¡°No ser sumisa exige un combate constante y agotador¡±
La fil¨®sofa francesa Manon Garc¨ªa es heredera del existencialismo de Simone de Beauvoir y aborda un tab¨² del feminismo: la sumisi¨®n
Se podr¨ªa hablar de filosof¨ªa del #metoo, nacida al abrigo de la ola de denuncias por abusos sexuales a ra¨ªz del caso Weinstein en 2017 y la posterior liberaci¨®n de la palabra por parte de las mujeres. Pero el pensamiento de Manon Garcia, exalumna de la prestigiosa Escuela Normal Superior, doctora en Filosof¨ªa y docente en varias universidades de Estados Unidos, va m¨¢s all¨¢. Hunde sus ra¨ªces en la corriente filos¨®fica que, hace 70 a?os, marc¨® desde Par¨ªs el paso intelectual en buena parte del planeta: el existencialismo. Y propone una relectura del feminismo cl¨¢sico y lo actualiza. Por eso no sorprende que la figura y la obra de Simone de Beauvoir ¡ªfeminista y a la vez existencialista¡ª planeen sobre su primer libro, On ne na?t pas soumise, on le devient (No se nace sumisa, se llega a serlo). Desde el mismo t¨ªtulo ¡ªuna par¨¢frasis del ¡°No se nace mujer, se llega a serlo¡± de Beauvoir¡ª hasta la reivindicaci¨®n de la autora de El segundo sexo como fil¨®sofa de primer orden, Garcia (Par¨ªs, 1985) se inscribe en una tradici¨®n. Pero no se conforma, sino que le da varias vueltas de tuerca ¡ªm¨¢s que de dominaci¨®n masculina, o de explotaci¨®n, o de patriarcado, o de lucha por la igualdad, se dedica a diseccionar el concepto de sumisi¨®n, ¡°punto ciego¡± y ¡°tab¨²¡± del feminismo¡ª y la proyecta en el siglo XXI.
PREGUNTA.??Por qu¨¦ se fija en la sumisi¨®n? Podr¨ªa haber hablado de dominaci¨®n o de igualdad.
RESPUESTA.?Al hablar de dominaci¨®n, hablamos de lo que los hombres hacen a las mujeres. La sumisi¨®n es lo que ocurre cuando existe una relaci¨®n social de dominaci¨®n, pero desde el punto de vista del dominado. Supone un cambio de punto de vista: escuchar a las mujeres. Una de mis tesis es que no son pasivas ante la dominaci¨®n.
P.??Qu¨¦ hacen las mujeres ante la dominaci¨®n?
R.?No digo que todas las mujeres sean sumisas, sino que, en funci¨®n de la dominaci¨®n masculina, muchas adaptan su comportamiento. Y a esta adaptaci¨®n se le puede llamar sumisi¨®n. No es ninguna estupidez por parte de las mujeres. Saben que, si son sonrientes y delgadas y guapas, obtendr¨¢n cosas que de otro modo no obtendr¨ªan. Y que, por tanto, someterse al orden patriarcal conlleva beneficios.
P.??Cu¨¢les?
R.?Si usted busca un empleo y es simp¨¢tica y m¨¢s bien guapa y delgada, lo obtendr¨¢ m¨¢s f¨¢cilmente que si tiene el pelo corto, se comporta como un hombre ¡ªes decir, no se excusa por sus opiniones o propuestas¡ª y no encaja en los criterios de mujeres guapas y delgadas. Y esto es algo que han mostrado las lesbianas, castigadas por escapar al sistema heterosexista o heteronormativo. No entrar en el juego de la seducci¨®n tiene un alto coste en la sociedad, y las mujeres lo saben bien.
¡°Las mujeres saben que, si son sonrientes y delgadas y guapas, obtendr¨¢n cosas que de otro modo no obtendr¨ªan¡±
P.?Tambi¨¦n hay placer en la sumisi¨®n, dice usted.
R.?Uno de los ejemplos m¨¢s evidentes es la sumisi¨®n sexual. Pero no solo. Lo que est¨¢ en juego aqu¨ª es que a las mujeres se las educa seg¨²n normas sociales marcadas por el g¨¦nero. Estas normas dicen que la mujer debe esperar al pr¨ªncipe azul, que un hombre vendr¨¢ a seducirla, que hay una oposici¨®n entre la pasividad de las mujeres y la actividad de los hombres, y que todo esto construye un erotismo y una vida interior que consiste en considerarse como una presa. Y al considerarse una presa, hay un sentimiento de haber cumplido con aquello para lo que una ha sido programada. Es complicado, especialmente para las mujeres feministas: casarse y decirse: ¡°Finalmente un hombre se ha casado conmigo¡±. Es dif¨ªcil escapar a estas normas sociales. Y producen placer, la impresi¨®n de que se han hecho bien las cosas. Encuentro interesante la relaci¨®n de algunas mujeres con las tareas del hogar. Conozco a mujeres independientes y feministas que tras planchar la ropa, y por mucho que lo vean como una alienaci¨®n, se dicen: ¡°Ah, soy una buena madre y una buena esposa¡±.
P.??Hay consentimiento en la sumisi¨®n?
R.?Un significado de consentir es no decir no cuando alguien nos propone algo. Ante las normas sociales sexistas, el comportamiento por defecto es la sumisi¨®n, no la libertad. En mi libro me apoyo en Simone de Beauvoir porque pienso que la idea existencialista seg¨²n la cual la libertad es algo que hay que conquistar permanentemente, y no algo que tenemos de una vez por todas, nos permite pensar en esta cuesti¨®n. Solemos pensar en la libertad de la mano de los fil¨®sofos del derecho natural o de la declaraci¨®n de los derechos del hombre y del ciudadano: nacemos libres. Pero si nacemos libres, se comprende mal c¨®mo acabamos sometidos, porque significar¨ªa que renunciamos a la libertad.
P.??C¨®mo acaban sometidas las mujeres entonces?
R.?La sumisi¨®n es m¨¢s una renuncia al combate que a nuestra libertad. Requiere una energ¨ªa enorme no someterse. Y esto es muy importante a la hora de condenar a las mujeres por ser sumisas. Si comprendemos que no es que sean d¨¦biles y pasivas, ni que hayan renunciado a su libertad, sino que no ser sumisa exige un combate constante y agotador, y que no siempre se disfruta de las condiciones sociales y materiales adecuadas para librarlo, seremos m¨¢s justos con ellas, con todas.
P.??Es posible que, en este sistema de costes y beneficios, al menos para algunas, los beneficios sean muy superiores a los costes y la sumisi¨®n, al hacer el c¨¢lculo, pueda ser un bien?
R.?Es la pregunta fundamental. S¨ª y no. Los beneficios pueden ser enormes, pero filos¨®ficamente estoy convencida de que lo que hace que los seres humanos sean seres humanos es una inclinaci¨®n hacia la libertad. Y por eso pienso que la sumisi¨®n tiene un coste enorme: renunciar a algo precioso en la existencia como es la libertad de decidir c¨®mo queremos llevar nuestra vida. Los costes pueden estar ocultos: a veces llevamos existencias en las que los beneficios de la sumisi¨®n son muy aparentes y los costes de permitir que otro decida sobre nuestra vida no se ven. Pero son enormes.
P.??Por qu¨¦ presta usted atenci¨®n a esta sumisi¨®n occidental mientras que hay mujeres realmente sumisas en Ir¨¢n, en Afganist¨¢n o incluso en las banlieues francesas?
R.?Mi idea de sumisi¨®n implica un m¨ªnimo de capacidad de acci¨®n. No puede hablarse de sumisi¨®n a menos que las mujeres tengan m¨¢s o menos los mismos derechos que los hombres en el plano legal. No podemos decir que una mujer que no tiene ninguna existencia jur¨ªdica est¨¦ sometida a un hombre: es su esclava. No tienen la libertad de consentir su sumisi¨®n.
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