Europa contra Boris

La mayor¨ªa conservadora aprob¨® ayer en el Parlamento de Westminster no solo el acuerdo de retirada brit¨¢nica de la UE, conocido como Brexit, sino tambi¨¦n la prohibici¨®n expresa de prorrogar el periodo de transici¨®n en el que debe negociarse el estatuto final de la relaci¨®n futura Reino Unido-UE ¡ªque se iniciar¨¢ a final de enero¡ª m¨¢s all¨¢ de la fecha final prevista, el 31 de diciembre de 2020.

Parece una cl¨¢usula burocr¨¢tica o formalista, pues ya lo anunci¨® en campa?a electoral. Pero tambi¨¦n inofensiva, porque a veces las proclamas de Johnson son bravatas: como sucedi¨® en octubre cuando jur¨® que prefer¨ªa morir que aplazar el Brexit y debi¨® resignarse ¡ªentonces, por falta de apoyo dom¨¦stico¡ª a pedir el aplazamiento actual. Y de mera fachada, pues la ley de ayer puede corregirla otra contraria, que permita extender la negociaci¨®n de forma que se culmine con suficiente preparaci¨®n: los acuerdos comerciales internacionales suelen fraguarse en plazos de 4 a 7 a?os, y no de 11 meses como pretende.

Pero no es una medida burocr¨¢tica, formalista, inofensiva o de fachada. Desmiente la promesa conciliadora a sus conciudadanos europe¨ªstas, y encierra un chantaje encubierto a sus ¡ªtodav¨ªa¡ª socios europeos. En efecto, busca presionar a una negociaci¨®n precipitada y ventajista que le favorezca, pues el proceso de decisi¨®n de un Estado en solitario es m¨¢s veloz que la fabricaci¨®n de consensos entre los 27 y sus instituciones comunes. Y la conciliaci¨®n de los intereses diversos de su poblaci¨®n es m¨¢s f¨¢cil que la de los, m¨¢s contrapuestos, sectores productivos de la UE. As¨ª que el mensaje impl¨ªcito consiste en amenazar a la Uni¨®n con la alternativa a un acuerdo mal negociado: otra vez el Brexit ca¨®tico, salvaje, sin pacto. Lo que adem¨¢s retrotraer¨ªa a los brit¨¢nicos al marco de las normas de la OMC, que precisamente est¨¢ en crisis, al haber esterilizado Donald Trump su estructura de resoluci¨®n de disputas, y, por tanto, el car¨¢cter vinculante de su normativa. As¨ª que el salvajismo de esa alternativa se duplicar¨ªa, y a¨²n m¨¢s si el designio subyacente a los proyectos de Johnson consiste en convertir a su isla en una competidora desleal, con dumping fiscal y laboral.

Ese escenario alternativo ¡°perjudicar¨ªa claramente nuestros intereses, pero m¨¢s al Reino Unido, porque la Uni¨®n continuar¨¢ benefici¨¢ndose de su mercado interior, su uni¨®n aduanera, y los 700 tratados internacionales firmados con nuestros socios¡±, advirti¨® antes, y con acierto, la presidenta de la Comisi¨®n, Ursula von der Leyen. ¡°Si queremos un acuerdo importante necesitaremos m¨¢s tiempo y continuar despu¨¦s del fin de la transici¨®n¡±, rubric¨® el negociador Michel Barnier.

Los avisos de Bruselas contra la insolente operaci¨®n de Boris Johnson son correctos. Pero si prosigue su escalada habr¨¢ que responder con toda crudeza. Advirtiendo a los brit¨¢nicos de que si su primer ministro les conduce a un Brexit salvaje, este puede provocar la expulsi¨®n de Londres de todos los programas comunes de investigaci¨®n y universitarios; la anulaci¨®n de las ingentes ayudas europeas al proceso de reconciliaci¨®n de Irlanda del Norte y la instauraci¨®n de un r¨ªgido sistema de visados que obstruya la labor financiera de la City. As¨ª que ninguna broma con las cosas de comer.