Media hora de recreo escolar: ?es suficiente para que los ni?os se desfoguen?
Estos 30 minutos de asueto aportan una cantidad de actividad f¨ªsica residual, alejada de la recomendada en edades de 3 a 6 a?os
Entre las 10.00 y las 10.30 horas de la ma?ana, los patios de la mayor¨ªa de los colegios acogen a diario ni?os y ni?as de segundo ciclo de Educaci¨®n Infantil (de 3 a 6 a?os). Es un momento para disfrutar, divertirse, compartir, sociabilizar, jugar y, sobre todo, moverse. Treinta minutos donde la actividad f¨ªsica deber¨ªa ser el verdadero protagonista de este tiempo de ocio. Unos 1.800 segundos para andar, correr tras un compa?ero, golpear un bal¨®n, saltar a la comba, jugar al pilla pilla, al bal¨®n prisionero, al pa?uelo, al corro de la patata¡ Un tiempo, imprescindible para mejorar la salud de los m¨¢s peque?os, pero que los expertos consideran insuficiente.
Los datos respaldan esta valoraci¨®n. Un reciente estudio, realizado por Ra¨²l Fraguela Vale, Lara Varela Garrote y Miriam Carretero, de la Universidad de A Coru?a, titulado Actividad f¨ªsica durante la jornada escolar en Educaci¨®n Infantil: comparativa entre la escuela urbana y la escuela bosque, ha comparado la situaci¨®n habitual de una gran parte del alumnado escolarizado en esta etapa de Infantil, representado por la escuela urbana, con otra posibilidad educativa escasamente extendida en nuestro pa¨ªs, como es la escuela bosque. Un modelo de educaci¨®n al aire libre, que utiliza los espacios naturales, forestales, para el aprendizaje de todo tipo de habilidades personales, sociales y t¨¦cnicas, y que tiene una especial presencia en Reino Unido, Suecia, Dinamarca y Canad¨¢. La conclusi¨®n, a la que han llegado sus autores del estudio, es que el ¡°contexto de la escuela urbana limita el movimiento de su alumnado casi exclusivamente al tiempo del recreo y realiza una aportaci¨®n residual a la cantidad de actividad f¨ªsica recomendada a estas edades. En cambio, el contexto de la escuela bosque aporta al alumnado gran parte de la cantidad diaria de actividad f¨ªsica recomendada y ni?os y ni?as presentan un nivel de actividad similar¡±.
La recomendaci¨®n diaria de movimiento para considerar que una persona es activa en las edades estudiadas, desde el punto de vista de la salud, es de 11.500 pasos. Para llevar a cabo esta investigaci¨®n, se colocaron pod¨®metros que los ni?os y ni?as llevaban puesto hasta el momento de la salida (14 h) y, posteriormente, se registraba el n¨²mero de pasos cubiertos durante la jornada. Los resultados obtenidos indicaron que la media de pasos de los participantes durante la jornada escolar fue de 5.096,77 pasos, lo que supone un 44,32% de la recomendaci¨®n diaria de pasos. Un dato significativo en las escuelas urbanas es que la media de pasos de las ni?as (1.662,5 pasos) y de los ni?os (2.609,33), cifrada en 2.135,9, supuso solo un 18,57% del total de pasos recomendados diarios. Mientras, los pasos dados por las ni?as (7.871,76) y los ni?os (8.983,29) en la escuela bosque, en ese mismo periodo de tiempo, que alcanz¨® el 73,3% del total recomendado. Adem¨¢s, los alumnos y alumnas de la escuela bosque alcanzan valores similares entre los dos g¨¦neros, aunque los ni?os siguen por encima. Estos resultados confirman, seg¨²n Fraguela Vale, que ¡°la cantidad de actividad f¨ªsica que realiza el alumnado durante la jornada escolar es muy baja. En general, los ni?os y ni?as de estas edades no alcanzan los niveles m¨ªnimos saludables de actividad f¨ªsica diaria y la escuela no est¨¢ contribuyendo a disminuir este problema¡±.
El investigador de este estudio afirma que ¡°las escuelas rurales y las urbanas limitan en la misma medida las posibilidades de juego y movimiento de los m¨¢s peque?os¡±. Porque, seg¨²n apunta Fraguela Vale, ¡°el llamado idilio rural, en el que la infancia juega libremente en el entorno natural de los pueblos m¨¢s peque?os, no responde a la realidad. La falta de compa?eros de juego de la misma edad y los largos desplazamientos a las escuelas, casi siempre en coche particular o en transporte p¨²blico, hace a la infancia rural tan sedentaria como la urbana¡±. El estudio muestra que existe un desfase enorme entre las necesidades naturales de movimiento de los ni?os en edad infantil y lo que realmente pueden moverse en las escuelas tradicionales.
En el Grupo de investigaci¨®n (ImFine) llevan a?os estudiando y proponiendo la escuela como el lugar ideal para la promoci¨®n de la Actividad F¨ªsica y la Salud y reivindicando la figura del profesor de Educaci¨®n Infantil como agente de salud y generador de proyectos en este sentido. Proyectos como Kiss and Go, para generar entornos escolares seguros; Patios Coeducativos, que favorezcan los recreos activos; o el programa DAME 10 o Active School Days, que desarrolla descansos activos en las clases, se presentan como medidas que suman minutos de actividad y acercan a la poblaci¨®n infantil y juvenil al cumplimiento de las recomendaciones dentro del tiempo que los ni?os pasan en el colegio. Una actividad f¨ªsica que, en opini¨®n de Augusto Garc¨ªa Zapico, Profesor Contratado Doctor, Facultad de Educaci¨®n-UCM y miembro Grupo Investigaci¨®n ImFINE-UPM, no es necesario complementar a estas edades con otro tipo de deporte y donde el juego motor debe ser la actividad principal a estas edades, sin diferencias de g¨¦nero que puedan desarrollar estereotipos prematuros. ¡°Es una etapa en la que el desarrollo de habilidades motrices y psicomotrices es el objetivo fundamental del aprendizaje motor. Una actividad f¨ªsica (AE) lo m¨¢s variada posible nos proporcionar¨¢ el abanico m¨¢s amplio para ese aprendizaje. Entornos que estimulen el juego y el movimiento son la estrategia ideal para fomentar la AF en estas edades, y el juego libre, no dirigido, deber¨ªa ser predominante¡±.
De hecho, frente al juego libre, la pr¨¢ctica de deporte en edades tempranas favorece tambi¨¦n el desarrollo de estereotipos de g¨¦nero, dado que en la mayor¨ªa de los patios escolares los ni?os suelen ocupar m¨¢s espacio que las ni?as, jugando por ejemplo a actividades con bal¨®n (f¨²tbol), un hecho que tiene una influencia clara en su comportamiento motriz. Esta circunstancia, en opini¨®n de Garc¨ªa Zapico, ¡°lleva a las ni?as a no disponer de espacio y las empuja a conductas menos activas en los tiempos de recreo¡±. Uno de los principales causantes de este problema es el dise?o de los patios escolares. En opini¨®n de este profesor de la Facultad de Educaci¨®n-UCM, se trata de ¡°un dise?o anticuado que recuerda al de las c¨¢rceles, con una pista polideportiva que ocupa el lugar central, escasez de elementos naturales, de sombras y predominancia del asfalto, que invita a realizar actividades concretas (jugar al f¨²tbol o al baloncesto). Ejercicios que no estimulan conductas motrices variadas y que no generan el juego libre, caracterizado por el movimiento, el desarrollo de la imaginaci¨®n y la socializaci¨®n de nuestros hijos¡±. ¡°Un patio para edades de 3 a 6 a?os deber¨ªa parecerse m¨¢s a un bosque que a una c¨¢rcel. El bosque es igual para todos, un entorno natural en el que inventar, cooperar y desarrollar todas las posibilidades motrices de ni?os y ni?as¡±, concluye Garc¨ªa Zapico.
Las evidencias cient¨ªficas avalan claramente los beneficios que la actividad f¨ªsica tiene tambi¨¦n para la salud en estas edades tempranas y que est¨¢n vinculados a una mejora de la forma f¨ªsica, tanto de las funciones cardiorrespiratorias como de la fuerza muscular, reducci¨®n de la grasa corporal, mayor salud ¨®sea y menor presencia de s¨ªntomas de depresi¨®n. Alfonso Salguero del Valle, profesor titular del Departamento de Educaci¨®n F¨ªsica y Deportiva de la Universidad de Le¨®n, afirma que es importante crear un h¨¢bito en los primeros a?os de vida. Principalmente, que los padres realicen actividad f¨ªsica con sus hijos en su tiempo de ocio, no solo desde la escuela, porque ¡°para que una actividad, del tipo que sea, y m¨¢s cuando hablamos de ni?os y ni?as, se perpet¨²e en el tiempo, tiene que ir asociada al disfrute, al compa?erismo, etc. Para lograrlo, es importante fomentar una pr¨¢ctica que refuerce los aspectos de motivaci¨®n intr¨ªnseca y no solo la obtenci¨®n de recompensas externas y/o de consecuci¨®n de un rendimiento deportivo¡±.
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