M¨¢s all¨¢ de una izquierda defensiva
La ¡°izquierda¡± debe ser un acicate para ampliar lo conquistado, pero sin dogmas ni ilusa superioridad
"S¨ª se puede¡±. La consigna escuchada estos d¨ªas tras la hist¨®rica investidura y los nombramientos del Consejo de Ministros, con carteras a la izquierda del PSOE, resume un cierto fin de ciclo. Me refiero al que arranc¨® en mayo de 2011 en uno de los momentos m¨¢s significativos de la crisis que azotaba a nuestro pa¨ªs. Aparecer¨¢n, desde luego, ¡°aguafiestas¡± que cuestionen el astuto oportunismo de quien consigui¨® la confianza del palacio de la Moncloa cabalgando a lomos de la indignaci¨®n de las plazas, pero lo cierto es que la intensa marcha por las instituciones iniciada en 2014 ha conseguido una resonancia social a tener en cuenta. S¨ª, convengamos, algo se ha podido, ?pero exactamente respecto a qu¨¦? La posici¨®n m¨¢s militante lo tiene claro: este singular hito ¡ªun Gobierno de coalici¨®n de izquierdas infrecuente no solo en nuestra historia¡ª representar¨ªa un triunfo para un partido nuevo bombardeado por tierra, mar y aire por sus enemigos ¡ªel r¨®tulo ¡°adversario pol¨ªtico¡± se queda corto¡ª, sin dejar de lado ¡°las cloacas¡±.
Me atrever¨ªa a sugerir, sin usar la expresi¨®n ¡°entusiasmo¡± y haciendo un gui?o al viejo Kant que, salvando las distancias, la ilusi¨®n despertada por este Gobierno del cambio entre gente progresista diferente tiene que ver m¨¢s con la apertura de cierta imaginaci¨®n pol¨ªtica, bloqueada en los ¨²ltimos tiempos, que con los m¨¦ritos exclusivos de sus protagonistas que, no nos enga?emos, tampoco llegaron a esta situaci¨®n en su mejor momento. Kant entend¨ªa la simpat¨ªa y ¡°entusiasmo¡± por los acontecimientos hist¨®ricos a pesar de sus ambivalencias ¡ªla Revoluci¨®n Francesa, con sus luces y sombras¡ª como un signo de confianza en la posibilidad de progreso. Hoy nuestro Gobierno es la mejor noticia para empezar el a?o contra el cinismo y la resignaci¨®n que por lo general solo perpet¨²an lo mismo. Independientemente de los ¨¦xitos y fracasos que pueda gestionar, muchos necesit¨¢bamos, aunque fuera solo por autoestima, confiar en algo m¨¢s all¨¢ del demasiado habitual miedo al futuro al que nos condenan el neoliberalismo y su reciente hermano gemelo: el neoliberalismo regresivo. Alguien dec¨ªa que son los c¨ªnicos los que siempre se equivocan.
Este desbloqueo de la imaginaci¨®n pol¨ªtica, sin embargo, no ha de significar un cheque en blanco. S¨ª, se han podido redistribuir las casillas del PSOE y su izquierda en el tablero de un modo ligeramente diferente ¡ªveremos, no obstante, si las inercias de unos y otros pueden ampliar las reglas de juego¡ª; s¨ª, se ha podido configurar un Gobierno de izquierdas y solucionar una situaci¨®n de desgobierno que ya estaba generando ansiedad, pero ?desde qu¨¦ marco? ?Desde qu¨¦ lugar se est¨¢ cantando victoria a tenor del retroceso global de las llamadas ¡°izquierdas¡± salvo algunas y recientes excepciones? El cap¨ªtulo que nos va a tocar vivir dentro de ese resiliente relato llamado R¨¦gimen del 78 apunta a la cristalizaci¨®n de un bloque a¨²n no muy s¨®lido que empu?a valores de progreso social ¡ªprovisionalmente, ha ganado la batalla de ¡°ser moderno¡±¡ª; que se declara expl¨ªcitamente cr¨ªtico del neofranquismo kitsch y comprometido con los nuevos ejes reivindicativos (feminismo, ecologismo). Dicho esto, ?no corre tambi¨¦n el riesgo de quedar entrampado si se obstina, dada su fragilidad, en autodefinirse en t¨¦rminos meramente defensivos frente a la derecha? Esta estrategia ha dado r¨¦dito electoral, pero no puede seguir valiendo como eje de futuro. Ni la socialdemocracia actual ni un eurocomunismo 2.0, adornado de barniz nacional-popular y con una fuerte dependencia cesarista, pueden constituir un bloque hist¨®rico de futuro present¨¢ndose simplemente como un bloque antifascista o impulsando el miedo a la involuci¨®n. En nuestras sociedades complejas necesitamos procesos pol¨ªticos de aprendizaje colectivo m¨¢s amplios.
Se recuerda poco c¨®mo, en el siglo pasado, dos de las experiencias europeas progresistas m¨¢s importantes de la posguerra fueron procesos de aprendizaje antifascistas, aunque modulados desde la idiosincrasia nacional. All¨ª donde Palmiro Togliatti construy¨® un partido educador que pudiera, en alianza con otras fuerzas, evitar la resurrecci¨®n del espectro fascista, construyendo una pol¨ªtica cultural en la vida cotidiana y sus instituciones, la New Left brit¨¢nica, conforme al ¡°esp¨ªritu del 45¡±, trat¨® de hacer del orgullo de la victoria colectiva antifascista en la guerra un programa moral que actuara de contrapeso del conformismo laborista. No cabe subestimar en absoluto el valor de ejemplo de esa tradici¨®n de izquierda, pero tampoco podemos ignorar que, en la tercera d¨¦cada del siglo XXI, ese gran imaginario de la izquierda moral ha quedado seriamente erosionado tras los embates del neoliberalismo desde los a?os setenta. Hoy, a la vista del matrimonio entre la ley del mercado, naturalizada como ¨²nico escenario posible, y el golpe viril en la mesa, no podemos olvidar esta lecci¨®n hist¨®rica. Hoy, m¨¢s que nunca, a la vista de lo que se ha podido, la ¡°izquierda¡± no puede ser un fetiche que pueda eclipsar cualquier consideraci¨®n sobre la fragilidad del suelo conquistado y su crisis hist¨®rica, sino un acicate para ampliar su radio de acci¨®n sin dogmas ni ilusa superioridad.
Germ¨¢n Cano es profesor de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares.
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