El mundo sin nosotros
Necesitamos imaginar que esta experiencia colectiva, traum¨¢tica, nos har¨¢, por as¨ª decirlo, mejores personas. M¨¢s atentos a lo esencial, menos anhelantes de lo prescindible
Trataba de concentrarme en la escritura cuando, de pronto, una sinfon¨ªa de gritos chillones me lleg¨® desde la terraza. Pasaba lo que nunca hab¨ªa ocurrido: que el canto de los p¨¢jaros era perceptible a los o¨ªdos. All¨ª estaban, agolpados, glotones, atra¨ªdos por las macetas donde comienza a brotar la primavera. Eran gorriones. Trat¨¦ de imaginarme el Retiro, a un paso, disfrutando mi parque del aire limpio y de un silencio solo interrumpido por el vibrar de cientos de especies que hacen latir su tierra y que son invisibles a nuestros ojos. Viaj¨¦ con la imaginaci¨®n a la ribera del Manzanares, donde la naturaleza ha agradecido el mimo de los ¨²ltimos a?os, que ha servido de llamada a gaviotas, abubillas, patos, jilgueros, gal¨¢pagos, garzas reales. ?Habr¨¢n llegado nutrias a ba?arse entre sus juncos como esa foca que el otro d¨ªa se burlaba de nuestro confinamiento a orillas del Urumea? La vida natural est¨¢ al acecho para volver al mismo lugar de donde fue expulsada. El cient¨ªfico Alan Weisman imagin¨® en el libro Un mundo sin nosotros qu¨¦ ocurrir¨ªa si desapareci¨¦ramos de nuestras ciudades. ?Cu¨¢nto tiempo tardar¨ªa el mundo vegetal en quebrar el asfalto? No mucho: en mi acera ya parece que quiere brotar el musguillo, libre de nuestras pisadas.
Queremos pensar que esto provocar¨¢ un cambio en nosotros. Necesitamos imaginar que esta experiencia colectiva, traum¨¢tica, nos har¨¢, por as¨ª decirlo, mejores personas. M¨¢s atentos a lo esencial, menos anhelantes de lo prescindible. Pero eso no ocurrir¨¢ si no aceptamos que el cambio afecte a la manera en que hasta ahora hemos vivido. ?Cu¨¢nto tiempo han tardado los pol¨ªticos en volver a enzarzarse a esa manera suya, tramposa, que finge estar impulsada por el bien com¨²n? ?Cu¨¢nto han tardado en avergonzarnos? Los cantos de unidad son un regalo envenenado, envuelto siempre en la mezquindad grosera: los medios derechistas hablan de ¡°las infectadas¡± cuando se refieren a las mujeres del 8 de marzo. Como si no hubi¨¦ramos estado api?ados en los estadios, en m¨ªtines o en bares hasta que se nos prohibi¨®. Todos los Gobiernos han llegado tarde.
La prensa nos regala estos d¨ªas art¨ªculos que pueden arrancarnos de nuestro estado de perplejidad y se?alarnos un camino de salvaci¨®n. La periodista experta en epidemias, Sonia Shah, publicaba una pieza, ¡®Contra las pandemias, la ecolog¨ªa¡¯, en Le Monde Diplomatique, y en la misma l¨ªnea lo hac¨ªa en este peri¨®dico Marcos Cueto, historiador de la medicina. Abrumados como estamos por los muertos y los enfermos, liderado el mundo por presidentes reaccionarios, Trump, Bolsonaro o Johnson, se nos puede escapar lo que ya se ven¨ªa advirtiendo desde hace tiempo, que las pandemias son una consecuencia de la deforestaci¨®n, de la industrializaci¨®n masiva de la carne, de una sanidad esquilmada, de la violencia con la que hemos intervenido en el espacio natural. No escuch¨¢bamos el clamor de estas razones porque las epidemias nos parec¨ªan males que se cebaban en el mundo pobre, como plagas b¨ªblicas. Pero han derribado las puertas de nuestra frontera vital. Los animales salvajes, ll¨¢mense pangolines o murci¨¦lagos, no son los culpables. Expulsados de su h¨¢bitat, azotados por la sequ¨ªa, huyen, igual que hacemos nosotros cuando nos vemos amenazados. Sus virus saltan hasta nuestras bocas no solo porque se vendan en los mercados, tambi¨¦n porque los sometemos a un amontonamiento brutal.
?C¨®mo saldremos de esta? ?Admitiremos que hay que controlar el consumo? ?Asumiremos la necesidad de la producci¨®n cercana de los alimentos? ?Viajaremos menos? ?Seguiremos defendiendo nuestra sagrada libertad por encima de todo? La traductora Marta Reb¨®n nombraba estos d¨ªas, con mucho acierto, al m¨¦dico escritor Ant¨®n Ch¨¦jov. El t¨ªo Vania es, entre otras cosas, una denuncia de la brutalidad humana: ¡°Hay cada vez menos bosques, se secan los r¨ªos, la fauna est¨¢ casi exterminada, el clima se ha deteriorado, y con cada d¨ªa que pasa la tierra es m¨¢s pobre y m¨¢s fea¡±. ?l lo sab¨ªa ya, en 1899.
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