Rachida Dati, la candidata que no pide permiso
Emblema del cuestionado sue?o meritocr¨¢tico franc¨¦s, aspira a conquistar la alcald¨ªa de Par¨ªs
Rachida Dati camina r¨¢pido, escucha mirando a los ojos y responde sin titubear, se despide y sigue el periplo.
¡ªYo votaba a la izquierda y ahora me inclino por usted. Usted es din¨¢mica, es lo que necesitamos ¡ªle dice un hombre.
A la exministra de Justicia, emblema del cuestionado sue?o meritocr¨¢tico franc¨¦s, verso suelto de una derecha sin l¨ªderes ni rumbo y ahora candidata a la alcald¨ªa de Par¨ªs, se le ilumina el rostro. Ha recobrado el gusto de pisar la calle y batirse por un nuevo mandato electoral: el que la har¨ªa pasar a la historia como la primera persona de origen ¨¢rabe y musulm¨¢n ¡ªy adem¨¢s, mujer y de derechas¡ª al frente de la capital de una Francia atormentada por los conflictos identitarios y las fracturas sociales. Los sondeos para las municipales del 15 y el 22 de marzo le sonr¨ªen: algunos la colocan codo a codo con la favorita, la actual alcaldesa, la socialista Anne Hidalgo.
Es jueves, 27 de febrero, mediod¨ªa. Gare du Nord: la mayor estaci¨®n de trenes de Europa. Dati, de 54 a?os y desde 2008 alcaldesa del acomodado distrito VII, hace campa?a acompa?ada de otro esp¨ªritu independiente: el presidente de la regi¨®n Altos de Francia, Xavier Bertrand. Como ella, Bertrand fue ministro con el presidente Nicolas Sarkozy. Al contrario que ella, Bertrand no ha permanecido en Los Republicanos y se ha marchado para postularse desde la derecha moderada como una alternativa independiente, todav¨ªa por construir, al presidente de la Rep¨²blica, Emmanuel Macron.
Dati nunca ha sido dogm¨¢tica de las siglas. Lo es con sus apegos sentimentales: su familia y su hija, Zohra, sagrados. Y con sus lealtades: Sarkozy por encima de todo. Con sus or¨ªgenes, tambi¨¦n. Este es un pa¨ªs de ¨¦lites encastilladas y de instituciones educativas que act¨²an como peaje, dif¨ªcilmente franqueable para amplios sectores de las clases populares.
Magistrada, hija de un obrero marroqu¨ª y una argelina que no sab¨ªa leer, fue ministra de Justicia
En esta Francia, Rachida Dati ven¨ªa de la nada. Sus padres, inmigrantes: ¨¦l, obrero marroqu¨ª; ella, una argelina que no sab¨ªa leer, pero hablaba un franc¨¦s genuino y se vest¨ªa como una parisiense. Eran 11 hermanos. Crecieron en las viviendas sociales de la provinciana Chalon-sur-Sa?ne. En casa escuchaban a Charles Aznavour y a Um Kalthum. Ella destacaba en los estudios: los padres la llevaron a una escuela cat¨®lica.
Primeros trabajos a los 14 a?os: vendedora de productos cosm¨¦ticos a domicilio, cajera en un supermercado, luego ayudante de enfermer¨ªa. Pronto entendi¨® que no deb¨ªa pedir permiso para derribar las puertas. En una recepci¨®n en la Embajada de Argelia, abord¨® a un dirigente de la petrolera Elf Aquitaine: logr¨® entrar en el grupo como contable. A?os despu¨¦s, en una fiesta, sigui¨® al magnate Jean-Luc Lagard¨¨re hasta el ba?o y le pidi¨® trabajo: lo consigui¨®. Mujer de empresa, magistrada, ministra de Justicia: su biograf¨ªa contiene todo lo que deber¨ªa ser la norma republicana pero que amenaza con convertirse en excepci¨®n.
En su ¨²ltimo libro, La confiscation du pouvoir (La confiscaci¨®n del poder), relata algunas humillaciones. Por sus or¨ªgenes sociales y ¨¦tnicos, o por su afici¨®n al lujo, el famoso bling-bling que se asoci¨® a Sarkozy. Una vez, una periodista de una revista de moda le pregunt¨®: ¡°Cuando a usted le reprochan que se vista demasiado bien, ?no est¨¢n reproch¨¢ndole traicionar su condici¨®n¡±? Dati respondi¨® dici¨¦ndole a la periodista si acaso pensaba preguntarle a continuaci¨®n si iba demasiado limpia y aseada por proceder de la clase social de la que proced¨ªa.
Ella es as¨ª. Si la atacan, golpea m¨¢s fuerte. Esta cualidad le result¨® ¨²til en la jungla de egos y corruptelas que era la derecha cuando Sarko ¡ªas¨ª le llama ella¡ª la propuls¨® a la plaza Vend?me, sede del Ministerio de Justicia franc¨¦s. Ocup¨® el cargo entre 2007 y 2009 y fue eurodiputada entre esta fecha y 2019. En una entrevista citada en el libro La haine. L¡¯histoire secr¨¨te de la droite fran?aise (El odio. La historia secreta de la derecha francesa), dispara sin silenciador contra todo y todos. De Brice Hortefeux, uno de los colaboradores m¨¢s estrechos de Sarko, afirma: ¡°Es un facha c¨ªnico, un tipo sin inter¨¦s¡±. A Fran?ois Fillon, candidato fracasado a las presidenciales de 2017 y hoy juzgado por corrupci¨®n, lo describe como ¡°un zumbado (¡), egoc¨¦ntrico, frustrado, celoso¡±. Y son sus supuestos aliados¡
Lo suyo no es lo que los franceses llaman la langue de bois, literalmente lengua de madera; es decir, el blablabl¨¢ de los pol¨ªticos que discursean para no decir nada. Es un signo de autenticidad, pero tambi¨¦n puede llevarla al exceso, como vincular en una entrevista radiof¨®nica la matanza ultra en Hanau (Alemania) con la pol¨ªtica migratoria de la canciller Angela Merkel.
Pero el jueves, en campa?a por la Gare du Nord y sus alrededores, conversando con comerciantes, vecinos y pasajeros, parec¨ªa cauta, atenta a lo que le contaban m¨¢s que a exponer sus puntos de vista, con el freno de mano puesto. Cuando el exvotante de izquierdas les dijo a ella y a Bertrand que esperaba que ¡°se quitasen de encima a Macron¡±, ella replic¨®: ¡°No basta con quitarse de encima a nadie: hace falta un proyecto¡±. El suyo pretende ser un proyecto de una derecha sin complejos, pero inclusiva y con acentos sociales.
Ya en la calle, delante de una brasserie, un hombre la salud¨® en ¨¢rabe: ¡°Inch¡¯allah¡±. ¡°Inch¡¯allah¡±, respondi¨®.
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