El modelo japon¨¦s
Los trabajadores japoneses, que sol¨ªan ser muy productivos, lo son ahora menos que los australianos
Jap¨®n es, supongo, un pa¨ªs mod¨¦lico para la derecha y la ultraderecha europeas. Preserva con tenacidad sus tradiciones, se resiste a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, mantiene a raya a las mujeres (son minor¨ªa absoluta en el Parlamento, en la universidad y en las c¨²pulas empresariales, y se da por supuesto que el cuidado del hogar les corresponde), impone disciplina en las escuelas (los estudiantes llevan uniforme y saludan al profesor con una reverencia), tiene una legislaci¨®n muy dura contra las drogas (un par de porrillos pueden costar cinco a?os de c¨¢rcel) y, muy importante, los comunistas (que los hay) apartan ¡°sus sucias manos y sus marxistas deseos y apetitos sexuales¡± del hijo del se?or Fern¨¢ndez y de los dem¨¢s ni?os: apenas se imparte educaci¨®n sexual.
La sociedad japonesa sigue recelando de los extranjeros y mantiene la inmigraci¨®n bajo m¨ªnimos. Se tolera un flujo reducido de inmigrantes chinos y coreanos (su, digamos, aspecto f¨ªsico no altera demasiado el paisaje humano) y ahora se debate un aumento en la importaci¨®n temporal de cupos de mano de obra, a repatriar en cuanto venza su contrato de trabajo.
A?adamos, como simples detalles, que los japoneses tienen emperador, porque un simple rey les parece poco, y que glorifican su historia. ?Es o no es el para¨ªso de Vox?
Resulta curioso que en la actualidad se hable tan poco de Jap¨®n. Hace apenas 30 a?os, los japoneses se com¨ªan el mundo. ?Qu¨¦ ha ocurrido en estas ¨²ltimas d¨¦cadas? Para empezar, ha ocurrido que la tasa de fertilidad, es decir, el n¨²mero de hijos por mujer, ha bajado hasta 1,4, casi al mismo nivel que en Espa?a. Y eso sin la imposici¨®n de ¡°marxistas deseos¡± y sin convertir la homosexualidad en asignatura obligatoria, como dicen que ocurre en las aulas espa?olas. Sumen la baja natalidad a una inmigraci¨®n escasa (hay algo m¨¢s de dos millones de extranjeros, frente a los casi cinco de Espa?a, con la mitad de habitantes) y pasa lo que pasa: falta mano de obra. A este fen¨®meno podr¨ªa llam¨¢rsele ¡°paradoja de El Ejido¡±, en honor de ese lugar donde se vota contra los inmigrantes que generan la riqueza agr¨ªcola.
Han pasado otras cosas en Jap¨®n. Aunque sigue siendo una potencia econ¨®mica y cultural, las sucesivas crisis han sumido el pa¨ªs en una semideflaci¨®n permanente. Los trabajadores japoneses, que sol¨ªan ser muy productivos, son ahora menos productivos que los australianos. Y tambi¨¦n son m¨¢s pobres que los australianos en renta por persona. Con la deuda m¨¢s elevada del mundo y con un tercio de la poblaci¨®n mayor de 65 a?os (la esperanza de vida es la ¨²nica m¨¢s alta que la espa?ola), Jap¨®n se enfrenta a un futuro incierto. La cosa est¨¢ tan oscura que su Gobierno ha decidido abrir nuevas centrales de carb¨®n para producir energ¨ªa. Hay que tener est¨®mago para hacer eso en una isla singularmente expuesta al cambio clim¨¢tico. Los negacionistas de Vox deben lagrimear de admiraci¨®n.
Europa a¨²n est¨¢ a tiempo de adoptar el modelo japon¨¦s. Si lo importante es preservar la identidad, la homogeneidad y las tradiciones, no ha de caber duda. Pero si privilegiamos el futuro y el progreso, m¨¢s vale aceptar los cambios, los conflictos y todos esos engorros de las sociedades abiertas. Incluyendo inmigrantes y ¡°apetitos sexuales marxistas¡±.
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