Lo impalpable

Se globaliza lo visible y lo invisible: las tuercas y el p¨¢nico, el sushiy los virus, la moda de primavera y las tendencias espirituales. Cuando te aplicas una crema antiarrugas en Bilbao, hacen caja en Calcuta, donde alguien se come un perrito caliente a tu salud. Las puertas del metro de Madrid son, a efectos del contagio, las mismas puertas que las del metro del Pek¨ªn. Si se cierra un cine en Wuhan, se clausura otra sala en Barcelona. Solo el f¨²tbol no cesa porque el f¨²tbol, tambi¨¦n globalizado, es la m¨¦dula de la vida. Se practica, eso s¨ª, un balompi¨¦ onanista, sin p¨²blico, pero los jugadores se emplean a fondo en su soledad masturbatoria, imaginando escenas m¨¢s excitantes, si cabe, que las de verdad. El p¨²blico irreal es el mejor. Quiz¨¢, pensar¨¢n algunos futbolistas, deber¨ªan hacerse dos ligas, una de ellas con seguidores completamente imaginarios a los que firmar¨ªan aut¨®grafos quim¨¦ricos al entrar al estadio. Y al abandonarlo.

Pero si se juegan partidos sin p¨²blico, que es como hacer el amor sin compa?ero, ?por qu¨¦ no representar tambi¨¦n teatro sin espectadores? Saber, desde el sal¨®n de nuestras casas, que ahora mismo se recita a Shakespeare a butaca desierta en una sala de nuestra ciudad. Fantasear con ese vac¨ªo en el que los int¨¦rpretes act¨²an para un auditorio inexistente y vernos imaginariamente sentados en la primera fila, escuchando el mon¨®logo de Hamlet. Ser o no ser, he ah¨ª el problema. En el descanso nos acercar¨ªamos a la cocina para prepararnos una sopa instant¨¢nea de tibur¨®n made in China. El Covid-19, m¨¢s que cualquier sesudo ensayo, nos muestra que lo impalpable forma parte del paquete de lo manifiesto, que somos tambi¨¦n importadores y exportadores de la materia oscura que nos constituye.