Los ping¨¹inos fomentan la cooperaci¨®n polar
Investigadores espa?oles en colaboraci¨®n con otros pa¨ªses analizan los impactos del cambio clim¨¢tico y la contaminaci¨®n en estas aves polares
Ya a las puertas de mi viaje a la Ant¨¢rtida con la XXXIII Campa?a Ant¨¢rtica Espa?ola, los encuentros con cient¨ªficos que llevan muchos a?os viajando al extremo sur resultan ser los mejores gu¨ªas para acercarse al misterioso continente blanco. Algunas, como la matem¨¢tica Ana Justel, del proyecto MicroAirPolar, me prestan su propio equipamiento; otros, como el pionero ge¨®logo ant¨¢rtico Jer¨®nimo L¨®pez, me empapan de historia espa?ola en ese continente. Los hay tambi¨¦n que est¨¢n de regreso y me cuentan lo que han estado haciendo hasta hace unos d¨ªas por ese continente, que cada d¨ªa siento m¨¢s cerca.?
A algunos, como a Andr¨¦s Barbosa, bi¨®logo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), lo echar¨¢n de menos este 2020 los 20.000 ping¨¹inos barbijos que se re¨²nen cada verano austral para tener sus cr¨ªas en la Isla Decepci¨®n de la Ant¨¢rtida, donde se encuentra la base Gabriel de Castilla. Barbosa hab¨ªa escogido en esta ocasi¨®n otro destino: la base Artigas de Uruguay, en la isla Rey Jorge. Los barbijos que visitan Decepci¨®n son una de las 19 especies que existen en el planeta (hasta hace poco se cre¨ªa que eran 18) y en este verano austral Barbosa buscaba a los adelia, cuya maternidad est¨¢ cerca del enclave uruguayo.
Estas simp¨¢ticas y nada frioleras aves son un buen ejemplo de lo que significa la cooperaci¨®n cient¨ªfica polar en tan inmenso e inaccesible continente, de 14 millones de kil¨®metros cuadrados. Moverse de una isla a otra es una odisea, siempre al albur de la climatolog¨ªa, y son habituales los intercambios de cient¨ªficos entre bases de diferentes pa¨ªses. Ahora mismo, en las espa?olas hay en marcha tres proyectos de Portugal y uno m¨¢s, colombiano, se desarrolla a bordo del buque oceanogr¨¢fico Hesp¨¦rides, que comparte espacio estos d¨ªas con el proyecto Powell 2020.
La isla Rey Jorge en la que ha estado el bi¨®logo Barbosa dispone del ¨²nico aer¨®dromo en toda la pen¨ªnsula Ant¨¢rtica y re¨²ne hasta 15 bases cient¨ªficas de un buen n¨²mero de pa¨ªses (Chile, Argentina, Uruguay, China, Corea o Brasil). ¡°Normalmente hacemos intercambios entre bases, aparte del apoyo compartido en los trayectos en los buques. La Ant¨¢rtida es un ejemplo de cooperaci¨®n internacional que funciona desde hace d¨¦cadas sin conflictos¡±, explica despu¨¦s de pasar varias semanas recogiendo datos en uno de los lugares ant¨¢rticos m¨¢s visitados por los seres humanos. ¡°Adem¨¢s de cient¨ªficos, cada d¨ªa hay entre tres y cinco cruceros que van a recoger turistas que llegan en avi¨®n. Tambi¨¦n los hay que van desde Chile para pasar un d¨ªa en la Ant¨¢rtida. En Artigas, con mis colegas uruguayos, quer¨ªamos ver el impacto de tanto tr¨¢fico en los ping¨¹inos, si est¨¢n cambiando sus rutinas¡±, se?ala.
Barbosa, que adem¨¢s de cient¨ªfico del CSIC es responsable del programa polar espa?ol, quer¨ªa saber adonde van los ping¨¹inos adelia a comer, as¨ª que coloc¨® GPS en la espalda de algunos ejemplares. Tambi¨¦n les extrajo sangre para estudiar su ADN y le hizo fotos del proceso reproductivo. ¡°Cuanto m¨¢s lejos tengan que ir a por su comida, m¨¢s esfuerzo realizan y m¨¢s lejos est¨¢n de las cr¨ªas, lo que resulta m¨¢s arriesgado para ellas", comenta el bi¨®logo, ahora ya en su despacho, decorado con ping¨¹inos de cart¨®n piedra. ¡°?Mi inter¨¦s en un ave tan lejana? En la campa?a de 1994-1995 me fui a la Ant¨¢rtida con el cient¨ªfico Juan Moreno, tambi¨¦n del Museo Nacional de Ciencias Naturales, y ya me qued¨¦ enganchado, aunque reconozco que cuando era estudiante me atra¨ªa mucho m¨¢s ?frica, nada que ver con lo que hago ahora, que me entusiama¡±.
Hoy, las aves con aspecto m¨¢s torp¨®n y simp¨¢tico de la fauna no solo son su objetivo, sino tambi¨¦n su preocupaci¨®n, porque ha visto c¨®mo las poblaciones de barbijo han disminuido un 40% en pocas d¨¦cadas. Cada vez hay menos krill, los crust¨¢ceos de los que se alimentan. La culpa de la escasez est¨¢ en el cambio clim¨¢tico y en la sobrepesca: ¡°Aunque la Convenci¨®n para la Conservaci¨®n de los Recursos Marinos Ant¨¢rticos (CCAMLR) regula los cupos de krill que se pueden coger, no basta, y los intentos de proteger el mar de Weddell, al oeste de la pen¨ªnsula Ant¨¢rtida, han sido infructuosos por el veto de Rusia y China¡±. A esto se suma que el cambio clim¨¢tico est¨¢ afectando a las grandes plataformas de hielo en las que cr¨ªa esta peque?a gamba, y eso da?a sus poblaciones.
Bienvenidos a un domingo en la mar desde la #Ant¨¢rtida.
— Armada (@Armada_esp) January 19, 2020
Nuestras oficinas flotantes son insuperables.#FelizDomingo #SomosLaArmada pic.twitter.com/yDUzQcHw7X
Por si fuera poco, un estudio publicado el pasado mes de octubre por cient¨ªficos portugueses ha revelado que los ping¨¹inos ya se alimentan, sin ser conscientes de ello, de micropl¨¢sticos: el 20% de las heces analizadas en en el trabajo de investigaci¨®n conten¨ªa restos de menos de cinco mil¨ªmetros de este material.
¡°Hubo un tiempo en que los balleneros usaban a los ping¨¹inos como combustible de sus calderas gracias a la grasa de sus cuerpos. Ahora nos parece terrible esa imagen, porque son animales emblem¨¢ticos y atractivos, pero algunas de sus poblaciones est¨¢n decreciendo mucho y aunque hay especies cuyas poblaciones aumentan en otras zonas, su diversidad est¨¢ en riesgo¡±, se?ala Barbosa.
Estos d¨ªas comparte despacho con una investigadora brasile?a que trabaja en la Universidad Cat¨®lica de Chile. Juliana Vianna es especialista en estudios de filogenia y ADN de los ping¨¹inos. Dirigi¨® el proyecto que ha determinado que son 19 y no 18 las especies que existen, y me explica que todas tuvieron un origen com¨²n hace 22 millones de a?os, justo cuando la Ant¨¢rtida ya era un continente independiente de Am¨¦rica y Australia y estaba en proceso de alejamiento. Averiguar c¨®mo fueron diversific¨¢ndose a lo largo del tiempo, por la selecci¨®n natural, forma parte de su fascinante trabajo.
Juliana habla del papel fundamental que tuvo el frente polar ant¨¢rtico o tambi¨¦n llamada "corriente ant¨¢rtica" en esta historia biol¨®gica. Me llama la atenci¨®n el dato de que el ping¨¹ino pap¨²a, el del pico rojo, apareciera en ese continente hace unos 3,7 millones de a?os, justo cuando en ?frica los primeros Australopithecus bajaban de los ¨¢rboles para dar sus primeros pasos como b¨ªpedos, en el inicio del camino a nuestra propia especie. En breve, anuncia Juliana, tendr¨¢ otros resultados publicados que a¨²n no me puede desvelar y han requerido la cooperaci¨®n de investigadores de una decena de pa¨ªses.
No muy lejos de esa corriente circumpolar navega el buque Hesp¨¦rides. Recibo puntuales noticias de su singladura por el mar de Weddell con el proyecto Powell 2020 a bordo. Tambi¨¦n, en la distancia, me cuentan la odisea que este a?o ha supuesto abrir por tierra, sin apoyo del buque, el campamento Byers, cercano a la Base Juan Carlos I de isla Livingston, para que pudieran trabajar all¨ª los cient¨ªficos del proyecto sobre permafrost de Miguel ?ngel de Pablos, de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares.
El papel de los ping¨¹inos cooperantes va m¨¢s all¨¢ de la ciencia. Desde el 16 de diciembre, el Ej¨¦rcito de Tierra, que gestiona la base Gabriel de Castilla, mantiene abierta, un a?o m¨¢s, la campa?a "apadrina un ping¨¹ino", que ya cuenta con m¨¢s de 130.000 padrinos. Y este a?o se completa con un donativo para la iniciativa "ping¨¹inos contra el c¨¢ncer infantil¡±, en colaboraci¨®n con la Asociaci¨®n Pablo Ugarte. Su objetivo es conseguir fondos para la investigaci¨®n contra esta enfermedad. De momento, llevan algo m¨¢s de 1.000 euros, pero a¨²n queda mucha campa?a. Para la autora de este blog¡ ?comienza en unos d¨ªas!
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