¡°A los 13 a?os me lleg¨® la regla y mis padres ya hab¨ªan acordado casarme¡±
La activista de Malawi Catherine Nkandawire lucha contra la pobreza, la desigualdad de g¨¦nero y el cambio clim¨¢tico. Todo ello ayuda a acabar con los matrimonios infantiles. Lo sabe por experiencia
Con 10 a?os Catherine Nkandawire so?aba con una cosa: quer¨ªa tener los mismos zapatos de tac¨®n que llevaba su profesora en la escuela de primaria de Kavuzi, en Nkhata Bay, a orillas del lago Malawi. Durante las clases no dejaba de admirarla por como hablaba y todas las cosas que sab¨ªa, y tambi¨¦n por sus tacones. Hasta que la profesora la anim¨®: ¡°Si te concentras en clase y estudias, t¨² tambi¨¦n podr¨¢s llevar unos zapatos como estos ?t¨² puedes hacerlo!¡±. Pero Catherine no se lo termin¨® de creer ya que hasta entonces nadie le hab¨ªa dicho que una ni?a pod¨ªa llegar a ser en la vida lo que ella quisiera ser.
Catherine Nkandawire naci¨® en la aldea de Chipimbininga y la caminata que la separaba cada ma?ana de la escuela era de dos horas por un camino empinado entre colinas. Ella era la hija mayor de cinco hermanas, todas ni?as y ning¨²n var¨®n: ¡°Una decepci¨®n para la familia¡±, como ella misma cuenta. Cuando cumpli¨® los nueve a?os, sus padres le dijeron que ten¨ªa que marcharse a vivir a la aldea de sus t¨ªos ya que la plantaci¨®n de cassava no daba suficiente y ella era la mayor.
¡°Mi historia no es bonita de escuchar¡±, advierte antes de empezar a contarla. Ahora con 26 a?os ya no tiene miedo de hablar y quiere que su ejemplo ayude a revertir la situaci¨®n que denuncia como activista: en Malawi el 42% de las ni?as se casan antes de cumplir los 18 a?os, lo que representa una de las tasas de matrimonio infantil m¨¢s altas en el mundo.
Una infancia arrebatada
Cuando las ganas de jugar y de subirse a los arboles a¨²n delataban que era una ni?a, fue violada por su t¨ªo en m¨¢s de una ocasi¨®n. Derrumbada e incapaz de contener el dolor y la verg¨¹enza que sent¨ªa, volvi¨® a Chipimbininga donde su madre le hizo prometer que no contar¨ªa a nadie lo que hab¨ªa pasado, y la aleccion¨® sobre c¨®mo deb¨ªa vestirse y comportarse una chica de su edad; estaba en juego la honorabilidad de la familia.
En Malawi el 42% de las ni?as se casan antes de cumplir los 18 a?os. Es una de las tasas de matrimonio infantil m¨¢s altas del mundo
¡°Despu¨¦s, a los 13 a?os me lleg¨® la menstruaci¨®n y mis padres ya hab¨ªan llegado a un acuerdo para casarme¡±, rememora. El hombre era mucho m¨¢s mayor. Ten¨ªa 45 a?os y estaba dispuesto a pagar la lobola. Los preparativos para la boda no se hicieron esperar, y las mujeres del pueblo la encerraron a cal y canto en una caba?a en el bosque, no muy lejos de donde vive ahora. Como dictaba la tradici¨®n, durante el d¨ªa las mujeres ven¨ªan a ense?arle a cocinar, limpiar y arreglar la casa. Cuando ca¨ªa la noche, le explicaban los secretos para ser una mujer f¨¦rtil y saber complacer a su nuevo marido. As¨ª pas¨® encerrada hasta la s¨¦ptima luna, d¨ªa en que su futuro esposo vendr¨ªa a pasar la noche con ella: ¡°Estaba muerta de miedo¡±, recuerda ahora haciendo un esfuerzo para que no le vuelva a temblar la voz.
Pero la imagen de su profesora y los zapatos de tac¨®n le vinieron a la cabeza como un impulso: ¡°Si me caso nunca podr¨¦ ser como ella¡± se dijo; as¨ª que salt¨® por la ventana y huy¨® hacia el bosque para esconderse. Cuando la encontraron al cabo de una semana, los ancianos del pueblo tomaron una decisi¨®n: ¡°Catherine no se casar¨ªa con aquel hombre, pero su madre ten¨ªa que ser desterrada por no haber educado a una ni?a que obedezca a su familia¡±.
¡°As¨ª es como me convert¨ª en la madre de mis hermanas¡±, sigue contando. Desde aquel d¨ªa asumi¨® todas las tareas de la casa y del cuidado de las peque?as. Para ella los d¨ªas empezaban a las tres de la madrugada para ir a cortar le?a y encender la hoguera para cocinar, despu¨¦s despertaba a sus hermanas e iban a la escuela. Al caer la noche, terminaba escribiendo a la luz de una vela, ya cuando todo el mundo se hab¨ªa ido a la cama y a ella le quedaba tiempo, pero pocas fuerzas, para estudiar. "Mi vida era un castigo, pero prefer¨ªa eso antes que casarme¡±.
En la sombra del ¨¢rbol
Desde las ondas de Radio Yoneco FM (una organizaci¨®n juvenil en Zomba, al sur del pa¨ªs) Sewenthe Chipofya y Rodrick Mwale denuncian casos como el que sufri¨® Catherine. Su programa, phanthuzy (en la sombra del ¨¢rbol, en lengua chichewa), es desde hace cinco a?os un altavoz para acabar con los matrimonios infantiles. A pesar de que desde el a?o 2017 la constituci¨®n de Malawi proh¨ªbe las uniones con menores de 18 a?os, como apunta Sewenthe, las ra¨ªces del problema est¨¢n a¨²n lejos de desaparecer: ¡°En un pa¨ªs donde m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n es pobre, para muchas familias la ¨²nica soluci¨®n es casar a las hijas con un hombre para que se ocupe de ellas¡±, explica. ¡°Los embarazos prematuros en adolescentes, la falta de educaci¨®n sexual, y la falta de mujeres que act¨²en como modelo a seguir en las comunidades, son otros factores¡±, se?ala. Desde su programa, que se emite dos veces a la semana y se escucha en todo el pa¨ªs, hablan y entrevistan a chicos y chicas, padres y madres, l¨ªderes tradicionales, gu¨ªas religiosos, activistas y cooperantes ¡°para as¨ª contar el problema desde todos los ¨¢ngulos y cambiar la mentalidad de la gente¡±, a?ade Rodrick.
Afrooz Kaviani, jefa de Protecci¨®n Infantil en Unicef Malawi, apunta a la falta de oportunidades para las ni?as como un factor m¨¢s: ¡°Seg¨²n nuestros estudios, la mayor¨ªa de chicas que se casan entre los 16 y los 18 a?os afirman que lo hacen por propia voluntad, para independizarse de su familia y porqu¨¦ quieren empezar a formar la propia suya¡±, pero se hace la pregunta: ¡°?qu¨¦ otras opciones tienen las chicas para ser adultas?¡±. El bajo ¨ªndice de escolarizaci¨®n entre las ni?as es otro problema: ¡°La precariedad de los recursos econ¨®micos y la desigualdad de g¨¦nero hace que las familias no prioricen la escolarizaci¨®n de las ni?as¡± (solo el 6% se grad¨²an en educaci¨®n secundaria), ¡°que despu¨¦s se encuentran sin las capacidades para tener un sustento de vida por si mismas¡± termina diciendo.
Otra mirada de los ancianos
Han tenido que pasar trece a?os para que los ancianos de Chipimbininga vean a Catherine de otra manera. Ahora todo el mundo la respeta y se ha convertido en un ejemplo para los m¨¢s j¨®venes. Su resiliencia, y empe?o para cambiar las cosas la llev¨® a tirar adelante con sus hermanas y conseguir que su madre pudiera volver a vivir con ellas. Despu¨¦s de terminar sus estudios, ha aprendido las t¨¦cnicas de la apicultura, la cr¨ªa de peces en un vivero y la agricultura. Con el dinero que gana, ayuda a la escolarizaci¨®n de otras ni?as del pueblo, que la tratan como si fuera una segunda madre. Adem¨¢s, cuando hay rumores de un caso de matrimonio infantil o de abusos a ni?as, enseguida acuden a ella para que hable con la familia o lo denuncie a las autoridades.
Por primera vez la voz y la experiencia de Catherine ha sido escuchada por cientos de personas en una cumbre de las Naciones Unidas en Nairobi (Kenia). All¨ª explic¨® c¨®mo los efectos del cambio clim¨¢tico tambi¨¦n influyen en la lucha contra los matrimonios infantiles, haciendo m¨¢s severas y frecuentes las inundaciones o las sequ¨ªas que asolan el fr¨¢gil ecosistema y los cultivos en su pa¨ªs y que agravan la pobreza y la inseguridad, tambi¨¦n de las ni?as.
Pero a pesar de que su vida ha cambiado por completo, al volver de Nairobi no piensa en moverse de su hogar en Chipimbininga. Desde aqu¨ª, asegura con voz firme y un punto de rebeld¨ªa, continuar¨¢ luchando ¡°para que cada ni?a tenga la oportunidad de alcanzar en la vida todo lo que se proponga¡±.
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