los pasajes menos luminosos, las sombras de las familias, las heridas¡ para que no se repitan. Tenemos derecho a meternos en su intimidad, para evitar los conflictos¡±, comenta Niang, asumiendo lo que considera una gran responsabilidad.
Billetes de mil francos cfa (1,5 euros) y hasta de 5.000 (7,5 euros) llegan hoy a las manos de Ngary, que no los rechaza pero tampoco los pide. ¡°El oficio se est¨¢ monetarizando en exceso. Yo tengo mi trabajo, tengo mi taxi que es lo que me da de comer, y soy griot porque ese es mi rol en la comunidad. Antes ¨¦ramos reconocidos como consejeros, pero cada vez m¨¢s se hace como folklore. Para guardar la independencia y la dignidad respecto de la familia a la que glorifica tienes que tener otro trabajo, no puedes depender econ¨®micamente de ella, pues eso no te permite ser objetivo¡±, explica.
Esto le viene de su abuelo. Cuenta que, cuando ¨¦ste era joven y se dedicaba exclusivamente al arte de la palabra, un hombre de una de las familias a las que honraba le cedi¨® un espacio en el campo que cultivaba. Su abuelo lo empez¨® a trabajar, teniendo as¨ª una fuente de ingresos distinta que le dio el distanciamiento necesario para no caer en las alabanzas vac¨ªas y f¨¢ciles.
La fiesta prosigue en Ndiebene. Cuando cae la tarde toman el relevo las mujeres: las presentes se dividen en dos bandos, los miembros de las familia de la madre y los de la del padre, cada uno detr¨¢s de su griot, esta vez femenina, y escenifican lo que se conoce como ¡°el enfrentamiento¡±. En realidad es un intercambio de regalos entre las familias: ¡°Mirad si somos generosas que os damos estas telas¡± dice la familia de Ndeye Seyanabou, madre del peque?o Rawane. ¡°Lo vemos y os damos el mismo lote, m¨¢s 5.000 francos cfa¡±, replica la griot de Cheikh, ante el aplauso general.
Las griot mujeres cantan m¨¢s que recitan, chascan los dedos y se balancean haciendo aplaudir a la asistencia. Con voz aguda saludan a las madres ¡ªen plural, aludiendo a madre biol¨®gica, co esposas, abuelas y amigas de la familia¡ª del reci¨¦n nacido, y recorren todas las bondades que ¨¦stas aportan a la comunidad. Es su momento: ninguna mujer del pueblo se lo quiere perder, y puede acabar de madrugada.
Cronistas del lugar
Se cuenta que en los reinos antiguos, a los hijos de los reyes se les llevaba a que fueran amamantados por una griot, pues este linaje era el que atesoraba la sabidur¨ªa popular, y con este acto, podr¨ªan inculcar erudici¨®n al futuro monarca. ¡°Aun ahora en las celebraciones las cabezas de las reses sacrificadas se les dan a estos oradores, en s¨ªmbolo de su saber: el griot ve, entiende y explica bien, ?todas las cualidades que se concentran en la cabeza!¡±, r¨ªe Niang esperando su parte del bautizo del peque?o Rawane.
Su conocimiento del pueblo y de sus habitantes es una herencia transmitida en la intimidad de su casa, pues estos juglares africanos siguen organiz¨¢ndose en castas que contraen matrimonio entre s¨ª, pero el buen hacer del oficio requiere buscar otras fuentes. ¡°El hecho de ser escuchado te confiere mucha responsabilidad: tienes que saber de lo que hablas y eso requiere investigaci¨®n¡±, explica. ¡°Cuando no s¨¦ una cosa, lo anoto y hago una b¨²squeda, que puede ir desde preguntar a alguna persona del lugar, encontrar alguien en el otro extremo del pa¨ªs o buscar en medios escritos. Somos como los periodistas, tenemos que ser rigurosos¡±, concluye, explicando que a ra¨ªz de la emigraci¨®n de muchos j¨®venes a Europa, muchas veces se ve en la tesitura de hacer llamadas internacionales para conocer episodios de sus vidas y poder seguir los hilos.
Hoy en d¨ªa, en privado, es solicitado para conocer la historia del linaje propio pero tambi¨¦n el de los futuros c¨®nyuges: ¡°Hay j¨®venes que se acercan antes de comprometerse para que les cuente el origen de la familia de su novia, quieren saber qu¨¦ les une, d¨®nde tienen ra¨ªces comunes, cu¨¢les son las caracter¨ªsticas de sus ancestros¡ ?se dice que de tal palo, tal astilla!¡±, comenta Niang bajo la supervisi¨®n de la joven Fatou, tambi¨¦n vecina del pueblo, que asiente con la cabeza.
Mas all¨¢ de asuntos dom¨¦sticos, Niang es requerido para contar la historia del pueblo. Sus cr¨®nicas sobre Ndiabene son un momento esperado en veladas y ceremonias, como las jornadas culturales del instituto del pueblo. El pasaje m¨¢s exitoso es aquel de la batalla de Safil¨¨me, el 4 de septiembre de 1826, cuando el pueblo gandiol¨¦s se sublev¨® contra la ocupaci¨®n colonial protagonizando la primera derrota de Francia en todo el continente. M¨¦doune Diop, de 25 a?os, conoce el episodio desde ni?o pero no se cansa de escucharlo y Ngary Niang se deleita en adornarlo con todo lujo de detalles, para complacencia del p¨²blico, haciendo gala de una gran memoria hist¨®rica.
¡°Si no te conoces a ti mismo eres como una hoja que el viento puede llevar. Las personas que conocen su historia acarrean su peso, confiri¨¦ndoles estabilidad ¡±, reflexiona este griot, como una suerte de apolog¨ªa de la oratoria: ¡°Nuestra finalidad es crear paz, tejer lazos, convertir lo negativo en positivo, vincular ideas y defender valores. Por eso aun somos necesarios hoy en d¨ªa¡±.
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