Todos confinados
Termina una ¨¦poca tumultuosa, liquidada por una epidemia transmitida gracias a la sociabilidad de la globalizaci¨®n descontrolada
Algo desconocido est¨¢ naciendo. Hay que estar atentos a lo que sucede, porque jam¨¢s se hab¨ªa visto algo parecido. Todas las referencias anteriores son vagas met¨¢foras para intentar orientarse. Ha empezado por China, pa¨ªs dirigido por un partido autoritario dirigido por un l¨ªder fuerte. Le ha seguido Italia, tan pr¨®xima, tan democr¨¢tica y liberal, con un Gobierno fr¨¢gil y un l¨ªder sin carisma. Detr¨¢s ya vamos nosotros y todos los otros.
El tratamiento del contagio exige cortar la transmisi¨®n de forma radical, reduciendo lo que nos hace humanos y nos ayuda a vivir, la sociabilidad, la familia, los amigos, la vida en la ciudad. Ha funcionado a las bravas en China y est¨¢ funcionando de forma m¨¢s acorde a nuestros valores en Italia.
No es una terapia pasajera. Una vez controlada la epidemia, esperemos que pronto, deber¨¢ llegar la restauraci¨®n del v¨ªnculo social que ahora est¨¢ en cuarentena. Pero nada volver¨¢ a ser igual: el trabajo, los transportes, el turismo, el comercio, los museos o los espect¨¢culos no podr¨¢n seguir como si nada hubiera sucedido. Es el final dram¨¢tico de una ¨¦poca tumultuosa, liquidada por una epidemia transmitida gracias a la sociabilidad que propicia una globalizaci¨®n descontrolada y feliz.
Dice una vieja sentencia que nunca hay que desaprovechar una buena crisis. Hay quien pide libre despido y reducci¨®n de impuestos. Hay quien quiere reforzar los viejos Estados naciones y destruir de una vez la Uni¨®n Europea. Habr¨¢ quien defienda la eficacia del autoritarismo para combatir las nuevas epidemias.
Tras Chern¨®bil, el 11-S y la crisis financiera de 2008, ahora con el coronavirus descubrimos la nueva frontera de nuestra vulnerabilidad. Ahora alcanza a la esfera privada. Si queremos combatirlo habr¨¢ que cambiar de vida: trabajar en casa; moderar el consumo, especialmente tur¨ªstico; transformar la movilidad; reducir las desigualdades y atender colectivamente a los m¨¢s pobres y vulnerables, a su salud y a sus ingresos...
El coronavirus nos ense?a que sin atenci¨®n m¨¦dica de calidad para todos, incluso los m¨¢s ricos est¨¢n en peligro. Vale para los pa¨ªses como para los ciudadanos. Pagar impuestos para contar con una buena sanidad p¨²blica es la mejor inversi¨®n que puede hacer una sociedad. La salud colectiva y global ya es parte de la salud individual. Hay que aprovechar la oportunidad.
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