Vista exterior
Es urgente restablecer el lugar de Espa?a en el mundo
La par¨¢lisis vivida por el pa¨ªs durante los ¨²ltimos cuatro a?os ha tenido efectos palpables sobre la pol¨ªtica interna, pero tambi¨¦n sobre un ¨¢mbito inexplicablemente marginado: la acci¨®n exterior espa?ola. El esfuerzo diplom¨¢tico realizado por los primeros Gobiernos democr¨¢ticos, de UCD y del PSOE, para fijar la posici¨®n de Espa?a en el mundo tras d¨¦cadas de aislamiento fue sustituido, seg¨²n los casos, por una gesti¨®n desganada de lo que se alcanz¨® entonces o por una utilizaci¨®n propagand¨ªstica de la proyecci¨®n exterior, buscando m¨¢s las im¨¢genes susceptibles de rentabilidad interior que la defensa de intereses de fondo en el ¨¢mbito internacional.
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La consideraci¨®n de la acci¨®n exterior de Espa?a como una dimensi¨®n secundaria ha sido otra manifestaci¨®n de la excepcionalidad provocada por esa par¨¢lisis pol¨ªtica, menos ostensible que la pr¨®rroga de los Presupuestos o el bloqueo de algunos ¨®rganos del Estado, pero igualmente lesiva para el Estado constitucional. La urgencia es ahora restablecer el lugar que Espa?a debe ocupar en el mundo, reafirmando las prioridades estructurales y redefiniendo los instrumentos para ello. Es cierto que, en estos tiempos, la diplomacia tiene que ser econ¨®mica y estar atenta a los mercados emergentes, pero ese foco no debe ser el ¨²nico.
Para que el ¨¦nfasis en la econom¨ªa sea eficaz es necesario que la pol¨ªtica exterior espa?ola tome de nuevo conciencia de sus capacidades y de sus l¨ªmites, fortaleciendo su proyecci¨®n b¨¢sica sobre el Magreb, Am¨¦rica Latina y Europa, y compatibilizando, en este ¨²ltimo caso, la acci¨®n en la Uni¨®n y la aproximaci¨®n bilateral a los socios de la misma. La presencia del socialista Josep Borrell, hasta hace poco ministro espa?ol de Exteriores, como actual Alto Representante de la Uni¨®n Europea para Asuntos Exteriores y Pol¨ªtica de Seguridad, es un reconocimiento de su trabajo pero tambi¨¦n del papel que puede volver a desempe?ar Espa?a en la UE, compartiendo los esfuerzos para despejar las principales amenazas de esta etapa de especial incertidumbre mundial.
Solo reconectando con la acci¨®n exterior desplegada antes de que la fracasada opci¨®n atlantista, impulsada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en 2003, la interrumpiera y dilapidara sus resultados podr¨¢ Espa?a abordar los nuevos retos con verdaderas posibilidades de ¨¦xito. Porque, a efectos internacionales, un pa¨ªs no vale solo por lo que es, sino por lo que es y por la solidez de las relaciones que ha sabido establecer a lo largo del tiempo.
El nuevo Gobierno en plenitud de funciones, presidido por Pedro S¨¢nchez, tiene la oportunidad y la obligaci¨®n de intentarlo. Pero sin un acuerdo de la oposici¨®n que garantice la unidad de acci¨®n fuera de las fronteras y la continuidad de las pol¨ªticas en el tiempo, las dificultades ser¨¢n mayores y los logros, ef¨ªmeros. El principal grupo de la oposici¨®n, el Partido Popular que dirige ahora Pablo Casado, debe comprender que el citado giro atlantista, adoptado por la diplomacia espa?ola con ocasi¨®n de la guerra de Irak, buscando una relaci¨®n privilegiada con Estados Unidos, fue fruto de un arrebato de altaner¨ªa. Un enajenamiento que hizo tabla rasa tanto de las realidades inalterables que determinan las opciones de pol¨ªtica exterior, como del riguroso trabajo realizado desde los inicios de la Transici¨®n. Por eso qued¨® sin continuidad, porque la ¨²nica herencia de la aventurada opci¨®n atlantista fue conducir la pol¨ªtica exterior espa?ola a una v¨ªa muerta. Es hora de salir de ah¨ª con decisi¨®n. La situaci¨®n internacional es lo suficientemente inquietante como para que la oposici¨®n popular no niegue su concurso a algo que est¨¢ en el inter¨¦s com¨²n espa?ol y europeo.
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