El deshielo devuelve a la atm¨®sfera cad¨¢veres de renos
El permafrost ¡ªliteralmente ¡°congelaci¨®n permanente¡±¡ª se derrite. Millones de a?os de vida vuelven a la superficie y se liberan toneladas de gas metano que refuerzan la crisis clim¨¢tica, escribe el artista James Bridle
Hab¨ªa un v¨ªdeo en YouTube que vi una y otra vez hasta que lo borraron. Luego encontr¨¦ varios GIF del v¨ªdeo publicados en sitios web de noticias y vi esos en su lugar: sacudidas concentradas del momento clave, un chute de estupefacci¨®n. Un hombre con botas de goma, traje de camuflaje y un rifle colgado del hombro recorre la inmensa extensi¨®n de la tundra siberiana en primavera. El suelo es verde y marr¨®n, espeso, con una tupida alfombra de hierbas, y se extiende perfectamente llano en todas las direcciones hasta el azul p¨¢lido de un horizonte que parece estar a cientos de kil¨®metros de distancia. Da amplias zancadas, a ritmo de marcha, lo suficientemente vivo como para permitirle recorrer largas distancias cada d¨ªa. Pero al pisar, el suelo reluce y se ondula; la tierra espesa se vuelve l¨ªquida y se mueve en olas. Ese suelo que parec¨ªa tan s¨®lido no es m¨¢s que una fina alfombra de materia vegetal, una corteza org¨¢nica sobre un mar caldoso que empieza a agitarse. El permafrost bajo la tundra se est¨¢ derritiendo. En el v¨ªdeo, parece como si en cualquier momento el suelo pudiese ceder, la bota del caminante fuese a hundirse bajo la superficie y este fuese a ser arrastrado por la corriente subterr¨¢nea hasta perderse bajo la alfombra verde.
De hecho, es m¨¢s probable que, si algo ocurre, sea en la direcci¨®n opuesta: el suelo empujar¨¢ hacia arriba y lanzar¨¢ al aire tierra h¨²meda y gases calientes. En 2013, en el extremo norte de Siberia se oy¨® una misteriosa explosi¨®n y personas que viv¨ªan a 100 kil¨®metros de distancia contaron que hab¨ªan visto un brillante resplandor en el cielo. Los cient¨ªficos, que llegaron a la aislada pen¨ªnsula de Taimyr varios meses m¨¢s tarde, descubrieron all¨ª un enorme cr¨¢ter reciente de 40 metros de ancho y 30 de profundidad.
La temperatura en Taimyr alcanza un m¨¢ximo de cinco grados cent¨ªgrados en pleno verano y se hunde hasta los 30 grados bajo cero en invierno. Su desolado paisaje est¨¢ salpicado de pingos: peque?os mont¨ªculos y lomas formados cuando la presi¨®n hidrost¨¢tica empuja bloques de hielo hacia la superficie. A medida que crecen los pingos (colinas de hielo formadas en el permafrost), la vegetaci¨®n y el hielo de la superficie se cuartean hasta alcanzar el aspecto de cordilleras de volcanes truncados, agrietados y con cr¨¢teres en sus coronas. Pero, como el permafrost, los pingos se est¨¢n derritiendo y, en algunos casos, est¨¢n explotando. En abril de 2017, unos investigadores instalaron en Siberia la primera red de sensores s¨ªsmicos; lo hicieron en la cercana pen¨ªnsula de Yamal, cuyo nombre significa ¡°el fin de la Tierra¡±. Cerca del nuevo puerto de Sabetta, en la desembocadura del r¨ªo Ob, esos sensores son capaces de medir movimientos de tierra en un radio de 200 kil¨®metros; est¨¢n dise?ados para proporcionar una alerta temprana cuando los pingos estallen ¡ªo algo a¨²n peor¡ª, lo que podr¨ªa da?ar la infraestructura industrial del puerto o de los cercanos dep¨®sitos de gas en Bovanenkovskoye y Kharasavay.
En 2006, el permafrost siberiano liber¨® a la atm¨®sfera 3,8 millones de toneladas de metano; en 2017, 17 millones
El establecimiento de Sabetta como punto de exportaci¨®n de las enormes reservas de gas natural siberiano ha sido posible gracias al mismo impulso que provoca la explosi¨®n de los pingos: el aumento global de las temperaturas. A medida que se derrite el hielo del ?rtico, las reservas de petr¨®leo y gas que antes eran inaccesibles pasan a resultar viables. Se calcula que el 30% de las reservas de gas natural en el mundo est¨¢n en el ?rtico; la mayor¨ªa se encuentra en alta mar, a menos de 500 metros bajo el agua, y ahora son accesibles debido precisamente al catastr¨®fico impacto del ¨²ltimo siglo de extracci¨®n y dependencia de los combustibles f¨®siles. Los sensores instalados para proteger la infraestructura industrial son necesarios debido a las condiciones que la propia infraestructura ha generado. Es un bucle de retroalimentaci¨®n positivo; positivo no para la vida ¡ªhumana, animal o vegetal¡ª ni para la raz¨®n, sino acumulativo, expansivo y cada vez m¨¢s r¨¢pido.
La forma subyacente y concreta que adopta esa retroalimentaci¨®n positiva es la emisi¨®n de metano por el permafrost cuando se funde, la tundra semiderretida y tr¨¦mula. El permafrost situado bajo la tundra siberiana puede alcanzar profundidades de m¨¢s de un kil¨®metro y est¨¢ formado por capas permanentemente congeladas de suelo, roca y sedimentos. Atrapados en este hielo hay millones de a?os de vida que est¨¢n empezando a volver a la superficie. En el verano de 2016, el brote que mat¨® a un ni?o y acab¨® con m¨¢s de 40 personas hospitalizadas en la pen¨ªnsula de Yamal se achac¨® al contacto con la atm¨®sfera de cad¨¢veres de renos enterrados debido al derretimiento del permafrost. Los cad¨¢veres estaban infectados con bacterias de carbunco, que hab¨ªan permanecido aletargadas en el hielo durante d¨¦cadas o incluso siglos, congeladas en el tiempo bajo la tundra. Relacionada con estas mort¨ªferas bacterias est¨¢ la materia muerta que, cuando el hielo se derrite, comienza a descomponerse y a emitir columnas de metano, un gas de efecto invernadero cuya capacidad para retener el calor en la atm¨®sfera terrestre es muy superior a la del di¨®xido de carbono. En 2006, el permafrost siberiano liber¨® a la atm¨®sfera unos 3,8 millones de toneladas de metano; una cifra que en 2013 se elev¨® hasta los 17 millones de toneladas. Es este metano, m¨¢s que cualquier otra cosa, lo que est¨¢ causando que la tundra tiemble y explote.
Por supuesto, en un mundo en red no existen los efectos locales. Lo que percibimos como el tiempo meteorol¨®gico en un momento dado cubre el planeta entero en forma de clima: peque?os momentos de actividad turbulenta a trav¨¦s de los cuales apenas podemos atisbar una totalidad oculta e incognoscible. Como ha observado el artista Roni Horn: ¡°El tiempo meteorol¨®gico es la paradoja clave de nuestra era. A menudo, el buen tiempo es un tiempo malo: lo bueno ocurre en lo inmediato y lo individual; lo malo ocurre en el conjunto del sistema¡±. Lo que en la tundra se muestra como un suelo cada vez m¨¢s movedizo es la desestabilizaci¨®n del planeta entero. El propio suelo tiembla, se pudre, se cuartea y apesta. No se puede confiar en ¨¦l.
Vistos desde el aire, los pingos reventados y los lagos superficiales de deshielo en la llanura siberiana recuerdan a los esc¨¢neres cerebrales de los pacientes con encefalopat¨ªa espongiforme, con su corteza cerebral picada y llena de cicatrices por la muerte de las c¨¦lulas nerviosas. Las enfermedades pri¨®nicas que causan la encefalopat¨ªa espongiforme (tembladera, kuru, enfermedad de las vacas locas, enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y sus derivados) son el resultado del plegamiento incorrecto de ciertas prote¨ªnas, pedazos de materia prima que se han retorcido hasta acabar en una malformaci¨®n. Estas prote¨ªnas mal plegadas se extienden a trav¨¦s del cuerpo a base de hacer que otras prote¨ªnas correctamente plegadas reproduzcan su malformaci¨®n. Cuando las infecciones pri¨®nicas llegan al cerebro, provocan demencia precoz, p¨¦rdida de memoria, alteraciones de la personalidad, alucinaciones, ansiedad, depresi¨®n y, en ¨²ltima instancia, la muerte. El propio cerebro llega a parecer una esponja, agujereado y desnaturalizado, incapaz de comprenderse a s¨ª mismo y su final. El permafrost ¡ªuna palabra inglesa que significa literalmente ¡°congelaci¨®n permanente¡±¡ª se est¨¢ derritiendo. Las palabras pierden su sentido y con ellas desaparecen las formas que tenemos para pensar el mundo.
James Bridle (Reino Unido, 1980) es artista, escritor, periodista, editor y tecn¨®logo. Este texto es un adelanto del libro ¡®La nueva edad oscura. La tecnolog¨ªa y el fin del futuro¡¯, de la editorial Debate, que se publica el pr¨®ximo 6 de febrero.
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