Las eternas ¡°fuerzas oscuras¡±
Seg¨²n L¨®pez Obrador, las protestas feministas est¨¢n siendo ¡°infiltradas¡± por ellas. Lo dice y se queda tan tranquilo, como si nadie hubiera usado ese pretexto antes
Son el chivo expiatorio favorito de los presidentes mexicanos. No tienen nombre ni apellido, pero todas las culpas recaen en ellas. Est¨¢n siempre ah¨ª, listas para ser invocadas por el poder para sus lavados de manos. Tan ¨²tiles... Y, a la vez, tan malvadas que apenas puede uno creer que sean cosa humana y no una p¨¦rfida conjura alien¨ªgena. Como los villanos de las caricaturas o las pel¨ªculas de acci¨®n, su ¨²nica ideolog¨ªa es hacer el mal sin reparar en gastos, l¨ªmites ni consecuencias. Son capaces de lo que sea con tal de conseguir sus fines. Seg¨²n las necesidades del momento, se revisten con ropajes de ultraderecha o de ultraizquierda... O hasta de feminismo. Y por eso las responsabilizaron por los movimientos sociales de 1968 y 1971. Y tambi¨¦n por la devaluaci¨®n de 1982, las crisis econ¨®micas y los asesinatos pol¨ªticos de los noventa, por la hiperviolencia que domina M¨¦xico desde el primer decenio de este siglo y por las actuales protestas de mujeres ante los incesantes feminicidios. Poco importa que las evidencias se?alen que, en todos los casos, el gobierno fue el causante principal o el testigo mudo (e inepto) de conflictos que se salieron de control hasta volverse crisis. ?Pero c¨®mo va a ser el gobierno en turno culpable de algo? Reconocerlo, piensan los presidentes, ser¨ªa suicidarse. Para eso existe la coartada ideal: las "fuerzas oscuras". Esas que tienen la culpa de todo lo malo que nos sucede. Esas que buscan nuestra perdici¨®n y no se quedan quietas con tal de desbarrancarnos.
Parece broma, pero es en realidad un recurso habitual, por no decir perpetuo, de los discursos del poder en este pa¨ªs: la culpa siempre es de un conjunto de seres abstractos que, seg¨²n el caso, son "aquellos que no respetan nuestra idiosincrasia", "aquellos que defienden ideas extra?as al alma de los mexicanos", "los emisarios del pasado", "los manipuladores". Cambian las caras de quienes ejercen el mando institucional pero el mensaje es el mismo. Veamos: Gustavo D¨ªaz Ordaz mand¨® reprimir sangrientamente los movimientos sociales del 68 y, como un carnicero que intenta hacerse el m¨¢rtir, divulg¨® la versi¨®n de que todo se trataba de un complot que buscaba echar a perder los Juegos Ol¨ªmpicos que se celebrar¨ªan en el pa¨ªs aquel a?o. Luis Echeverr¨ªa jug¨® el mismo papel en la matanza del Jueves de Corpus de 1971: hacerse el loco y decir que la violencia era obra de "fuerzas oscuras" que quer¨ªan "desestabilizar" su administraci¨®n. Uno culp¨® al "comunismo internacional" de sus canalladas y, sin soluci¨®n de continuidad, el otro culp¨® al "fascismo". Lo mismo dio que todo fueran invenciones para justificar lo que debi¨® ser injustificable: los jilguerillos de la prensa oficialista, y esos c¨¢ndidos "buenos ciudadanos" que creen que los gobiernos son incapaces de mentir, respaldaron sus dislates.
Si hemos de creer las versiones oficiales, ni la devaluaci¨®n del 82 ni las crisis econ¨®micas de los ochenta y noventa se produjeron debido a la ineptitud gubernamental para manejar la econom¨ªa. No hubo despilfarro de presupuesto, desde luego, ni contrataci¨®n enloquecida de deuda, ni nacionalizaciones y (luego) privatizaciones ama?adas. Claro que no. Todo fueron maquinaciones de esas "fuerzas oscuras", que se disfrazaron, consecutivamente, de estatistas y de liberales salvajes con tal de perjudicarnos. Y, en la misma l¨ªnea, hemos de creer que no hubo un solo asesino o un solo bandido en los gobiernos de Fox, Calder¨®n y Pe?a Nieto, los tres presidentes que miraron al pa¨ªs ahogarse en sangre y pudrirse en medio de la corrupci¨®n generalizada en los recientes sexenios: la culpa, faltaba m¨¢s, fue de otros.
Hoy, seg¨²n palabras del presidente L¨®pez Obrador, las protestas feministas est¨¢n siendo "infiltradas" y "manipuladas" por esas mismas "fuerzas oscuras" de siempre. Lo dice y se queda tan tranquilo, como si nadie hubiera usado el pretexto antes. Y los jilguerillos repiten la versi¨®n, igual que sus hermanos en 1968 y 1971, y en los a?os ochenta y noventa, y en este complejo inicio de siglo nuestro. Y lo curioso es que todav¨ªa queda quien se cree que el gobierno no peca ni por obra ni por omisi¨®n y la culpa de todo la tienen unos villanos reventones que operan desde las sombras.
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