El reto pol¨ªtico de la desglobalizaci¨®n
Es imprescindible que Europa avance hacia una integraci¨®n pol¨ªtica m¨¢s s¨®lida, incluso empezando primero ¨²nicamente con los pa¨ªses de la zona euro
Del caos mundial en que vivimos, desde la crisis de 2008, da cuenta la insolvencia de los grandes problemas estructurales de ¨ªndole econ¨®mica, comercial y financiera que le acompa?an. Desde la par¨¢lisis por parte de EE?UU de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, pasando por los efectos pocos convincentes de los diversos G (grupos de los Siete, Ocho, Veinte, etc.), la ausencia de una instituci¨®n internacional consensuada capaz de poner reglas a la an¨¢rquica circulaci¨®n de capitales, deja expedito el ejercicio de las relaciones de fuerza entre los grandes Estados que dominan la econom¨ªa mundial. Prueba, una vez m¨¢s, de que el mercado mundial no se autorregula. La palabra desglobalizaci¨®n es otra manera de nombrar un proceso cuyo contenido reconduce a una pol¨ªtica proteccionista, impulsada por el mismo pa¨ªs que hab¨ªa impuesto el ultraliberalismo en los a?os noventa: EE UU.
Reci¨¦n elegido, Donald Trump abog¨® por un proteccionismo unilateral y agresivo, sorprendiendo a China y Europa. Cierto es que, antes que ¨¦l, Barak Obama hab¨ªa iniciado una tendencia econ¨®mica similar, cuestionando los acuerdos comerciales transatl¨¢nticos y asi¨¢ticos. Y, probablemente, un nuevo presidente dem¨®crata desarrollar¨ªa la misma pol¨ªtica.
Es decir, la ola de proteccionismo que adviene es un movimiento de fondo que genera un papel renovado, determinante, del Estado. No es por casualidad si, para definir las relaciones comerciales entre los grandes bloques, se utiliza cada vez m¨¢s, como si fuera banal, la expresi¨®n ¡°guerra comercial¡±.
En esta coyuntura comercial b¨¦lica, aparentemente Trump ha ganado la primera batalla frente a China, consiguiendo, el 15 de enero, un control m¨¢s severo de las exportaciones chinas en EE UU y una apertura relativa del mercado chino a las norteamericanas. Una victoria, sin embargo, dif¨ªcil de evaluar, dado que China todav¨ªa puede desafiar tama?a presi¨®n por disponer de un ancho y potente mercado interior que satisfacer. Por otro lado, queda pendiente la negociaci¨®n con Europa, que Trump prev¨¦ tensa, pues quiere vender victorias a su opini¨®n p¨²blica para las pr¨®ximas elecciones.
De estos escenarios que van surgiendo, se desprende sin embargo una lecci¨®n principal: a escala mundial, el papel de los Estados va cobrando cada vez m¨¢s peso. Puede incluso que se desvanezca la idea de un sistema comercial mundial equitativo, basado en el derecho internacional, que supere los intereses particulares de los Estados.
En este contexto, la debilidad de Europa queda en evidencia porque, para defender el comercio europeo, necesitar¨ªa disponer de una verdadera integraci¨®n y presencia pol¨ªtica en el mundo. Es precisamente el eslab¨®n ausente en la UE, pues ning¨²n gobierno europeo, ni siquiera Alemania, podr¨¢ afrontar en solitario a los grandes Estados (EE UU, China, y los emergentes como Brasil, M¨¦xico, India) que vertebrar¨¢n el curso de las relaciones comerciales mundiales. Si la desglobalizaci¨®n acaba abriendo un ciclo largo, comparable al de la globalizaci¨®n desde los a?os 1990, es imprescindible que Europa avance hacia una integraci¨®n pol¨ªtica m¨¢s s¨®lida, incluso empezando primero ¨²nicamente con los pa¨ªses de la zona euro. Es un reto de supervivencia.
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