Batucada a paso de ganso
Ni el pueblo brasile?o ni la comunidad jud¨ªa merecen el imperdonable golpe de infinita estupidez que acaba de babear el responsable de Cultura de Bolsonaro
El pueblo brasile?o, la comunidad jud¨ªa del mundo entero, los herederos ¨Ctatuados o no¡ªde la Shoah y absolutamente todos los seres pensantes, racionales, sensibles del planeta llamado Tierra (adem¨¢s de todos y cada uno de los ni?os) no merecen el imperdonable golpe de infinita estupidez y delirio que acaba de babear Roberto Alvim, Secretario de Cultura del Gobierno brasile?o que preside Jair Bolsonaro. A pesar de que ha sido cesado de manera fulminante por el presidente Bolsonaro, habr¨¢ que desearle a Roberto Alvim un largo martirio de escarnio y una penitencia ininterrumpida para el resto de sus d¨ªas; no le deseo el horno (que hallar¨¢ en el Infierno) ni el pared¨®n que quiz¨¢ merece, sino una luenga tortura de d¨¦cadas, atado a una silla que le permita ver de manera ininterrumpida pel¨ªculas interminables de conciencia y solidaridad, de piedad y conmiseraci¨®n, de v¨ªctimas que han sabido vencer a sus victimarios y de ancianos que jam¨¢s han de olvidar, heredando por generaciones la memoria viva de todo Holocausto.
Sucede que el imb¨¦cil de Alvim tuvo a bien citar a Joseph Goebbels en un encendido discurso a favor de la ¡°nueva cultura nacionalista brasile?a¡±. Orden y progreso to the max, en una estulticia esquizofr¨¦nica que ¨¦l quiso minimizar como ¡°coincidencia ret¨®rica¡± y cuya aplastante infamia motiv¨® que hasta el propio Bolsonaro tuviese que cesarlo (sin limpiar la duda de que en el fondo, sus colaboradores y sus ministros sincronizan con una filiaci¨®n fascistoide que ¨¦l mismo transpira). Lo peor es que Roberto Alvim haya querido librarse del esc¨¢ndalo imperdonable argumentando que las palabras plagiadas de Goebbels no fueron transcripci¨®n, sino coincidencia; con eso, pr¨¢cticamente estaba poni¨¦ndose el bigotito a la Charlot confirmando que el peor veneno de los neo-nazis, supra-trumpistas, supra-supremacistas, etc¨¦tera, es que precisamente coincidan sus discursos con la saliva de Hitler o la baba de Goebbels, o la vocesita tipluda de Franco y el histrionismo siniestro de Mussolini, al filo de que casi pase desapercibida la red ominosa de coincidencias en cuanto los nuevos fascistas imploran el imperio de sus nacionalismos xen¨®fobos, sus elevadas aspiraciones asesinas. Las palabras de Roberto Alvim siguieron la sombra oprobiosa del ministro de Econom¨ªa Paulo Guedes, que no s¨®lo justific¨® sino celebr¨® la represi¨®n de la vieja dictadura militar brasilera al defender el decreto Al-5, conocido como ¡°el golpe dentro del golpe¡±, una bestialidad mental que ha celebrado el propio hijo de Bolsonaro, el que no ha negado sus celebraciones de torturadores militares de la vieja dictadura. En ese clima repugnante, Roberto Alvim tuvo a bien desga?itarse en pro del ¡°arte nacionalista¡ que ha de ser heroico, ferozmente rom¨¢ntico, ser¨¢ objetivo y libre de sentimentalismo, ser¨¢ nacional con gran patetismo e igualmente imperativo¡ o de lo contrario, no ser¨¢ nada¡±. Llora la Bossa Nova y el vaiv¨¦n de la Samba, llora la playa de Copacabana y los amores en medio de la selva, llora el hermoso idioma de la saudade y millones de almas libres que no merecen m¨¢s que ver de lejos, colgado de su propia condena o lengua, a los tiranos descerebrados.
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