Sanitarios espa?oles en el ¨²ltimo pueblo de Camer¨²n
C¨®mo un enfermero de C¨¢diz consigui¨® llevar a un equipo de cirujanos a uno de los pa¨ªses africanos con el sistema p¨²blico de salud m¨¢s d¨¦bil y ayudar al personal m¨¦dico local a operar pacientes
Arriesgar tu propia vida por salvar la de otro es una de las mayores muestras de generosidad. El personal sanitario, que actualmente lucha a destajo por contener la expansi¨®n del coronavirus en todo el mundo, est¨¢ siendo reconocido por la sociedad como un pilar imprescindible de nuestro sistema. Y muchos de ellos ya pon¨ªan en riesgo su salud trabajando en zonas de nuestro planeta donde las enfermedades, la pobreza, el clima o los conflictos armados hacen estragos. Este es el caso de Camer¨²n, uno de los pa¨ªses africanos con el sistema p¨²blico de salud m¨¢s d¨¦bil.
Hasta all¨ª se desplazaron 13 profesionales sanitarios espa?oles para ayudar al personal local a poner en marcha una campa?a m¨¦dica que englobase diferentes especialidades. Esta iniciativa surgi¨® del inter¨¦s personal de Manolo Casta?eda, enfermero de traumatolog¨ªa en el Hospital de Puerto Real, C¨¢diz. A sus 61 a?os, pas¨® los ¨²ltimos 12 viajando en solitario a Camer¨²n para atender orfanatos, formar enfermeros, hacer curas y enviar contenedores cargados de material y medicamentos para habilitar centros de salud.
En un pa¨ªs donde el 30% de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la pobreza y la esperanza de vida es una de las m¨¢s bajas del mundo, las necesidades sanitarias eran tan evidentes y desbordantes que decidi¨® dar un paso m¨¢s. Con la colaboraci¨®n del m¨¦dico camerun¨¦s Adonis Zogne Djaba y de la Asociaci¨®n Andaluza de Cooperaci¨®n Sanitaria, el a?o pasado envi¨® el material necesario para equipar los dos quir¨®fanos del hospital de Foumban y viaj¨® luego al pa¨ªs acompa?ado por un equipo m¨¦dico que englobaba traumatolog¨ªa, ginecolog¨ªa, cirug¨ªa, anestesia, ortopedia, ¨®ptica y enfermer¨ªa. Durante tres semanas este equipo form¨® al personal del hospital, realiz¨® m¨¢s de 70 intervenciones, coloc¨® decenas de pr¨®tesis y atendi¨® a cientos de pacientes con problemas visuales. Y lo m¨¢s importante de todo, juntos sentaron las bases para repetir la campa?a cada a?o.
Una dura llegada
Las emisoras de radio locales anunciaron durante semanas la campa?a m¨¦dica, as¨ª que cuando llegaron, los aleda?os del hospital estaban repletos de personas con amputaciones, embarazos, tumores, infecciones, deformaciones y enfermedades de todo tipo. ¡°Esto es solo el principio. Muchos est¨¢n a¨²n de camino y tardar¨¢n varios d¨ªas en llegar¡±, comentaba Casta?eda al resto del equipo que observaba la situaci¨®n algo sobrepasado.
Comenzaron a preparar los quir¨®fanos y a coordinarse con el personal local para hacer un triaje seg¨²n las especialidades que iban a ponerse en marcha. A¨²n no hab¨ªa dado tiempo a hacerse con la situaci¨®n cuando apareci¨® la primera urgencia: un joven hab¨ªa tenido un accidente de motocicleta hac¨ªa 12 horas y lo tra¨ªan con la pierna entablillada y envuelta en trapos sangrientos. La extremidad destrozada de Moussa Alioli, de 19 a?os, iba a ser la primera de las 70 intervenciones que tendr¨ªan lugar en los d¨ªas siguientes. En cuesti¨®n de minutos irrump¨ªa en el hospital un coche del Ej¨¦rcito que tra¨ªa a un soldado grave. Un fort¨ªsimo dolor abdominal lo ten¨ªa en estado cr¨ªtico desde hac¨ªa d¨ªas, su pulso era d¨¦bil y se desmayaba constantemente. La cirujana Marta Valle y la ginec¨®loga Laura de Pablo se pusieron manos a la obra, pero era demasiado tarde, el joven soldado Lituge Yannick muri¨® esa noche sobre la mesa de operaciones invadido por una necrosis en estado muy avanzado. Mientras tanto, el caos m¨¢s absoluto reinaba al otro lado de la puerta del quir¨®fano.
Llov¨ªa a c¨¢ntaros y la situaci¨®n era cruda y desbordante. La primera toma de contacto hac¨ªa entender que los pr¨®ximos d¨ªas iban a ser de gran intensidad.
D¨ªa a d¨ªa
En la planta superior del hospital se encontraban los dos quir¨®fanos que se destinaban a intervenciones de traumatolog¨ªa, ginecolog¨ªa y cirug¨ªa general. En la misma planta estaba la consulta del ¨®ptico Jos¨¦ Mar¨ªa Herce y la sala de curas que atend¨ªa Casta?eda. En un edificio anexo, la sala de triaje y el taller de ortopedia de Ram¨®n Valls. Los d¨ªas se suced¨ªan en el centro sorteando la carencia de agua, las malas condiciones higi¨¦nicas y los constantes cortes de luz que anulaban los bistur¨ªs el¨¦ctricos y obligaban a las cirujanas a seguir operando con peque?as linternas atadas en la cabeza.
En los quir¨®fanos se intent¨® llevar a cabo un programa de intervenciones en relaci¨®n con los casos que iban encontrando: osteomielitis, bocios, hernias, tumores, histerectom¨ªas, ces¨¢reas, etc. Pero el calendario se modificaba constantemente ya que numerosas urgencias irrump¨ªan diariamente en el hospital, como el caso de Yvette, la primera de muchas ces¨¢reas. En mitad de la intervenci¨®n le baj¨® el nivel de ox¨ªgeno y se par¨® repentinamente. ¡°Sacad al ni?o r¨¢pido, yo me ocupo de ella¡±, dec¨ªa con suma calma Alberto, el anestesista, seg¨²n relato posterior. ¡°Ni?o fuera. No respira¡±, Laura, la ginec¨®loga, le pas¨® el cr¨ªo a Jes¨²s, el otro anestesista, y se centr¨® en cerrar a la madre con la ayuda de Rafi, la enfermera de quir¨®fano. ¡°Madre recuperada, ha vuelto¡± se escuch¨® para alivio de todos. A los pocos minutos y tras varias maniobras de reanimaci¨®n, se oyeron los llantos del beb¨¦. Madre e hijo hab¨ªan vuelto a la vida.
Las sorpresas se suced¨ªan a diario, como el caso del paciente cuya ¨²nica salida para seguir con vida consist¨ªa en la amputaci¨®n de su pierna derecha. El joven no estaba por la labor de someterse a la operaci¨®n y esa misma noche huy¨® del hospital. En toda la regi¨®n a¨²n persiste una fuerte creencia en la medicina tradicional, un salto cultural contra el que es dif¨ªcil luchar. Al cabo de los d¨ªas, se supo que el chico hab¨ªa muerto.
En una sala cercana a los quir¨®fanos, Jos¨¦ Mar¨ªa, el ¨®ptico, hab¨ªa improvisado su consulta y atend¨ªa sin parar a decenas de pacientes cada d¨ªa. Graduaba la vista y donaba gafas, resolv¨ªa todo tipo problemas visuales y los m¨¢s complicados los emplazaba para ser operados por el equipo oftalmol¨®gico que ir¨¢ a la pr¨®xima campa?a, en este mismo 2020. El ¨²ltimo d¨ªa, al hacer balance, el propio Jos¨¦ Mar¨ªa se sorprend¨ªa al darse cuenta que hab¨ªa atendido a 633 personas.
A pocos metros del edificio principal, en el taller de ortopedia, Ram¨®n se las ingeniaba para ir adaptando pr¨®tesis a cada paciente. Fueron m¨¢s de 80 los casos que se sucedieron por el taller y cada uno de ellos con sus peculiaridades, como el caso de N?Sougou, un joven atl¨¦tico de 30 a?os que hab¨ªa perdido las dos manos mientras arreglaba el cableado de un poste de electricidad. Era especialmente llamativa la cantidad de ni?os y adolescentes amputados. ¡°Cuando se parten alg¨²n hueso, en su aldea los entablillan. En ocasiones el hueso suelda bien pero la mayor¨ªa de las veces no, produciendo deformaciones para toda la vida o infecciones que acaban con la amputaci¨®n del miembro¡±, explicaba Georgette, una de las enfermeras que estaba form¨¢ndose junto a Ram¨®n. Era el caso de Limimah Jessica, una joven de 17 a?os que, cuando ten¨ªa cuatro y jugaba fuera de su casa, fue arrollada por un coche que se sali¨® de la carretera. Llevaba a?os con una pierna de madera con la que casi no pod¨ªa andar, pero se le pudo adaptar una pr¨®tesis que le ven¨ªa a la perfecci¨®n. ¡°?Y podr¨¦ ir a bailar?¡±, preguntaba ilusionada.
El caso que m¨¢s marcar¨ªa a Ram¨®n ser¨ªa el de Malik, un chico de ocho a?os que lleg¨® caminando con sus muletas y acompa?ado de su madre. Al desvestirse dej¨® ver una deformaci¨®n de nacimiento: la pierna izquierda era la mitad de corta que la derecha y carec¨ªa de rodilla. Malik era simp¨¢tico, t¨ªmido y muy educado. ¡°Le voy a hacer el molde de la pierna y me lo voy a llevar a Espa?a. Algo se me ocurrir¨¢. La pr¨®xima vez que venga saldr¨¢ de aqu¨ª andando sin muletas¡±.
Junto a los quir¨®fanos, una sala diminuta se convirti¨® en la m¨¢s visitada del hospital. All¨ª, rodeado de enfermeros locales, el d¨ªa a d¨ªa de Casta?eda consist¨ªa en curar postoperatorios, quitar drenajes, sanar ¨²lceras y heridas de todo tipo, colocar yesos, realizar infiltraciones, etc. ¡°Lo m¨¢s duro es pasarte el d¨ªa viendo casos incurables y no poder borrarte las caras de las personas que no te da tiempo a atender. Por eso sigo viniendo una y otra vez. Dejar de hacerlo ser¨ªa inhumano por mi parte¡±.
El ¨²ltimo d¨ªa el personal del hospital de Foumban se desped¨ªa entre l¨¢grimas del equipo espa?ol que se sub¨ªa al autob¨²s para comenzar el regreso. Horas de carretera en silencio, exhaustos, con las caras pegadas a las ventanillas y las miradas fijas en la selva que envolv¨ªa el camino. Diger¨ªan la experiencia que por siempre conformar¨¢ la identidad de cada uno. Las an¨¦cdotas, las injusticias, los prejuicios, la conciencia, quiz¨¢s todo hab¨ªa cambiado un poco. Mientras tanto, Casta?eda los miraba orgulloso de lo que hab¨ªan hecho. Era hora de pensar en la pr¨®xima campa?a.
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