El Pe?¨®n y el veto

Triple noticia sobre Gibraltar. Por un lado, el Gobierno espa?ol envi¨® ayer al Parlamento el tratado internacional acordado el a?o pasado con el Reino Unido para evitar la competencia fiscal desleal proveniente del Pe?¨®n. Una vez ratificado por las C¨¢maras de ambos pa¨ªses, para lo que se calcula un plazo de pocos meses, el tratado podr¨¢ entrar en vigor. Espa?a dispondr¨¢ as¨ª de un instrumento in¨¦dito en la historia para combatir el fraude, el contrabando y la elusi¨®n fiscal de lo que sigue siendo un semipara¨ªso fiscal implantado en el extremo sur de Europa.

De esta forma, se evitar¨¢ que parte de la presi¨®n fiscal sobre personas f¨ªsicas y empresas se deslocalice hacia Gibraltar, atra¨ªdas por un r¨¦gimen impositivo incluso m¨¢s siniestro que el de Singapur: el tipo nominal del impuesto de sociedades alcanza el 10%, por el 17% te¨®rico en el enclave asi¨¢tico (aunque solo te¨®rico; la realidad tras las cuantiosas exenciones y desgravaciones es muy inferior).

El tratado en ciernes obligar¨¢ a tributar en Espa?a sin ventaja ninguna a aquellas empresas que incluso operando en el Pe?¨®n posean la mayor¨ªa de sus activos f¨ªsicos o generen la mitad de sus ingresos en territorio espa?ol, y a que los directivos de las mismas sean residentes fiscales en Espa?a. Gibraltar conseguir¨¢ a cambio limpiar en parte su oscura imagen de lavadero de dinero negro.

Se trata de una buena noticia, ya larvada bajo el mandato de la primera ministra Theresa May, y es de esperar que en este caso su sucesor, Boris Johnson, rinda honor al compromiso firmado entre ambos Gobiernos.

La segunda novedad tiene m¨¢s aristas. Consiste en el anuncio por parte del negociador europeo, Michel Barnier, de que en las conversaciones sobre la relaci¨®n futura UE-Reino Unido ¡°no se excluye¡± la incorporaci¨®n de una mesa especial de di¨¢logo sobre Gibraltar. Algo sorprendente, por cuanto en su reciente visita a Madrid no anunci¨® nada de eso a sus interlocutores del Gobierno. Y no estaba previsto, por cuanto el peso de las relaciones espec¨ªficas en ese asunto corr¨ªa a cuenta de los negociadores espa?oles. Pese a ese traspi¨¦s diplom¨¢tico, que conviene no repetir ¡ªy menos a¨²n en un asunto tan sensible¡ª, esta eventual nueva mesa podr¨ªa prestar algunos servicios complementarios, a condici¨®n estricta de que el papel en ella de Espa?a no se produzca ex post (en la fase de validaci¨®n de los acuerdos) sino ex ante(con car¨¢cter previo a su fragua). No importa seguramente que eso se configure as¨ª con formalismos excesivos: basta que medie el firme compromiso de que la din¨¢mica funcione de hecho como la que se registr¨®, para el caso de Irlanda del Norte, entre la UE y Dubl¨ªn en el asunto del protocolo irland¨¦s, el dise?o de los l¨ªmites fronterizos de la isla.

La tercera noticia, muy vinculada a la anterior, es, m¨¢s que una novedad estricta, la satisfactoria ratificaci¨®n del ya establecido (en la fase anterior) veto espa?ol sobre la aplicaci¨®n al Pe?¨®n del futuro acuerdo UE-Reino Unido. As¨ª figura nuevamente en las directrices de negociaci¨®n aprobadas el lunes en Bruselas. La bondad del mantenimiento de aquel logro espa?ol viene refrendada, en sentido contrario, por el lamento que del mismo ha entonado el Ejecutivo del Pe?¨®n.