Venezuela: ?acaso es posible negociar?
El debate entre la izquierda y la derecha en Venezuela funciona como una mala caricatura. Son ret¨®ricas estrujadas hasta el agotamiento para justificar una realidad m¨¢s signada por las pugnas de poder
¡°Nos duele la patria. Nos preocupa la cruda realidad que vive nuestro pueblo, las necesidades por las est¨¢n pasando los millones de venezolanos que hoy padecen esta terrible crisis hist¨®rica¡±. Cualquiera podr¨ªa pensar que estas comillas pertenecen a Juan Guaid¨®, que as¨ª habl¨® el l¨ªder de la oposici¨®n venezolana hace pocos d¨ªas. Pero no. En realidad son mucho m¨¢s viejas. Son palabras del teniente coronel Hugo Ch¨¢vez, desde la c¨¢rcel, en 1992, pocos meses despu¨¦s de intentar dar un golpe de Estado. Han pasado casi treinta a?os ¨C con dos d¨¦cadas de ¡°revoluci¨®n¡± y una enorme bonanza petrolera en la mitad- pero sin embargo Venezuela sigue hundida en su tragedia. Y ahora est¨¢ mucho peor: los conflictos son mayores, la violencia se ha institucionalizado, y los escenarios de soluci¨®n se han agotado o son inviables. La encrucijada m¨¢s bien parece un callej¨®n sin salida.
Tras la ca¨ªda del general P¨¦rez Jim¨¦nez (1958), uno de los logros fundamentales de la democracia venezolana fue el establecimiento de la pol¨ªtica como proceso, como experiencia, como forma de asumir y debatir los asuntos p¨²blicos y las relaciones sociales. Despu¨¦s de siglo y medio signado por el caudillismo militar, el pa¨ªs se estren¨® y comenz¨® a desarrollarse sobre el ejercicio de poder civil. Este impulso modernizador transform¨® a Venezuela durante dos d¨¦cadas pero, con el tiempo, comenz¨® a hacer aguas y a generar una crisis que -20 a?os despu¨¦s- terminar¨ªa en el fracaso del modelo neoliberal y el predominio de unas ¨¦lites, pol¨ªticas y econ¨®micas, hundidas en la corrupci¨®n, alejadas de las grandes mayor¨ªas e incapaces de leer la realidad. En este contexto, apareci¨® Hugo Ch¨¢vez. Como s¨ªntoma de una sociedad que parec¨ªa a punto de estallar y, tambi¨¦n, como regreso del tentador fantasma del militarismo: la antigua idea de que el orden lleva uniforme.
Cuando en 1998, Ch¨¢vez gan¨® en las elecciones, Teodoro Petkoff, ex guerrillero legendario, intelectual y periodista, resalt¨® que uno de los problemas cruciales con el nuevo mandatario era que hablaba ¡°nuestro lenguaje¡±. Esta breve observaci¨®n se?alaba ya el tipo de proyecto que pod¨ªa representar Ch¨¢vez: detr¨¢s de una ret¨®rica de izquierda, segu¨ªa intacta la vocaci¨®n militar, la naturaleza personalista y autoritaria. De hecho, Ch¨¢vez invirti¨® mucho tiempo y esfuerzos en convertirse en el eje central del pa¨ªs, construyendo un Estado a su conveniencia, con un protagonismo cada vez mayor de los militares frente a un poder cada vez m¨¢s debilitado de la ciudadan¨ªa. Su relaci¨®n con Cuba, la ocupaci¨®n del pa¨ªs que le permiti¨® al r¨¦gimen de la isla, tiene que ver mucho con esta intenci¨®n. Para Ch¨¢vez, Fidel era un ejemplo, un modelo exitoso, capaz de pasar m¨¢s de 50 a?os en el poder y mantener su prestigio. Para Castro, la riqueza venezolana representaba una nueva resurrecci¨®n. La ideolog¨ªa, en realidad, estaba en segundo plano. El llamado ¡°socialismo del siglo XXI¡± termin¨® siendo una gran fantas¨ªa rentista. La ¡°revoluci¨®n bolivariana¡± fue solo una ficci¨®n de la bonanza petrolera. Cuando cayeron los precios, el pa¨ªs qued¨® al desnudo: quebrado, sin instituciones, convertido en un cuartel.
Ch¨¢vez supo aprovechar su inmenso talento comunicacional para crear una narrativa radical e irritante. Actuaba como un nuevo rico, irresponsable y derrochador, pero hablaba como si fuera el Che Guevara. Reprodujo y mejor¨® la ret¨®rica del bloqueo (Cuba s¨ª / Yankees no) y mantuvo internamente un continuo estado de polarizaci¨®n. Esto termin¨® produciendo tambi¨¦n una nueva derecha en Venezuela. No solo como propuesta pol¨ªtica, articulada a partidos y movimientos, sino sobre todo como f¨®rmula de racionamiento, como identidad cultural, que pretende explicar toda la historia reciente con muchos adjetivos denigrantes y con un solo sustantivo: la izquierda.
Todo esto tambi¨¦n forma parte del mismo proceso de una oposici¨®n a la que le ha sido muy dif¨ªcil sobrevivir durante estas dos d¨¦cadas. Desde su primer Gobierno, Ch¨¢vez logr¨® que se eliminar¨¢ el financiamiento oficial a los partidos y, de manera constante, se dedic¨® a satanizar y descalificar a cualquiera que lo adversara. Sin embargo, tambi¨¦n el liderazgo pol¨ªtico opositor cometi¨® muchos errores. Basta recordar el intento de golpe de Estado en 2002 o la decisi¨®n de no participar en las elecciones parlamentarias de 2005. Pero sin duda el tema de la unidad ha sido una de sus fragilidades principales, as¨ª como la falta de una propuesta s¨®lida y clara, de una relaci¨®n m¨¢s cercana con los sectores populares, con sus c¨®digos, con sus necesidades y aspiraciones.
La muerte de Ch¨¢vez (2013), el desplome de los precios del crudo y la consecuente crisis econ¨®mica, sin embargo, colocaron la encrucijada en una nueva dimensi¨®n. En diciembre de 2015, con un esfuerzo unitario y un trabajo pol¨ªtico en todo el territorio, por primera vez la oposici¨®n obtuvo una victoria aplastante en el parlamento. Este hecho abri¨® la posibilidad de un cambio en el pa¨ªs. La oposici¨®n, con mayor¨ªa absoluta en el poder legislativo, pod¨ªa cambiar la configuraci¨®n de las instituciones, sobre todo del poder electoral dominado por el chavismo, as¨ª como de auditar y controlar todas las decisiones y acciones del poder ejecutivo. A partir de ese momento, el chavismo entendi¨® que no pod¨ªa seguir dependiendo de la voluntad popular. Con una maniobra inconstitucional, ocup¨® el Tribunal Supremo de Justicia y, desde esa instancia, comenz¨® a bombardear el nuevo parlamento. El cl¨ªmax de esta nueva etapa estalla en 2018 cuando, en un proceso absolutamente irregular, el chavismo adelanta las elecciones presidenciales y reelige a Maduro para un nuevo per¨ªodo. La oposici¨®n no reconoce la legitimidad de la presidencia y una parte importante de la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, Canad¨¢ y la Uni¨®n Europea, se suman a este desconocimiento.
Durante estos ¨²ltimos a?os, mientras el caos econ¨®mico ha avanzado de forma vertiginosa, la confrontaci¨®n pol¨ªtica parece paralizada en una peculiar din¨¢mica institucional: el pa¨ªs, al menos de manera nominal, tiene dos presidentes, dos asambleas, dos embajadores ante distintos organismos¡La internacionalizaci¨®n de la crisis tambi¨¦n ha tra¨ªdo el problema migratorio y el estancamiento diplom¨¢tico en una mec¨¢nica de amenazas y presiones que recuerda la Guerra Fr¨ªa.
En el caso de Venezuela, el debate entre la izquierda y la derecha ya solo funciona como una mala caricatura. Es un esquema que no sirve para analizar lo que ocurre en el pa¨ªs. Son ret¨®ricas gastadas, estrujadas hasta el agotamiento para justificar una realidad m¨¢s signada actualmente por las pugnas de poder, las mafias, el narcotr¨¢fico y la corrupci¨®n¡ En toda la ruta de robo y lavado de casi un mill¨®n de millones de d¨®lares, se cruzan distintas ideolog¨ªas y diferentes territorios. A la hora del saqueo, no hay antagonismos pol¨ªticos.
El chavismo, asentado en el poder militar y asumiendo sin pudor que la democracia solo es un simulacro, se ha refugiado en el ejercicio de la violencia. Un informe de la ONU denuncia la tortura y el asesinato pol¨ªtico, as¨ª como m¨¢s de 8.000 casos de ejecuciones extrajudiciales en los ¨²ltimos a?os. La oposici¨®n por su parte, fragmentada y sin plan com¨²n, ofrece una imagen asociada a Trump que no solo respalda la narrativa oficialista sino que reduce las posibilidades de futuro al marco de una improbable invasi¨®n. Los dos bandos tratan de hacer pol¨ªtica a partir de la presi¨®n internacional y ambos, adem¨¢s, parecen estar dispuestos a soportar el sacrificio que suponen las sanciones para una mayor¨ªa cada vez m¨¢s despolitizada, cada vez m¨¢s obligada a tratar de sobrevivir.
En estas circunstancias, ?acaso se puede llegar a alg¨²n tipo de acuerdo? ?Realmente el chavismo est¨¢ dispuesto a negociar? ?Puede la oposici¨®n llevar adelante un proceso de transici¨®n? La ¨²nica alternativa que existe parece a¨²n lejana. Quiz¨¢s lo primero es hacer que la negociaci¨®n sea posible. Es imprescindible salir del callej¨®n y regresar a la encrucijada.
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