La radio reina en la ciudad
Toda la actualidad pol¨ªtica, econ¨®mica o social y lo relacionado con la religi¨®n o la m¨²sica tiene cabida en las cinco emisoras locales que emiten en Saint Louis (Senegal). Siguen siendo el medio m¨¢s seguido por los vecinos
Aminata Dieng se pone los cascos, tantea el micro y levanta la mano. Empieza su programa, llamado simplemente La hora de la hermana Amina. Pronto entran llamadas y se desnortan los temas: salud, sociedad, deporte¡ Los participantes son mayoritariamente j¨®venes que encuentran su espacio de debate en emisiones de este tipo. Otros oyentes, sin embargo, esperan a colgarse los auriculares para escuchar los boletines de la ma?ana o para el repaso a la actualidad de la noche. En cualquier caso, la radio sigue siendo su principal fuente de informaci¨®n. En Saint Louis, ni los peri¨®dicos online?o en papel ni el acceso a diferentes plataformas virtuales han cambiado esta costumbre.
¡°La radio nos junta a todos. Es como si fu¨¦ramos una familia. Nos conecta y hace que pasemos tiempo los unos con los otros, sinti¨¦ndonos bien. Cuando abro la antena y percibo a los que est¨¢n en otro lado me siento fenomenal¡±, explica Dieng, locutora de 22 a?os. ¡°En Saint Louis tenemos m¨¢s ¨¦xito que en otras poblaciones porque estamos cerca de la gente y los otros medios no est¨¢n tan presentes. Les nutrimos de informaci¨®n, de comedia o de temas econ¨®micos y sociales¡±, expone con satisfacci¨®n.
Dieng forma parte de Zik FM, una de las cinco emisoras que operan en esta ciudad del norte de Senegal. Algunas surgieron como una iniciativa exclusivamente local o se instalaron como matrices de una cabecera nacional. En todos los casos, no obstante, dedican el grueso de la parrilla a informaci¨®n de la zona. As¨ª reflejan las preocupaciones e inquietudes de una poblaci¨®n que ronda los 300.000 habitantes en toda el ¨¢rea metropolitana. ¡°La radio crea conciencia. Despierta a la gente y cambia las mentalidades¡±, apoya Babarcar Niang, el director de Zik FM, a sus 47 a?os. Detr¨¢s de su silueta pende la programaci¨®n semanal, escrita a boli en unos folios clavados con chinchetas.
La radio nos junta a todos. Es como si fu¨¦ramos una familia. Nos conecta y hace que pasemos tiempo los unos con los otros, sinti¨¦ndonos bien Dieng, locutora Zik FM
Niang se considera un enamorado del medio y cree que, aunque las nuevas costumbres hayan supuesto algunos cambios, su futuro est¨¢ garantizado. ¡°Tenemos un p¨²blico heterog¨¦neo, no nos hemos quedado anquilosados en una franja de edad o un n¨²cleo concreto. Por eso es lo que m¨¢s resonancia tiene¡±, analiza, sin atreverse a dar cifras que sostengan las afirmaciones y teniendo en cuenta que el 48% de la poblaci¨®n de Saint Louis se sit¨²a entre los 15 y los 59 a?os. ¡°Es imposible medir la audiencia. Pero, para hacerse a una idea, nosotros abrimos un concurso hace poco y en una hora llamaron 2.000 personas¡±, indica.
Tampoco Antoine Diagne, director de Sud FM, es capaz de cuantificar el alcance de su medio: en realidad, ir¨¢n diciendo todos los implicados en el reportaje, no existe un medidor. ?l enfatiza el ¨¦xito de los deportes, que abarcan casi toda la parrilla del fin de semana. ¡°Tambi¨¦n dedicamos un amplio espacio a los temas de g¨¦nero¡±, apunta, especificando que antes de ¨¦l hubo una directora y que gran parte de la escaleta se destina a hablar ¡°del papel de la mujer, de las enfermedades que le aquejan, de su crecimiento¡¡±. Y se pone cr¨ªtico con la situaci¨®n actual: ¡°Vamos camino de la igualdad. La emancipaci¨®n es un sue?o inalcanzable en la medida en que somos musulmanes y la religi¨®n est¨¢ rendida al hombre. ?l tiene siempre la ¨²ltima palabra¡±.
Este profesional veterano (58 a?os) empez¨® como agente comercial. Buscaba publicidad a puerta fr¨ªa, yendo directamente a los mercados y las tiendas para financiar sus programas o darle un empuj¨®n a esta peque?a estaci¨®n, creada en 1996. Ahora emplea el d¨ªa entero en un edificio desconchado del barrio de Balacoss, al este. Aqu¨ª se juntan tres de las cinco emisoras. Se las puede localizar f¨¢cilmente mirando al cielo: cada una luce un escu¨¢lido repetidor en azoteas desnudas. ¡°Hay mucha gente que no puede conectarse a la red y est¨¢n obligados o prefieran la radio¡±, justifica Diagne. Seg¨²n la Agencia de Regulaci¨®n de Telecomunicaciones de Senegal, 9,6 millones de personas (de las casi 16 millones totales) tienen acceso a Internet. Y un 88% lo consulta a trav¨¦s del m¨®vil. Datos que no inciden en la imposibilidad de mantener el cr¨¦dito de una cuenta o que evitan se?alar la tasa de analfabetizaci¨®n, que supera el 50%.
Un medio de comunicaci¨®n que suele funcionar igual en todos los casos: a lo largo del d¨ªa se ofrecen noticieros en franc¨¦s, wolof o ingl¨¦s, si hay acuerdos con otras emisoras internacionales. Luego dedican un rato a espacios de humor o m¨²sica y terminan con tiempos de rezo del islam, adecu¨¢ndose a la religi¨®n m¨¢s seguida (un 94% de los senegaleses son musulmanes, seguidos por un 5% de cat¨®licos y una minor¨ªa de otras creencias). En el estudio de Sud FM pega el calor ¡ªes una peque?a sala carente de ventilaci¨®n¡ª?y la plantilla, formada por unas 10 personas, parece haberse evaporado.
Casi la misma estampa que en Dunyaa Radio, a un par de bloques de distancia. En una habitaci¨®n acolchada suena una oraci¨®n. Nadie maneja nada. En el pasillo aparece de s¨²bito Mika Dialo, m¨¢ximo responsable. ¡°La montamos para dar una alternativa a la p¨²blica, del gobierno. Creemos en la libertad de expresi¨®n y en el poder de la denuncia¡±, suelta Dialo. Diawar Ba, al lado, cultiva el apodo de Dj Prince?y ve en su trabajo una labor de informaci¨®n y entretenimiento de la ciudadan¨ªa. ¡°La tele se ha quedado vieja; la radio, no. Tiene tir¨®n, tiene fuerza, pero hay que preparar a la gente¡±, advierte.
Sus palabras se hacen palpables en el camino hacia la isla de Saint Louis. En el centro hist¨®rico, declarado en 2000 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se encuentran las dos estaciones que faltan. Las m¨¢s antiguas. Antes de visitar sus instalaciones, un kiosko se interpone. Cuatro colegas ¡ªel propietario, un vendedor de caf¨¦, un tranquilo viandante¡ª?se arremolinan entre revistas y peri¨®dicos con los cascos puestos. ¡°Escuchamos todo¡±, adelanta uno de ellos, ¡°las noticias, los programas religiosos o los deportes¡±. El due?o, Bubacar Ba, de 42 a?os, cree que, a pesar de que a¨²n mantiene el negocio por el inter¨¦s que provocan los diarios deportivos, ¡°la radio llega a todo el mundo y est¨¢ 24 horas¡±. Pape Malick, empresario de una galer¨ªa, lo corrobora. Entre las m¨¢scaras de su local tiene encajado un transistor donde suena un murmullo alborotado y ¨¦l reconoce prestar atenci¨®n cada vez que hay alg¨²n reportaje. Lo confiesa orgulloso: ¡°No me muevo de aqu¨ª y la tengo encendida todo el d¨ªa¡±.
Mientras en otras emisoras sufragan gastos a duras penas, Teranga goza de una reputaci¨®n que la colma de publicidad?
Pasa lo mismo en la RTS (Radio Televisi¨®n Estatal, en sus siglas en franc¨¦s). Los altavoces del edificio con aire acondicionado jam¨¢s est¨¢n en silencio. En la sala principal, unos estudiantes graban un programa. Les asiste Ibrahim Diallo, con 10 de sus 40 a?os a los mandos t¨¦cnicos. Mientras, hablan con Marianne Senghor, directora desde hace dos d¨¦cadas. Fuera de la grabaci¨®n, Shengor contesta con un discurso ¨¢gil. A sus 44 a?os, domina el gremio y se conoce la ciudad a la perfecci¨®n. ¡°Como si se la hubiera pateado cada d¨ªa¡±, arguye con sorna. En su despacho mira un port¨¢til que arranca lentamente y lamenta la falta de recursos.
¡°Hacemos directos durante el d¨ªa, narramos lo que decide el gobierno, pero tambi¨¦n lo que m¨¢s ata?e a la gente, generalmente relacionado con la salud¡±, repasa, refiri¨¦ndose entre medias a la historia de la radio y de su tierra natal. ¡°RTS no dedica mucho al humor porque es la radio oficial y tiene una l¨ªnea editorial muy pol¨ªtica¡±, sentencia. Esta periodista de prestigio rememora sus inicios de becaria y explica infatigable c¨®mo funciona su ¡°segunda casa¡±: ¡°Compartimos el horario con la radio nacional, pero metemos horas exclusivamente de Saint Louis. Tenemos a ocho corresponsales freelance?y a 17 fijos¡±, relata.
Est¨¢n intentando darle un toque m¨¢s fresco, m¨¢s innovador, para fidelizar la audiencia, pero, advierte, es complicado: ¡°Aqu¨ª no tenemos presupuesto para poner c¨¢maras y que salga en streaming?o para contratar a m¨¢s gente¡±, suspira, manteni¨¦ndose al tanto de los avances tecnol¨®gicos y convencida del gran papel social de la radio: ¡°Sigue siendo el altavoz de lo que pasa en Senegal¡±. Su equipo recibe a menudo a gente con historias que contar. En ocasiones se nutren de ellas, ¡°despu¨¦s de contrastarlas y confirmarlas¡± hasta que no existan dudas.
La RTS se fund¨® en 1960 a nivel nacional y aterriz¨® en Saint Louis poco despu¨¦s. Era el emblema de los colonos. Radio Teranga, comandada por el emblema del oficio Golbert Diagnet, surgi¨® como una alternativa. En 1996, se convirti¨® en la primera radio privada de esta urbe y en la segunda del pa¨ªs (aunque fue inaugurada oficialmente en 1999, como indica una placa a la entrada). Su prop¨®sito fue el de ¡°informar justamente¡±, seg¨²n asegura Ousseynou Diop, actual director de 34 a?os. A estas alturas, Teranga re¨²ne a un grupo de 25 profesionales. Desde primera hora cubren entusiasmados distintos asuntos de la ciudad. ?l mismo ejerci¨® de reportero unos cuantos a?os, hasta que ascendi¨® al cargo que ostenta ahora. Sigue rindi¨¦ndose al oficio y le falta poco para sacar su m¨®vil y registrar un suceso: hoy, por ejemplo, ha captado a un veh¨ªculo girando err¨®neamente en el puente Faidherbe ¡ªque une la isla con la pen¨ªnsula¡ª y lo est¨¢ subiendo a la plataforma Ndar24, que tambi¨¦n coordina desde aqu¨ª.
Mientras en otras emisoras sufragan gastos a duras penas, Teranga goza de una reputaci¨®n que la colma de publicidad. Eso impulsa la motivaci¨®n del personal, que aprovecha para ilustrar las noticias con v¨ªdeos en Facebook o para redactarlas en la p¨¢gina web. Metidos en el traj¨ªn de este universo multimedia, es f¨¢cil pillarles frente a una pantalla. Editan grabaciones, preparan un gui¨®n o comparten cosas del d¨ªa a d¨ªa. Ami Gueya, de 24 a?os, teclea mientras escucha un archivo y defiende la rigurosidad de su profesi¨®n: ¡°Los oyentes saben que somos serios y que no son bulos como los que circulan por internet¡±, sostiene. Su credibilidad y su ubicuidad siguen erigi¨¦ndola como el flujo principal de informaci¨®n en Saint Louis. As¨ª lo cree Diop: ¡°La radio es un medio esencial. Y no tiene fecha de caducidad, porque acompa?a a la gente. Se la llevan consigo a todos los lados: trabajo, autob¨²s, casa o mezquita¡±.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.