La guerra de los botones
Se confirma que hay muertos dolorosos y muertos indoloros. Sucede siempre en los territorios sometidos a religiones trascendentes
El operario militar que derrib¨® con un misil antia¨¦reo un avi¨®n de pasajeros que acababa de despegar hacia el cielo de Teher¨¢n ha declarado que tuvo que tomar la decisi¨®n de apretar el bot¨®n en diez segundos. La situaci¨®n era de enorme tensi¨®n en la zona, pues se viv¨ªa un ambiente preb¨¦lico entre Ir¨¢n y Estados Unidos tras la decisi¨®n de Trump de ordenar el asesinato a distancia del general Soleimani. Los drones, los misiles, las defensas antia¨¦reas, pero sobre todo los mensajes en Twitter, se manejan todos con la felicidad de la distancia. S¨ª, la distancia es la felicidad, porque causas un da?o sin estar en el radio de acci¨®n. Se llama teledirigir el dolor, y los expertos en redes sociales ya han dictaminado que la distancia entre el oyente y el emisor provocan en las comunicaciones p¨²blicas de nuestro tiempo una mayor agresividad, menor empat¨ªa y altas cotas de violencia. La guerra moderna es una guerra distante y fr¨ªa, a vista de p¨¢jaro, del asqueroso dron. Son los muertos los que permanecen cercanos, visibles, s¨®lidamente condenados.
El Gobierno de Ir¨¢n consider¨® la ejecuci¨®n de su general como una afrenta. Moviliz¨® a las masas para proceder a un entierro de Estado. Durante los actos, hubo m¨¢s de 50 muertos por aplastamientos, tal era el grado de fervor y manipulaci¨®n. No le dolieron esos muertos, como tampoco los m¨¢s de 300 que cayeron en las protestas sociales de noviembre por la carest¨ªa del combustible y las intolerables condiciones de vida. Se confirma que hay muertos dolorosos y muertos indoloros. Sucede siempre en los territorios sometidos a religiones trascendentes. Unos muertos valen, otros no valen nada. Cada ma?ana has de levantarte de la cama, mirarte en el espejo y concluir si eres un muerto valioso o un muerto sin coste. Durante tres d¨ªas el Gobierno de Ir¨¢n minti¨® en cada comunicaci¨®n p¨²blica. Primero anunci¨® el bombardeo de una base norteamericana y la muerte de muchos soldados enemigos. Luego se ha sabido que el ataque de respuesta estaba pr¨¢cticamente telegrafiado con antelaci¨®n para evitar da?os mayores. Despu¨¦s sostuvo que los 176 pasajeros del avi¨®n ucranio, muchos de ellos j¨®venes estudiantes, eran v¨ªctimas de un fallo t¨¦cnico del avi¨®n. Se ocult¨® que la nave hab¨ªa sido derribada por un misil.
Desde Washington las mentiras han sido constantes tambi¨¦n. Ahora se ha sabido que adem¨¢s de Soleimani, los drones ejecutores intentaron acabar con otro l¨ªder militar, en lo que ha sido un pre¨¢mbulo negociador muy t¨ªpico de Trump. Pu?etazo y luego templanza. Los muertos entre medias son como una masa informe sin cara ni ojos, sin retrato oficial ni entierro de Estado. Son esa molestia pegajosa que uno se quita de la suela del zapato con tres restregadas al paso por la hierba, por el bordillo, por la rejilla de ventilaci¨®n. En la pugna por el poder nuclear nunca se habla de que luego, al final del proceso supersofisticado de enriquecimiento del uranio, siempre hay un se?or sentado frente al bot¨®n con diez segundos para tomar la decisi¨®n. Para emitir mentiras tambi¨¦n hay un bot¨®n, pero al operario no se le amenaza con la culpa ni con la condena por sus errores, como ahora se amenaza al pobre desgraciado que puls¨® el bot¨®n antia¨¦reo. Nadie pedir¨¢ la cabeza de quienes apretaron el bot¨®n de mentir. A ese lado del bot¨®n se vive muy bien. Al otro, se muere con gran docilidad.
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