Unidad real

El rey Felipe VI se dirigi¨® el mi¨¦rcoles al pa¨ªs tras la entrada en vigor del estado de alarma decretado por el Gobierno para detener la expansi¨®n del coronavirus. La intervenci¨®n del jefe del Estado se produjo solo despu¨¦s de que el presidente Pedro S¨¢nchez informara al Congreso de los Diputados de las razones que aconsejan el confinamiento de los ciudadanos, as¨ª como del resto de medidas adoptadas tanto en el ¨¢mbito sanitario como en el econ¨®mico. Adem¨¢s de atenerse a esta raz¨®n institucional para fijar el momento de su intervenci¨®n, Felipe VI solo se dirigi¨® a los ciudadanos tras presidir, apenas unas horas antes, el comit¨¦ de gesti¨®n t¨¦cnica del coronavirus.

La excepcionalidad que vive el pa¨ªs aconsejaba la intervenci¨®n del jefe del Estado, como tambi¨¦n la sucesi¨®n de gestos de la que vino precedida, para trasladar a los ciudadanos un decisivo mensaje impl¨ªcito junto al expl¨ªcito de aliento y solidaridad con las v¨ªctimas de la enfermedad y tambi¨¦n con quienes la combaten. La simple comparecencia del Rey vino a recordar que los poderes del Estado no solo est¨¢n unidos en torno al objetivo de contener la pandemia, sino tambi¨¦n en la delimitaci¨®n de un espacio de colaboraci¨®n y de confianza rec¨ªprocas desde el que atender, en todos los frentes, la prioridad absoluta que exige el momento. Por primera vez desde que la pol¨ªtica espa?ola se instal¨® en niveles insoportables de crispaci¨®n, un discurso del Rey invitando a dejar de lado las diferencias ha sido m¨¢s un llamamiento a preservar la unidad conseguida que a cesar en una divisi¨®n interminable.

Los servidores del Estado a los que el Rey agradeci¨® su compromiso y su esfuerzo de estas semanas, que suponen solo el pre¨¢mbulo de otras a¨²n m¨¢s dif¨ªciles, sab¨ªan de antemano que contaban con ¨¦l, como tambi¨¦n con el de todos los ciudadanos que cada noche la expresan desde los balcones y ventanas de sus casas. Pero escucharlo en las palabras del jefe del Estado ven¨ªa a corroborar la disposici¨®n colectiva a respetar su trabajo tambi¨¦n por la v¨ªa de no hacerlo m¨¢s dif¨ªcil, comprometi¨¦ndose cada cual a cumplir escrupulosamente con las consignas de confinamiento y prevenci¨®n. Esta pandemia es de tal naturaleza que protegerse frente a ella no es solo una precauci¨®n individual, sino tambi¨¦n, y sobre todo, un deber hacia las personas que, seg¨²n la evidencia m¨¦dica, se hallan m¨¢s expuestas a consecuencias fatales si no se impiden los contagios.

Al mismo tiempo que el jefe del Estado comparec¨ªa, algunos ciudadanos decidieron expresar su protesta por las noticias conocidas acerca del patrimonio de don Juan Carlos. La Constituci¨®n y las leyes garantizan la libertad de expresi¨®n, pese al estado de alarma, y, en este sentido, quienes participaron en la protesta y en la reclamaci¨®n ejercieron un derecho inalienable. Pero que ejercieran un derecho no quiere decir que cumplieran mejor que el resto el compromiso c¨ªvico que en este momento se espera de cada cual, y m¨¢s cuando se ejercen responsabilidades pol¨ªticas. No reconocer las evidentes prioridades e ignorar el sentido de la oportunidad, mezclando unos problemas con otros, solo puede ser prueba de oportunismo. Y no es oportunismo lo que exige este tiempo, ni lo que conviene al pa¨ªs, ni, tampoco, lo que merece la actuaci¨®n irreprochable del Rey.