No es culpa de los pacientes
La congesti¨®n de las urgencias hospitalarias puede y debe corregirse
Los pacientes que acuden a los servicios de urgencias hospitalarias para ser atendidos han aumentado un 9% de media en Espa?a en los ¨²ltimos cinco a?os. Este incremento no se debe a un aumento de las patolog¨ªas graves, sino a disfunciones del propio sistema sanitario que es preciso analizar y corregir. Esta mayor presi¨®n asistencial recae sobre unos servicios ya de por s¨ª saturados que soportan una carga especialmente delicada. El hecho de que alrededor del 80% de los pacientes que acuden a estos servicios lo hagan por decisi¨®n propia y no derivados por un profesional sanitario indica que las urgencias se han convertido en una puerta de entrada an¨®mala a la red asistencial.
Este fen¨®meno se alimenta sin duda de factores sociol¨®gicos y culturales, como esa costumbre consumista que lleva a los ciudadanos a pretender una respuesta inmediata a todas sus necesidades. En la sociedad de la eficiencia, cualquier demora es percibida como inaceptable. Todo esto puede influir, sin duda, y debe afrontarse mediante programas de educaci¨®n sanitaria que ayuden a los ciudadanos a gestionar de forma racional los problemas de salud. Pero ser¨ªa un grave error culpar a los pacientes en su conjunto por un comportamiento que tiene su parte de l¨®gica. Muchos de los que acuden a urgencias lo hacen ante la evidencia de que no van a tener una respuesta suficientemente r¨¢pida en los servicios ordinarios.
Los recortes en los presupuestos sanitarios han aumentado las listas de espera para la visita a los especialistas y tambi¨¦n est¨¢ aumentando la espera para la visita al m¨¦dico de familia. No podemos culpar a los ciudadanos de que intenten buscar un atajo para sortear unas demoras que podr¨ªan evitarse. Saben que a trav¨¦s de las urgencias resolver¨¢n en unas horas un diagn¨®stico que por los cauces reglados puede tardar semanas.
El que sea l¨®gico no significa que no se deba corregir. La mayor¨ªa de los hospitales han adoptado sistemas de cribado para clasificar a los pacientes y poder priorizar as¨ª las urgencias reales. Pero si la presi¨®n contin¨²a, acabar¨¢ afectando al funcionamiento normal del servicio tambi¨¦n para los casos graves. Los flujos de urgencias tienen mucho que ver con la capacidad de resoluci¨®n de la asistencia primaria y la capacidad de drenaje de las pruebas diagn¨®sticas.
Es preciso dotar a la asistencia primaria y especializada de primer nivel de mayor capacidad resolutiva y de una respuesta diagn¨®stica m¨¢s r¨¢pida. Y no solo porque puede hacerlo, sino porque es m¨¢s eficiente. All¨ª donde los servicios de atenci¨®n primaria est¨¢n mejor dotados y desarrollados, el n¨²mero de pacientes que acuden por su cuenta a urgencias disminuye. Atender consultas banales en servicios de alta cualificaci¨®n tecnol¨®gica dimensionados para resolver casos graves supone un despilfarro que no nos podemos permitir. Hace mucho tiempo que los expertos aconsejan equilibrar mejor el reparto de recursos asistenciales entre la red hospitalaria y la red de asistencia primaria. Debe ser una prioridad.
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