Sin posici¨®n

La primera sesi¨®n de control al Ejecutivo en esta legislatura tuvo como asunto destacado el encuentro mantenido por el ministro de Transportes, Jos¨¦ Luis ?balos, y la vicepresidenta del Gobierno de Venezuela, Delcy Rodr¨ªguez, sobre la que pesan sanciones acordadas por la Uni¨®n Europea. El ministro ?balos no consigui¨® despejar las dudas acerca de c¨®mo pudo llegar a Espa?a la dirigente venezolana, pese a tener prohibida la entrada en el territorio comunitario, y tambi¨¦n el sobrevuelo. Tampoco aclar¨® el contenido del encuentro. Con lo que s¨ª cont¨® en todo momento fue con el respaldo del presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, quien reiter¨® el argumento de que ?balos acudi¨® al aeropuerto para resolver una crisis diplom¨¢tica. M¨¢s all¨¢ de que el Gobierno siguiese sin ofrecer detalles sobre en qu¨¦ consiste esa crisis, tantas veces alegada, resulta dif¨ªcil comprender por qu¨¦ el encargado de resolverla fue el ministro de Transportes y no la titular de Exteriores, Arancha Gonz¨¢lez Laya, o un alto responsable de ese ministerio.

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Onda venezolana

Vista exterior

Las evasivas del Ejecutivo terminaron por abrir un frente pol¨ªtico distinto, sobre el que, sin embargo, los representantes del Partido Popular, Ciudadanos y Vox no llegaron a interesarse. S¨¢nchez pareci¨® sugerir un giro en la pol¨ªtica exterior espa?ola hacia Venezuela al tratar a Juan Guaid¨® como "jefe de la oposici¨®n", retir¨¢ndole aparentemente la condici¨®n de presidente encargado que ¨¦l mismo le hab¨ªa concedido. La posterior aclaraci¨®n del Gobierno, asegurando que no hubo intenci¨®n pol¨ªtica en esa reducci¨®n de estatus, volv¨ªa a obviar el n¨²cleo del problema, que no es otro que explicar por qu¨¦ S¨¢nchez no lo recibi¨® durante su reciente estancia en Madrid. Estos y otros silencios parecen haber provocado el sortilegio de corroborar todo cuanto el Gobierno se esfuerza en desmentir.

Por lo dem¨¢s, nada pasar¨ªa si las posiciones que mantiene hoy el Gobierno respecto a Venezuela no fueran las que defend¨ªa ayer, a condici¨®n de que las razones del cambio se presentaran con claridad y de que se gestionara diplom¨¢ticamente ante las partes. Por el contrario, el obstinado cierre de filas como ¨²nica respuesta ha suscitado la incomprensi¨®n de los venezolanos, el malestar de Estados Unidos, la desconfianza de las canciller¨ªas latinoamericanas y la perplejidad de los socios europeos.

La oposici¨®n, a este ¨²ltimo respecto, no ha asumido en ning¨²n momento el deber de minimizar el deterioro de la posici¨®n internacional de Espa?a por este episodio cada vez m¨¢s enrevesado, buscando, por el contrario, un beneficio pol¨ªtico inmediato. Lo hizo este martes en el Europarlamento y lo volvi¨® a hacer en la sesi¨®n de control celebrada ayer. Las preguntas que formularon sus distintos representantes fracasaron tanto a la hora de obtener una explicaci¨®n de la presencia en Espa?a de Delcy Rodr¨ªguez, como a la de aclarar si el Gobierno ha optado por otra pol¨ªtica hacia Venezuela, y en qu¨¦ consistir¨ªa esta en caso afirmativo.

El espect¨¢culo ofrecido por la oposici¨®n, primero en Estrasburgo, y despu¨¦s en el Congreso de los Diputados, solo ha contribuido a proyectar una imagen internacional de Espa?a como socio inestable, sin posici¨®n conocida en una de las m¨¢s graves crisis que vive Am¨¦rica Latina y sin un consenso interno que garantice que vaya a haberla.