Acci¨®n exterior

El Ministerio de Exteriores ha detectado el problema: Espa?a ha descuidado su diplomacia p¨²blica y en los ¨²ltimos a?os, con el activismo desplegado por los Gobiernos secesionistas catalanes, sus deficiencias han quedado al desnudo. Aunque el Gobierno de Rajoy bloque¨® cualquier intento de reconocimiento internacional, la reputaci¨®n de la democracia espa?ola ha sufrido las consecuencias del choque con el secesionismo, especialmente gracias a las im¨¢genes del refer¨¦ndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Ha fallado, por tanto, la acci¨®n sobre las opiniones p¨²blicas, el mundo econ¨®mico y empresarial y los medios de comunicaci¨®n internacionales, que de eso trata la diplomacia moderna, contrapuesta a la diplomacia tradicional, dedicada ¨²nicamente a las relaciones con los Gobiernos.

Es dudoso que la respuesta a una estrategia perfectamente dise?ada y dirigida sean otros planes del mismo tenor que nunca conseguir¨¢n la dedicaci¨®n ni la intensidad de la militancia secesionista. Puede que tenga alguna utilidad destacar a casi 200 diplom¨¢ticos a mejorar la imagen de Espa?a, y la tiene, sin duda, crear una Secretar¨ªa de Estado dedicada a la acci¨®n reputacional, aunque es leg¨ªtimo preguntarse a qu¨¦ se ven¨ªan dedicando los diplom¨¢ticos espa?oles hasta ahora.

La diplomacia no es propaganda. La Generalitat se ha aplicado en los ¨²ltimos tiempos a desprestigiar la imagen de Espa?a, pero no se trata de neutralizarla mediante una imitaci¨®n de signo contrario. De los d¨¦ficits mostrados en los ¨²ltimos siete a?os deber¨ªan deducirse conclusiones menos coyunturales y m¨¢s estrat¨¦gicas, que tengan en cuenta los peligros futuros, tanto los internos como los externos, con respuestas eficaces de una diplomacia m¨¢s segura de s¨ª misma y m¨¢s adaptada a las nuevas tecnolog¨ªas y a los retos de la globalizaci¨®n. Es una buena noticia que esos ¨²ltimos objetivos aparezcan ya claramente dise?ados en la nueva estructura de Espa?a Global.

Seguro que la diplomacia espa?ola, todav¨ªa muy amoldada al car¨¢cter corporativo que la ha caracterizado hist¨®ricamente, debe abrirse a nuevos y m¨¢s flexibles esquemas que permitan incorporar el abundante talento que, a diferencia de lo que sucede en otros pa¨ªses de nuestro entorno, escapa a la atracci¨®n de la acci¨®n exterior espa?ola y prefiere buscar empresas multinacionales, organizaciones internacionales e incluso organizaciones de un Gobierno secesionista para promover la independencia. Pero el descuido no es ¨²nicamente de la diplomacia, ni siquiera de una falta de adaptaci¨®n a las necesidades de la democracia p¨²blica.

No es un problema de la diplomacia p¨²blica que se llegara a la convocatoria del 1 de octubre de 2017 en las p¨¦simas condiciones bajo las que se celebr¨® el falso refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Tampoco lo es que el Ministerio del Interior fabricara exactamente las im¨¢genes que segu¨ªan el guion escrito por la c¨²pula del secesionismo. Poca diplomacia puede hacerse ante este tipo de documentos, de gesti¨®n m¨¢s dif¨ªcil incluso que la argumentaci¨®n contra la falaz estrategia que pretende presentar a Espa?a como un pa¨ªs en el que hay presos pol¨ªticos y exiliados. El problema de fondo, que no admite el reduccionismo de una visi¨®n propagand¨ªstica, es de orden pol¨ªtico y como tal debe resolverse, con instrumentos pol¨ªticos.