El m¨¦todo socr¨¢tico
ESTABA UNO LEYENDO en el peri¨®dico las cr¨®nicas sobre el debate de la investidura de Pedro S¨¢nchez, en el que algunas voces auguraban el cierre por demolici¨®n de Espa?a, cuando tropez¨® con esta curiosa imagen. El se?or desenfocado que aparece de espaldas, due?o precisamente de una de esas voces sombr¨ªas, se hallaba en la mitad de la exposici¨®n f¨²nebre, cuando la se?ora de rojo que se manifiesta al fondo, y que iba o ven¨ªa de alg¨²n sitio, se detuvo a escucharlo, sorprendida sin duda por sus lloriqueos. Y ah¨ª es donde encontr¨® consuelo la angustia del lector del peri¨®dico. Esa mirada, ese gesto, esa expresi¨®n desarmaban los vaticinios escalofriantes de Casado, que as¨ª se llama el interfecto, mejor que la pieza oratoria m¨¢s brillante que quepa imaginar.
Mar¨ªa Jes¨²s Montero fue sorprendida por la c¨¢mara en el ejercicio del primer momento del m¨¦todo socr¨¢tico: la iron¨ªa, por medio del cual se hace ver al alumno lo absurdo de sus convicciones, que vuelan enseguida de su mente para dejar espacio a lo genuino. El segundo movimiento, el de la may¨¦utica, que as¨ª llamaba el fil¨®sofo griego al alumbramiento de la verdad, no se da siempre, pues depende en parte de la buena voluntad del alumno y de sus capacidades intelectuales. Pero cuando no le sirve a ¨¦l, como fue el caso, le sirve al espectador.
Y aqu¨ª es donde se demuestra que una fotograf¨ªa puede tener m¨¢s fuerza que un editorial perfectamente razonado. Dicho en otras palabras: la imagen es un sistema de significaci¨®n propio: no necesita, pues, apoyar ni ser apoyado por un texto. No ilustra la noticia, la proporciona.
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