?C¨®mo influye la gen¨¦tica en el ¨¦xito?
Los investigadores concluyen que ciertas predisposiciones hereditarias ayudan, pero que la plasticidad del cerebro hace que est¨¦ en nuestras manos conseguirlo
Los cient¨ªficos han descubierto que nuestro cerebro tiene centros espec¨ªficos que nos encaminan al ¨¦xito. Tambi¨¦n han demostrado que nuestra plasticidad neuronal es tan poderosa que, incluso, somos capaces de crearlos o de mejorarlos. As¨ª lo reconoce un estudio sobre la ciencia del ¨¦xito publicado en el ¨²ltimo monogr¨¢fico de la revista Time. El ¨¦xito siempre ha sido un concepto anhelado, escurridizo y tremendamente subjetivo. Para algunos supone disponer de una buena posici¨®n en una empresa o una vasta cuenta corriente. Otros dan m¨¢s importancia al hecho de contar con una extensa red de amigos y una salud excelente.
No existe un consenso sobre el ¨¦xito, pero s¨ª parece que alcanzarlo depende de ciertas habilidades. Uno de los estudios m¨¢s famosos sobre la materia comenz¨® en los a?os sesenta en Estados Unidos. Walter Mischel, investigador de la Universidad de Stanford, propuso una sencilla prueba a ni?os entre cuatro y seis a?os. Si aguantaban sin comer una golosina durante 15 minutos les daba un premio. Negarse se antojaba m¨¢s complicado de lo que puede parecer, ya que los peque?os ten¨ªan la golosina frente a sus ojos. Los ni?os hicieron todo tipo de estrategias para evitar com¨¦rselas. Algunos fracasaron en el intento y la engulleron, pero otros consiguieron el prop¨®sito.
Al cabo de los a?os, Mischel analiz¨® qu¨¦ hab¨ªa sucedido con aquellos ni?os que hab¨ªan logrado soportar la tentaci¨®n. El resultado es que hab¨ªan conseguido mejores notas acad¨¦micas, soportaban mejor el estr¨¦s y tuvieron m¨¢s ¨¦xito social. Evidentemente, no fue la golosina lo que les llev¨® a obtener esos logros, sino su capacidad de autorregulaci¨®n. O dicho de otro modo: la habilidad para posponer la recompensa inmediata por otra mejor. La paciencia es una caracter¨ªstica fundamental para el ¨¦xito.
¡°No como este pastel, que me apetece much¨ªsimo, por la dieta¡±; ¡°no le digo a esta persona lo que pienso, aunque quiera, porque no me conviene en un futuro¡±; ¡°me quedo a estudiar, aunque preferir¨ªa irme de marcha con los amigos¡±. Son solo algunos ejemplos de autorregulaci¨®n. Para los investigadores posteriores a Mischel, la capacidad de censurar la recompensa inmediata solo predice parte del ¨¦xito. Y lo que es m¨¢s importante, ya aparece reflejada en el cerebro de algunos ni?os. Esto significa que a algunas personas les resulta m¨¢s f¨¢cil autocontrolarse que a otras. Se trata de una cuesti¨®n gen¨¦tica, aunque la educaci¨®n tambi¨¦n ayuda a conseguirlo, seg¨²n Ian Robertson, profesor em¨¦rito de Psicolog¨ªa en el Instituto de Neurociencia del Trinity College de Dubl¨ªn (Irlanda).
La naturaleza y la educaci¨®n forman un t¨¢ndem extraordinario para el ¨¦xito y, sobre todo, para aquellas habilidades que no se enmarcan en los cocientes intelectuales. Ya lo avanz¨® el psic¨®logo estadounidense Daniel Goleman en su famosa Teor¨ªa de la Inteligencia Emocional. En su opini¨®n, de poco nos sirve un cerebro brillante y un elevado cociente intelectual si no entendemos de empat¨ªa, si no sabemos leer emociones propias y ajenas. Por eso, los mejores directivos no son precisamente los m¨¢s inteligentes. De hecho, pueden tener colaboradores que les den mil vueltas en cociente intelectual. Hasta un 70% del ¨¦xito de los mejores jefes se debe a la capacidad de autoconocimiento y a la gesti¨®n personal, aunque tambi¨¦n pesa el conocimiento y la influencia hacia los dem¨¢s. As¨ª lo han confirmado diversos estudios posteriores.
La capacidad de automotivaci¨®n, el control de uno mismo, la capacidad para asumir riesgos, la mentalidad de crecimiento, la resiliencia o las habilidades sociales juegan un papel crucial para tener ¨¦xito en cualquier ¨¢mbito de la vida. Seg¨²n los estudios de resonancia magn¨¦tica, se ha comprobado que, en el caso de los directores generales, por ejemplo, la secci¨®n del cerebro dedicada al an¨¢lisis y a la organizaci¨®n (cuadrante inferior izquierdo) y la dedicada a las relaciones personales y emocionales (cuadrante inferior derecho) parecen estar mejor integradas. Este hecho tiene que ver con cierta predisposici¨®n gen¨¦tica pero, a¨²n m¨¢s importante, con la educaci¨®n temprana y la formaci¨®n posterior, como defiende Ian Robertson, autor de The Winner Efect.
Las investigaciones sobre este asunto concluyen que el ¨¦xito depende de ciertas predisposiciones gen¨¦ticas, pero a¨²n m¨¢s importante, de variables ambientales como la educaci¨®n, el contexto que escojamos y nuestra voluntad de cambio. Por eso, la plasticidad casi infinita de nuestro cerebro nos lleva a pensar que, si queremos ser exitosos, todo depende de nosotros. Est¨¢ en nuestras manos conseguirlo. Una buena noticia para aquellos que se comieron (o nos hubi¨¦semos comido) la golosina hace a?os.
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