La familia real brit¨¢nica se reorganiza tras la marcha de Enrique y Meghan
La espantada de los duques de Sussex estrecha lazos entre el pr¨ªncipe Carlos, su hijo Guillermo y sus esposas, en plena operaci¨®n de retirada tranquila de Isabel II
Hay un poco de sobreactuaci¨®n en los medios brit¨¢nicos cuando deciden bautizar un acto conjunto del pr¨ªncipe Carlos y su esposa, Camilla Parker-Bowles con los duques de Cambridge, Guillermo y Kate Middleton, como los nuevos Fab Four. Los Cuatro Maravillosos era el nombre con el que se conoc¨ªa a Los Beatles, y desde entonces tiende a abusarse de la etiqueta cada vez que la suma coincide. Se plane¨® el encuentro en una visita oficial al Centro de Rehabilitaci¨®n M¨¦dico de Defensa, en Loughborough, el pasado martes.
Hac¨ªa nueve a?os que suegros y yernos no coincid¨ªan en un acto p¨²blico. El heredero de la corona brit¨¢nica y el segundo en la l¨ªnea de sucesi¨®n charlaron con los pacientes del centro. Guillermo ensay¨® un par de tiros a canasta desde una silla de ruedas y su padre brome¨® con la escasa habilidad demostrada. Bienvenido, aburrimiento. La casa de los Windsor ensaya con cuentagotas una imagen de normalidad institucional que deje atr¨¢s el segundo annus horribilis que fue 2019, y que se prolong¨® en el a?o entrante con la tormenta en un vaso de agua de la espantada a Canad¨¢ del pr¨ªncipe Enrique y su esposa, Meghan Markle.
Isabel II est¨¢ de retirada. A sus 93 a?os comienza a preparar el ¨¢nimo de sus s¨²bditos, con gestos medidos, para una sucesi¨®n sin sobresaltos. Y es c¨®mplice de su hijo Carlos en el intento de reducir a un tama?o manejable el n¨²mero de miembros de la familia real con mando en plaza. Su mensaje televisivo navide?o era una declaraci¨®n de intenciones. Por el decorado, m¨¢s que por el contenido.
Las fotos escogidas lo dijeron todo. El pr¨ªncipe de Gales y su esposa, Camila, quien ha logrado hacerse perdonar por el p¨²blico conservador y mon¨¢rquico su intromisi¨®n en el matrimonio de Carlos y Diana; al fondo, como guardi¨¢n de la estabilidad, el consorte Felipe de Edimburgo; en el centro, en un alarde de relevancia, Guillermo, Kate y sus tres hijos; a la derecha, en blanco y negro, el difunto Jorge VI. La aparente solidez de la instituci¨®n a lo largo de m¨¢s de ochenta a?os turbulentos. La selecci¨®n natural de los miembros m¨¢s serios, responsables y previsibles de la estirpe para compensar las locuras y devaneos de los m¨¢s atolondrados.
A la caza de alguna an¨¦cdota que salpimentara un acto necesariamente anodino, los tabloides se volvieron locos con la ¡°poco habitual¡± imagen en el libro de visitas de las cuatro firmas de los invitados. Carlos y Camila, con pluma de trazo grueso y r¨²brica final. Letras grandes y trabajadas. Guillermo y Catalina (Kate queda para los titulares), por debajo de los suegros. Letras menudas y nada de filigranas. Tinta de bol¨ªgrafo para una generaci¨®n que huye de la pompa. Y eso fue todo. Los expertos en la realeza se esfuerzan en destripar de una visita rutinaria claves ocultas. El acercamiento, despu¨¦s de a?os de distancia, entre padre e hijo, como reacci¨®n de mutua defensa de sus intereses despu¨¦s del revuelo provocado por el ausente Enrique. La reivindicaci¨®n de su papel central, alejado de excentricidades. La complicidad intergeneracional de dos mujeres como Camila y Kate, que han decidido jugar el papel de refuerzo emocional pero secundario, en beneficio de sus respectivas parejas, tan del gusto de determinada opini¨®n brit¨¢nica.
El palacio de Buckingham reajusta el rompecabezas p¨²blico de la instituci¨®n y arregla los flecos sueltos. El pr¨ªncipe Andr¨¦s, condenado al ostracismo por sus turbias relaciones con el millonario y ped¨®filo estadounidense, Jeffrey Epstein, se consuela con alguna muestra de cari?o de su madre la reina. La princesa Ana, de 69 a?os, se dispone a asumir el cargo de capit¨¢n general de los Reales Infantes de Marina que su sobrino Enrique dejar¨¢ vacante a partir de la pr¨®xima primavera. Mantiene una intensa agenda de actos p¨²blicos y es patrona de m¨¢s de 200 instituciones ben¨¦ficas. Conserva su pasi¨®n por los caballos y maneja con discreci¨®n el ¨²ltimo divorcio de la saga, el de su propio hijo Peter Phillips de su esposa Autumn (Kelly, seg¨²n reza su apellido de soltera), despu¨¦s de 12 a?os de matrimonio.
La cadena ITV se introdujo el a?o pasado en los pormenores diarios del Ducado de Cornualles, el conglomerado agropecuario y de gesti¨®n de tierras e inmuebles que ha gestionado el pr¨ªncipe Carlos durante medio siglo y que ha garantizado su independencia econ¨®mica. Adem¨¢s de ser su plataforma pol¨ªtica para defender un mundo sostenible. Guillermo reconoc¨ªa al entrevistador que ya ha comenzado a pensar en el legado que un d¨ªa tendr¨¢ que gestionar. Y a su padre, confes¨®, se le cayeron las l¨¢grimas al o¨ªrle.
De ese ducado han salido en los ¨²ltimos a?os los seis millones de euros anuales que recib¨ªa el pr¨ªncipe Enrique, y que tarde o temprano dejar¨¢ de recibir. Los Cuatro Maravillosos no apuntan a momentos de gloria para la galer¨ªa, m¨¢s all¨¢ de las futuras coronaciones, pero con su alianza dejan claro que con determinadas cosas no se juega y que cuatro pueden m¨¢s que dos cuando se trata de preservar lo ¨²nico que siempre ha obsesionado a la Familia Real brit¨¢nica: su propia supervivencia para el siguiente medio siglo.
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