El coronavirus y el ¡®coronam¨®vil¡¯
Angustia, solidaridad, aburrimiento, cari?o, trabajo¡ Toda raz¨®n es buena para la necesidad furiosa de mensajearse sin pausa.
Mensajes de profunda amistad emitidos por gente tradicionalmente poco dada a la alharaca sentimental, tuits, angustias, quejas, lamentos, memes, v¨ªdeos de mejor o peor gusto, desahogos, recomendaciones de lectura de tal o cu¨¢l valoraci¨®n de expertos m¨¦dicos, recomendaciones de lectura de tal o cual novel¨®n y de tal o cual peli o serie, mensajes de trabajo, timos de la estampita, tod¨®logos de ocasi¨®n, grupos de padres y de madres y de primas y de t¨ªas abuelas dando rienda suelta a la comprensible retah¨ªla de ayes, de oyes, de uyes, de dolores, de consejos y de onanismos varios, llamadas a fiestas virtuales, llamadas a homenajes al personal sanitario, botellas al mar lanzadas por solitarios con mensajes dentro, recuerdos de la vida de antes, fotos, textos, besos, abrazos, deseos, confesiones, promesas de quedada, promesas de querernos m¨¢s¡, todo comprimido en una enorme bola que sigue rodando en forma de whatsapps, sms, mensajes de Facebook, Instagram, qui¨¦n sabe si Tinder pese a la cuarentena (son tiempos duros), llamadas¡, s¨ª, llamadas. Es una especie en v¨ªas de extinci¨®n, pero hay gente que a¨²n, en vez de mensajear, llama por tel¨¦fono. Qu¨¦ cosas.
La crisis del coronavirus ha tenido ¡ªtiene¡ª un espejo sociol¨®gico en la explosi¨®n del coronam¨®vil. Est¨¢ claro: en situaciones as¨ª, el ser humano e incluso algunas criaturas razonables necesitan comunicarse sin parar, en un fren¨¦tico y melanc¨®lico non stop de tacto, visi¨®n y sonido.
As¨ª lo explica la psic¨®loga cl¨ªnica Inma Puig, autora del libro La revoluci¨®n emocional: ¡°Los mensajes que nos llegan y que enviamos desde que empez¨® todo esto son absolutamente disjuntos, y eso tiene que ver con el estado de angustia en el que estamos. Por un lado, chistes. A m¨ª nunca me hab¨ªan llegado tantos a trav¨¦s del WhatsApp. Y por el otro lado, consejos. ¡®No hagas esto¡ Haz esto¡ Vigila¡¡¯. Los chistes y los consejos son dos manifestaciones claras de una crisis. Pasa lo mismo ¡ªes un poco bestia decirlo as¨ª, pero es as¨ª¡ª en los funerales y en los entierros. Son las situaciones donde m¨¢s consejos se dan, m¨¢s bromas se hacen y m¨¢s tonter¨ªas se dicen. Y todo tiene que ver con la angustia. El humor contrarresta la angustia. Con el coronavirus pasa exactamente igual¡±.
Desde su estudio de Barcelona, Inma Puig no da abasto estos d¨ªas: ¡°Hay gente que me llama muy angustiada, y uno de los mayores motivos de su angustia es que no sabe qu¨¦ mensajes sobre el coronavirus creerse y cu¨¢les no¡±.
Pero volvamos al m¨®vil.
Acaba de sonar otro cling. El ?grupo de trabajo con las tareas de ma?ana.
Y otro. ¡°La verdad es que no se est¨¢ tan aburrido en casa. Pero me parece incre¨ªble que en un paquete de arroz haya 8.976 granitos y en otro 8.982¡±. Y el inevitable emoticono.
M¨¢s, otro cling, otro mensajito. Un v¨ªdeo sobre un cura siciliano de nombre don Leonardo Ri?cotta que para luchar contra el demonio de la plaga pasea al Sant¨ªsimo por las calles de Palermo.
Ahora suena una llamada. Es un amigo que vive en Londres y empieza a dar s¨ªntomas, si no de coronavirus, s¨ª de canguelo. ¡°Estoy acojonao, me est¨¢n enviando mensajes diciendo que con estos gilipollas de brexiters al mando, cuando entre el virus a saco, vamos a caer como moscas¡±.
Isabel Coixet env¨ªa una foto preciosa en blanco y negro de Nick Cave y PJ Harvey, los dos m¨²sicos sentados en un sof¨¢ de cuero y bien alejados el uno del otro, con el lema ¡°Recuerda practicar la distancia social¡±.
Y hablando de distancia, aqu¨ª lo dejamos. Ha sonado otro cling.
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