Mal momento

La Uni¨®n Europea se dispone, seg¨²n las evidencias disponibles, a debatir y aprobar un Presupuesto para el periodo 2020-2027 que implicar¨¢ un recorte en los fondos estructurales y a la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC). El pretexto que han encontrado los pa¨ªses defensores de la austeridad a ultranza es la salida del Reino Unido y el impacto que el Brexit tendr¨¢ en los ingresos comunitarios. Hasta aqu¨ª, poco hay que objetar. Ahora bien, con el mismo hecho se puede encontrar un argumento muy distinto: precisamente para suavizar los efectos del abandono brit¨¢nico es por lo que hay que reforzar las pol¨ªticas compensatorias para los pa¨ªses y las rentas m¨¢s afectados por la fuga brit¨¢nica. Pero el paradigma de la austeridad es todav¨ªa dominante en Europa y la probabilidad mayor es que el Presupuesto para el pr¨®ximo periodo est¨¦ en torno a 1,04 billones, el m¨¢s austero desde 1988.

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Crisis agraria

Este recorte, si se confirma tras el consabido regateo entre los pa¨ªses austeros (Dinamarca, Holanda, Austria o Suecia), los defensores de la cohesi¨®n (Espa?a o Portugal) y los que han decidido que pueden aceptar un punto medio entre ambas facciones (Francia o Alemania), llega en un momento p¨¦simo para Europa. Los fondos estructurales todav¨ªa son decisivos para la recuperaci¨®n econ¨®mica en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica; y, desde luego, cualquier recorte en los fondos agrarios puede transmitir la impresi¨®n de que las instituciones europeas ¡ªes decir, los pa¨ªses partidarios del ajuste¡ª no reaccionan ante el evidente malestar de la agricultura europea. La convulsi¨®n francesa de los chalecos amarillos, en la que cuenta como primer factor de irritaci¨®n la decisi¨®n de cargar los impuestos energ¨¦ticos sobre las clases medias y bajas mientras las rentas altas disfrutan de impuestos regresivos, o el conflicto en el campo espa?ol, con una disminuci¨®n de rentas y una diferencia creciente entre los precios pagados a los agricultores y los cobrados a los consumidores, son dos buenos ejemplos del riesgo de revueltas viscerales, aunque sean espor¨¢dicas, que comprometen la idea europea.

El momento social es, pues, poco propicio para recortes de los fondos que reflejan la solidaridad europea. Presentar ajustes presupuestarios a la consideraci¨®n de la opini¨®n p¨²blica en plena crisis pol¨ªtica (Brexit) o social (agitaci¨®n agraria) y adem¨¢s, justo cuando la comisaria Von der Leyen propone un ambicioso plan energ¨¦tico como prioridad estrat¨¦gica, no es precisamente un modelo de coherencia. Si tambi¨¦n se demora sine die un acercamiento de la pol¨ªtica fiscal entre los socios europeos y sigue sin concretarse la recuperaci¨®n de los ingresos fiscales escamoteados por los grupos tecnol¨®gicos, queda reforzada la percepci¨®n pesimista de que la UE no valora la cohesi¨®n social o econ¨®mica.

El resultado final queda en manos del juego pol¨ªtico a partir de la Cumbre del 20 de febrero. El caso es que las oportunidades para recuperar una idea europea m¨¢s social y m¨¢s integrada fiscalmente no abundar¨¢n en el pr¨®ximo lustro. Alemania, Francia y la Comisi¨®n Europea tienen que mirar a m¨¢s largo plazo; tienen que preguntarse, de entrada, si Europa puede seguir pagando el precio de un dumping fiscal desbocado, pol¨ªticas presupuestarias descoordinadas y una gesti¨®n arbitraria de las deudas p¨²blicas que genera crisis asim¨¦tricas en los socios del euro.