Socio o rival
Europa debe defender firmemente sus intereses en el nuevo acuerdo con Londres
La retirada brit¨¢nica de la Uni¨®n Europea se consuma hoy, aunque sus efectos pr¨¢cticos solo se notar¨¢n tras el periodo de transici¨®n previsto hasta final de a?o. Si bien, contra lo que propala el primer ministro, Boris Johnson, es muy dudoso que ese escaso lapso baste para acordar, redactar y aprobar en los Parlamentos un nuevo acuerdo comercial y de cooperaci¨®n que permita mantener buena parte de las relaciones y complicidades tejidas en cuatro decenios de intensa cooperaci¨®n.
Huelga repetir lo ya escrito. El Reino Unido est¨¢ legitimado para emprender la err¨®nea v¨ªa que ha escogido, incluso con escaso apoyo referendario. Es su decisi¨®n. Tambi¨¦n es potestad de los europeos adoptar con toda firmeza las decisiones que convengan a sus propios intereses. Es en esto donde hoy debemos poner el ¨¦nfasis, porque, como ha expandido la propia cultura brit¨¢nica, no es vergonzoso, sino atinado, hablar de intereses en vez de ret¨®ricas ideales. Al contrario, conviene poner el inter¨¦s de los ciudadanos europeos por encima de todo.
Editoriales anteriores
Urge ahora, pues, forjar el mandato negociador para el nuevo acuerdo seg¨²n ese criterio, sobre el pilar de que es mejor una buena y estrecha relaci¨®n que otra mala y distante: una retirada dura ser¨ªa peor para los brit¨¢nicos que para los europeos, por evidentes asimetr¨ªas de potencia econ¨®mica y demogr¨¢fica. Tenerlo presente no implica que una relaci¨®n econ¨®mica fluida no sea tambi¨¦n interesante para la Uni¨®n Europea. Lo es, en aplicaci¨®n del silogismo seg¨²n el cual a mayor distancia, mayor perjuicio para ambas partes, aunque sea m¨¢s oneroso para el Reino Unido, seg¨²n coinciden en se?alar las decenas de estudios e informes econ¨®micos internacionales sobre el caso. M¨¢s vale un socio que un rival (opci¨®n esta que ha escogido Londres), y mejor esa ¨²ltima condici¨®n que la de enemigo, opci¨®n que, reiterando el error, podr¨ªa elegir. Ahora bien, la voluntad de trabar un acuerdo mutuamente beneficioso debe traducirse tanto globalmente como en todos y cada uno de sus elementos. En tanto que europeos, los espa?oles estar¨¢n dispuestos a asumir un equilibrio global del paquete final resultante. Pero luchar¨¢n sin desmayo, y condicionar¨¢n sin complejos su voto ¡ªsi as¨ª conviene¡ª en defensa de un balance positivo para los sectores m¨¢s sensibles de su econom¨ªa en este pulso. A saber, en defensa de los derechos y el mejor trato a sus ciudadanos que en el futuro emigren al Reino Unido (los de los ya instalados est¨¢n garantizados); el respeto a los intereses de los espa?oles en la evoluci¨®n de Gibraltar; el acceso a la pesca en los caladeros tradicionales pr¨®ximos a las islas; la exportaci¨®n de productos agroalimentarios frescos; sus inversiones ¡ªincluidas las financieras en la City¡ª, y su industria tur¨ªstica, de la que los visitantes brit¨¢nicos representan un 20%.
El mandato negociador debe atenerse al principio de reciprocidad, de suerte que el trato m¨¢s favorable a la otra parte debe ser correspondido por esta. Debe establecer sin duda alguna que el acceso brit¨¢nico al inmenso mercado interior de la UE quedar¨¢ condicionado a su observancia de los est¨¢ndares regulatorios laborales, medioambientales y fiscales europeos; debe descartarse toda competencia desleal, sobre todo con impuestos a la baja. Y conviene alcanzar un pacto completo y armonioso, de modo que hay que rechazar la presi¨®n de las prisas, malas consejeras en estos asuntos de hondo calado. Porque llegar a minipactos sectoriales para no tener que ampliar el plazo de negociaci¨®n ¡ªcomo pretende imponer la parte d¨¦bil de la misma, el Reino Unido¡ª podr¨ªa dar lugar a abarcar solo los asuntos de inter¨¦s com¨²n y excluir aquellos en los que la UE dispensa mayor inter¨¦s.
Si la dirigencia del Reino Unido ha tardado cuatro d¨¦cadas en llegar a la especiosa conclusi¨®n de que la desuni¨®n hace la fuerza, que se arme de paciencia para aprender que incluso desarmar los estupendos logros conseguidos en com¨²n requiere c¨¢lculo, reflexi¨®n, transparencia y debate democr¨¢tico. Un ya ex socio, por m¨¢s pasado imperial que atesore, no puede aspirar a imponer ninguna ley, ni siquiera medio reglamento, a 27. Pues si el Brexit ¡°is done¡±, con mayor raz¨®n la Uni¨®n Europea est¨¢ hecha. Y nadie la deshace caprichosamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.