Desjudicializar
Las urnas son la salida pol¨ªtica al laberinto legal de Torra
La Sala de lo Contencioso-administrativo resolvi¨® el pasado jueves el recurso del presidentde la Generalitat, Quim Torra, contra la decisi¨®n en la que la Junta Electoral Central le privaba de su esca?o en el Parlament a consecuencia de la sentencia de inhabilitaci¨®n dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a. La resoluci¨®n de la Sala de lo Contencioso-administrativo se produjo antes de que el fondo ¨²ltimo de la cuesti¨®n, la inhabilitaci¨®n de Torra por haber mantenido emblemas independentistas sobre la fachada de la Generalitat en periodo electoral, haya sido decidido definitivamente por la Sala de lo Penal del mismo Tribunal Supremo. Por ¨²ltimo, la Junta Electoral, esta vez la de Barcelona, ha concedido 48 horas al Parlament para que, a tenor de lo ya establecido por el Supremo, retire el esca?o a Torra.
La evidente dificultad para describir con precisi¨®n este laberinto de resoluciones judiciales que el propio president de la Generalitat ha querido tejer a su alrededor a partir de una decisi¨®n entre grotesca e inane coloca al independentismo, y no solo a su partido, ante la disyuntiva de aplicarse a s¨ª mismo aquello que no deja de reclamar a los dem¨¢s. Si el independentismo quiere de verdad desjudicializar la pol¨ªtica, ese eslogan del que ha hecho bandera, que empiece por aquello que, en una esfera pol¨ªtica sin interferencia alguna con la justicia, har¨ªa cualquier partido que no cese de invocar la democracia y el bien de los ciudadanos, y del que dependa un Ejecutivo incompetente y paralizado: convocar elecciones. Catalu?a merece que de una vez por todas las urnas se pronuncien sobre una estrategia que hasta ahora solo ha consistido en cometer ilegalidades para, a continuaci¨®n, exhibirse agraviado por la actuaci¨®n de los Tribunales y recurrir sus decisiones, inflando deliberadamente una monumental burbuja para que Torra pueda continuar gesticulando como president en su interior.
Editoriales anteriores
En t¨¦rminos pol¨ªticos, estrictamente pol¨ªticos, hace demasiado tiempo que el independentismo carece de cualquier argumento para prolongar una legislatura en la que no existe propiamente un Ejecutivo, sino una acumulaci¨®n desordenada de funciones y consejeros, ni tampoco un Legislativo, sino un escenario donde la eficacia de los debates en los que deber¨ªan decidirse los asuntos m¨¢s graves de una comunidad en nada difiere de la de unas charlas intrascendentes entre diputados. El reciente compromiso alcanzado entre las fuerzas independentistas con En Com¨² Podem para aprobar los presupuestos auton¨®micos ha permitido superar por un lado una par¨¢lisis que, por el otro, permanece f¨¦rreamente asegurada: con un president cuyas prioridades pol¨ªticas coincidan con las expresadas por Quim Torra, ni Catalu?a conseguir¨¢ revertir los da?os econ¨®micos y sociales infligidos por el proc¨¦s, ni existen garant¨ªas de que, si de ¨¦l depende, no se ciegue cualquier salida.
El Partido Socialista, primero, y el Gobierno presidido por Pedro S¨¢nchez, despu¨¦s, est¨¢n dando pasos arriesgados para reconducir la situaci¨®n en Catalu?a sin que, por el momento, sus interlocutores de Esquerra Republicana de Catalu?a hayan correspondido con el m¨¢s m¨ªnimo gesto. La encrucijada ante la que el president Torra se ha colocado deliberadamente a s¨ª mismo, y que ma?ana deber¨¢ recibir una respuesta del conjunto del independentismo, interpela de manera directa a ERC y, si la obcecaci¨®n y el fanatismo no le cegara, tambi¨¦n a su socio de Gobierno, Junts per Cataluyna. En manos de ambos partidos ha quedado la decisi¨®n de qu¨¦ hacer del Parlament, un parapeto para seguir judicializando la pol¨ªtica al mismo tiempo que se reclama desjudicializarla o una C¨¢mara donde la voluntad de los ciudadanos tenga el valor que le corresponde. La propaganda interesada acerca de la respuesta judicial del Estado ya ha dado de s¨ª todo cuanto pod¨ªa, y ha llegado la hora de que el independentismo demuestre con hechos pol¨ªticos cu¨¢l es la suya.
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