Mesa Potemkin
¡°Esta vez es diferente¡± es una frase que se pronuncia muchas veces justo antes de meterte en un l¨ªo del que quiz¨¢ no sepas salir
La mesa de di¨¢logo entre el Gobierno y la Generalitat no puede solucionar la crisis. En la delegaci¨®n catalana no est¨¢n representados los catalanes no independentistas, ni siquiera todo el independentismo. La encabeza un president inhabilitado cuya incompetencia y desprecio al pluralismo casi eclipsan una xenofobia acreditada; interesa sobre todo al partido que es su mayor rival. Al otro lado est¨¢n dos formaciones de izquierdas. La principal conclusi¨®n de la reuni¨®n es que habr¨¢ m¨¢s reuniones, lo que hace pensar m¨¢s en una terapia que en una negociaci¨®n: una terapia peligrosa, como se tradujo en Espa?a Analyze This.
Si piensas en el problema, el an¨¢lisis se basa en premisas falsas y en diagn¨®sticos err¨®neos. Pero el objetivo no es encontrar una soluci¨®n. La mesa tiene dos prop¨®sitos centrales: para el PSOE, sacar unos presupuestos que den estabilidad a esta legislatura; para ERC, avanzar hacia la hegemon¨ªa en el independentismo. Las exigencias de los secesionistas son inasumibles para el Gobierno; los separatistas lo saben. Las diferencias entre los interlocutores son grandes, aunque hay un acuerdo: la culpa es de la derecha espa?ola, cuyo principal error es existir. Es m¨¢s f¨¢cil decirlo si no est¨¢ representada en la mesa. Pero no se puede alcanzar ninguna soluci¨®n sin contar con ella.
A largo plazo los objetivos chocan. ERC busca ampliar la base social independentista hasta alcanzar un punto de no retorno. El PSOE piensa que con unos gestos, con algo m¨¢s de autogobierno, la tensi¨®n bajar¨¢: quiz¨¢ se les pase durante unos a?os. El trampantojo exige dar parte de raz¨®n a los independentistas, que no se arrepienten de sus delitos, sus bulos o su supremacismo: hay que darles la raz¨®n porque sus sentimientos son intensos, parece. Esto socava la credibilidad de las instituciones, desgasta al Gobierno y produce una sensaci¨®n de abandono entre muchos ciudadanos. Se evita la palabra Constituci¨®n para no herir sensibilidades: como tab¨² no est¨¢ mal. Al constitucionalismo le conviene ser estrat¨¦gico, se dice, y es cierto. Se ha logrado, por ejemplo, fragmentar el independentismo. Pero hemos visto otras veces c¨®mo las instituciones del Estado se utilizaban contra el Estado, c¨®mo las promesas imposibles de dirigentes irresponsables se convert¨ªan en motivos para un agravio de oportunistas del victimismo y profesionales de la deslealtad. ¡°Esta vez es diferente¡± es una frase que se pronuncia muchas veces justo antes de meterte en un l¨ªo del que quiz¨¢ no sepas salir.
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