Iglesias no, el Sr. Vicepresidente
Tener a Podemos en el Gabinete no solo puede ser la pesadilla que se tem¨ªa Pedro S¨¢nchez en septiembre
Casi resulta ir¨®nico el escenario presidido por el eslogan ¡°Este virus lo paramos unidos¡± para las comparecencias de un Gobierno no precisamente demasiado unido. M¨¢s all¨¢ del fin de semana en la finca toledana de Quintos de Mora haciendo un rural meeting de confraternizaci¨®n o de la comisi¨®n del pacto para suturar tensiones, el Gabinete de coalici¨®n no puede ocultar los descosidos. Y eso no se recompone con eufemismos. A¨²n siguen, es verdad, en el rooseveltiano periodo de pruebas de los cien d¨ªas, pero hay personalismos tensando las costuras. Tener a Podemos en el Gabinete no solo puede ser la pesadilla que se tem¨ªa Pedro S¨¢nchez en septiembre, sino que adem¨¢s Iglesias empieza a dar muestras de actuar exactamente como S¨¢nchez tem¨ªa que actuara. Y eso incluye pedir paso a escena para un mitin institucional en cuarentena.
Claro que las paradojas no acaban ah¨ª. Y apuntan a S¨¢nchez, quien dec¨ªa en julio: ¡°No es posible que Iglesias entre en el Gobierno; es el principal escollo¡±. Y a?ad¨ªa que este ¡°no funcionar¨ªa, paralizado por sus contradicciones¡±. Por entonces pensaba en Catalu?a; y dif¨ªcilmente imaginar¨ªa a Iglesias alentando desde el Gobierno caceroladas contra el jefe del Estado. Entonces S¨¢nchez aportaba tres razones preventivas ante Iglesias: la primera era pol¨ªtica, temi¨¦ndose que lo ¨²nico que hiciera fuera ¡°mirar a otro lado o silenciar¡± aquello que colisionase con sus prejuicios ideol¨®gicos; la segunda raz¨®n era de car¨¢cter funcional, porque Podemos ¡°no garantiza homogeneidad en su organizaci¨®n¡±; y la tercera era que fiscalizar¨ªa la acci¨®n del Gobierno desde dentro, y remataba: ¡°No puedo permitir que entre alguien con el argumento de que me quiere vigilar¡±. Tampoco imaginar¨ªa entonces el modo en que Iglesias ha hablado de una ministra socialista como Margarita Robles (¡°No imaginaba que la primera preocupaci¨®n de la ministra de Defensa fueran las personas sin hogar¡±) con un tono estupefaciente de superioridad moral, como si ¨¦l sellase los carn¨¦s de buenos progresistas. Iglesias est¨¢ actuando exactamente como S¨¢nchez intuy¨®. La paradoja es que de momento el mayor defensor de Iglesias sea el propio S¨¢nchez, al precio de haber sacado a Carmen Calvo del n¨²cleo duro de coordinaci¨®n y dar se?ales de renunciar ya a la ortodoxia de Nadia Calvi?o y Mar¨ªa Jes¨²s Montero. Eso es lo que Iglesias exhibi¨® reclamando no ya su minuto de gloria, sino media hora de aqu¨ª-estoy-yo.
Pablo Iglesias no es un intelectual ¡ªen todo caso pertenecer¨ªa a la categor¨ªa de los cl¨¦rigos traidores de Julien Benda, plegados ante todo a la ideolog¨ªa¡ª sino un pol¨ªtico de evidentes cualidades. Eso no incluye la moral, que Ortega ya advirti¨® que no es una virtud prioritaria en pol¨ªtica, pero s¨ª el olfato. Y tal vez Iglesias est¨¦ acertando, pero cuesta creer que su intervenci¨®n esta semana, abandonando la cuarentena para exhibir su cuota de poder, tuviera ¨¦xito. Si pit¨® fuerte fue en el cabre¨®metro de las redes. Quiz¨¢ no se deba descartar que est¨¦ repiti¨¦ndose algo que ya se ha visto antes: Iglesias ya no es Pablo sino el Excmo. Sr. Vicepresidente.
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