Connotaciones del coronavirus
La epidemia nuestra no es m¨¢s un hecho de la naturaleza; es un campo m¨¢s de la disputa nacional
La llegada del coronavirus puso a la vista la situaci¨®n nacional. Ha sido el diagn¨®stico de donde nos encontramos y qu¨¦ debemos esperar en el porvenir. La epidemia mundial, reconocida por gobiernos nacionales, organismos internacionales e instancias cient¨ªficas abri¨® la posibilidad de ver nuestras virtudes y carencias. Tambi¨¦n, las profundas diferencias que la elecci¨®n del 1 de julio de 2018 no alcanz¨® a resolver.
De contagios originarios, el mundo pas¨® a una epidemia y esta, por determinaci¨®n de la autoridad sanitaria global, a una pandemia. El referente f¨¢ctico de base no fue determinado en M¨¦xico. Fue declarado por quien, con base en acuerdos generales, es capaz de nominar fen¨®menos para generar pr¨¢cticas. El problema para M¨¦xico se hizo cuando lo dicho por la OMS tuvo que internalizarse.
Nuestro Gobierno, por un mecanismo psicol¨®gico de fuente individual e implementaci¨®n colectiva, no pudo aceptar un mal. Sostuvo la narrativa de los logros diarios en el combate al narcotr¨¢fico o al huachicol, el desarrollo petrolero o los servicios de salud. En ese contexto, no pudo aceptarse que la pandemia trastoc¨® el destino lineal. El mal presente ten¨ªa que ser un algo que al no existir no ten¨ªa por qu¨¦ ser enfrentado. En la esfericidad de esa visi¨®n, la pandemia no es. ?Por qu¨¦ admitirla cuando todo se transforma? Las pestes b¨ªblicas no recayeron en el pueblo elegido. Se cebaron en quienes desconocieron la elecci¨®n divina.
El lastre inicial, la necesidad de que las cosas sean lo que se quiere que sean, ha restringido la visi¨®n y las respuestas. Ha hecho que la declaratoria de epidemia sea cada vez m¨¢s peligrosa. Que evidencie que la voluntad de uno no basta para transformar la realidad. Que querer no siempre es poder. La epidemia est¨¢ rasgando el tel¨®n gubernamental. Nos est¨¢ permitiendo ver parte de lo que ya sospech¨¢bamos. Lamentablemente en un asunto literalmente vital.
Aceptar que la pandemia ¡°es¡±, obligar¨ªa a actualizar las competencias previstas para enfrentarla. El Consejo de Salubridad General declarar¨ªa su existencia y la Secretar¨ªa de Salud decretar¨ªa para todo el pa¨ªs las medidas generales para contenerla. Lo primero implicar¨ªa reconocer que hay un mal que se cierne sobre la poblaci¨®n que exige tomar acciones excepcionales. Lo segundo, regular de manera concreta y con direcci¨®n un amplio n¨²mero de comportamientos sociales. Restringir libertades, jerarquizar respuestas, centralizar acciones e informaciones. Hacerlo mediante un amplio conjunto de autoridades. El mundo nacional dejar¨ªa de hacerse en conferencias y corresponder¨ªa a actuares cotidianos y discretos.
La epidemia nuestra no es m¨¢s un hecho de la naturaleza. Es un campo m¨¢s de la disputa nacional. El modo de enfrentarla ha sido desplazado. Lo importante es determinar su existencia. Un bando parece estar asumiendo su triunfo en los muertos acumulados por carencias estatales; el otro, en la apuesta por los no muertos o por los muertos puramente naturales. La materia de la disputa est¨¢ dada. Lo ¨²nico que parece estarse esperando es el signo que la signifique. En los pobres vuelos ideol¨®gicos que los bandos han asumido, salirse con la suya, mostrar al otro en toda su pobre dimensi¨®n, parece ser el ¨²nico prop¨®sito. La disyuntiva acusatoria es binaria: fue el Estado, dir¨¢n unos; fue la naturaleza, dir¨¢n otros. Las unilateralidades impiden ver que el Estado puede contender en parte con la naturaleza, y que ¨¦sta no puede ser controlada del todo por el primero. Nada de eso terminar¨¢ importando y en unos meses lo lamentaremos.
Quien tiene que ceder en esta loca disputa, es el Gobierno nacional. Por serlo, es el ¨²nico que cuenta con atribuciones para enfrentar la situaci¨®n. Solo ¨¦l puede decretar medidas e imponerlas. Lo que la poblaci¨®n pedimos no es que deje de actuar, sino que lo haga. No que se comporte ¡°neoliberalmente¡±, sino que haga valer su autoridad conforme lo prev¨¦n las normas jur¨ªdicas. No que claudique, sino que simplemente se haga presente de manera general. Conscientemente. Responsablemente.
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