Adi¨®s, amigos

Los brit¨¢nicos han votado con claridad. Han ratificado en el poder al partido tory, tras una campa?a populista de Boris Johnson, bajo el simplista lema Get Brexit done, algo as¨ª como Culminemos el Brexit ya, y una feroz agresividad con los inmigrantes. Una campa?a aderezada, adem¨¢s, con promesas de cumplimiento dificil¨ªsimo, cuando no imposible, como la de que la frontera entre el Norte de Irlanda y Gran Breta?a ser¨¢ gaseosa, o que no habr¨¢ que pedir en junio aplazar el Brexit efectivo para despu¨¦s de final de 2020, algo muy problem¨¢tico trat¨¢ndose de un amplio y laborioso acuerdo comercial, pol¨ªtico y estrat¨¦gico.

Los europeos, grandes sujetos pasivos del suceso, no pueden sino respetar el resultado y pugnar por minimizar sus da?os. Es cierto que el conjunto de votos contrarios al Brexit duro ha sido mayor (15 millones de votos) que los colocados en las urnas a favor del partido tory, capitaneado por Johnson (13,8 millones). Pero al igual que sucedi¨® en su d¨ªa con el n¨²mero de votos cosechados por Donald Trump frente a Hillary Clinton, los votos conservadores brit¨¢nicos estuvieron mejor repartidos geogr¨¢ficamente en t¨¦rminos de eficacia.

La victoria de Johnson se ha asentado en mensajes sencillos, directos y enfocados en casi una ¨²nica idea: completar el Brexit, mientras que el resto de los candidatos se despleg¨® en desorden y desacierto. Los liberales, por ejemplo, capotaron respecto a las encuestas, y perdieron en el envite el esca?o de su l¨ªder, Jo Swinson, como antes el de Nick Clegg. Su equivocaci¨®n quiz¨¢s no haya sido tanto su europe¨ªsmo, sino la extra?a promesa de revertir el Brexit sin mediar un segundo refer¨¦ndum.

Los laboristas no salieron del magma ambiguo en el que transitan desde el final de la etapa del premier Gordon Brown. Unos defend¨ªan la permanencia en Europa; la c¨²pula, un Brexit m¨¢s suave; todos, un nuevo refer¨¦ndum, en versi¨®n estramb¨®tica, pues el propio convocante promet¨ªa votar en blanco. Y por si eso fuera poco, los laboristas recurrieron a la receta paleoizquierdista y nacionalizadora que los identificaba como sombras de los a?os sesenta. Hay victorias que deben m¨¢s al rival que al ¨¦xito propio, como esta. Boris Johnson, el experiodista aficionado a las noticias falsas, tuvo el m¨¦rito de mantener el rumbo trazado. Los dem¨¢s ¡ªa excepci¨®n de los nacionalistas escoceses¡ª le brindaron graciosamente la primogenitura al desplomarse su escrutinio.

Johnson reaccion¨® ante su victoria con apreciables promesas de reconciliaci¨®n interna, y de tener en cuenta la opini¨®n de los mismos europe¨ªstas (remainers), a los que desprecia. Pronto se ver¨¢ si eso es mera palabrer¨ªa o el cambio de actitud de alguien que, por fin, se siente m¨¢s seguro y que podr¨ªa querer limar algunas de sus asperezas en la negociaci¨®n de un tratado comercial con la UE que sea satisfactorio para ambos protagonistas, o al menos que no da?e en demas¨ªa sus econom¨ªas y la vida cotidiana de sus ciudadanos.

Aunque el Brexit duro para el periodo transitorio ¡ªen principio, el a?o 2020¡ª est¨¢ ya sellado, el nuevo primer ministro podr¨ªa matizar su puesta en marcha, ya que la desaparici¨®n del partido ultra de Nigel Farage le ha quitado presi¨®n. Y poco tiene que temer de los otros derrotados, salvo del hondo malestar en territorios como Escocia o el Norte de Irlanda.

Adi¨®s, amigos.