Pol¨ªtica en tiempos de crisis
En momentos como este las instituciones p¨²blicas son nuestro instrumento m¨¢s poderoso como sociedad y quiz¨¢ el ¨²nico de los que tienen menos recursos. No podemos permitirnos sustituirlas ni renunciar a ellas
Las crisis reclaman actuar. Esperamos decisiones claras, r¨¢pidas y efectivas ante amenazas que, de un modo u otro, superan nuestras capacidades ordinarias. Amenazas que, adem¨¢s, se identifican como tales un¨¢nimemente y, en consecuencia, parecen demandar respuestas ¨²nicas y correctas, ajenas al pluralismo propio de la pol¨ªtica.
En este contexto, la pol¨ªtica, que es esencialmente discusi¨®n, puesta en duda y pluralidad de opciones y respuestas, puede parecer prescindible cuando no disfuncional. Expertos y gestores parecen m¨¢s adecuados que los pol¨ªticos para hallar y poner en pr¨¢ctica tales respuestas correctas; y en efecto afloran sin cesar propuestas con ese aval y que se presumen alejadas de la discrepancia partidista.
Sin duda, la pol¨ªtica est¨¢ detr¨¢s de esas capacidades, ordinarias y extraordinarias, con las que contamos y que hoy se ven sobrepasadas por una crisis que pone de manifiesto sus limitaciones. Son decisiones pol¨ªticas las que configuraron los instrumentos con los que contamos, las que determinaron la situaci¨®n en que nos alcanza la crisis y hasta el n¨²mero y calidad de los expertos y gestores existentes. Fueron decisiones pol¨ªticas las que construyeron nuestro sistema sanitario, las que lo reforzaron y tambi¨¦n las que fijaron sus l¨ªmites. Es la pol¨ªtica quien fija las prioridades sociales; y son las instituciones quienes permiten que esa fijaci¨®n se haga de modo p¨²blico, responsable, consciente de sus efectos y alternativas y con respeto de los valores que hemos decidido proteger reforzadamente. Ni los estudios de televisi¨®n ni las calles pueden hacerlo. Las instituciones p¨²blicas son nuestro instrumento m¨¢s poderoso como sociedad; y son quiz¨¢s el ¨²nico instrumento para quienes disponen de menos recursos. Si no funcionan o no lo hacen suficientemente, podemos reformarlas o cambiar a sus miembros; pero no podemos permitirnos sustituirlas ni renunciar a ellas. Los ciudadanos necesitamos de las instituciones, pero las instituciones debemos escuchar sus demandas y atenderlas, en el marco de lo posible.
Es requisito inexcusable el respeto por el otro. Nace de la conciencia de las limitaciones propias y de la realidad
Esa es sin duda una discusi¨®n sobre el pasado, ¨²til para recordar y para mejorar nuestras capacidades futuras, pues ser¨¢ tambi¨¦n una discusi¨®n de futuro; pero de escasa ayuda para encarar la crisis, m¨¢s all¨¢ de certificar la dignidad de quienes intervienen en el debate y prevenirnos frente a quienes quieren hacer de las crisis econ¨®micas, sanitarias o ambientales crisis institucionales
Hemos decidido mantener la discusi¨®n pol¨ªtica durante esta crisis. Nuestros representantes y nuestros Parlamentos mantienen sus funciones y debaten sobre la acci¨®n frente a la pandemia de la Covid-19. Y adoptan las decisiones fundamentales al respecto. As¨ª es en todos los pa¨ªses democr¨¢ticos y as¨ª es en Espa?a. Y creo que es bueno exponer las razones para actuar as¨ª.
Expertos y gestores lo son en aspectos concretos. Pero las crisis invariablemente afectan a diversos ¨¢mbitos y valores; y exigen ponderar sus efectos en todos ellos. Esa ponderaci¨®n es eminentemente pol¨ªtica, tambi¨¦n porque sobre el peso de los valores afectados no hay expertos, sino juicios y opciones personales y sociales, esto es, juicios y opciones pol¨ªticas: de las posibilidades de proteger la vida a la sostenibilidad econ¨®mica de nuestra sociedad, de la afectaci¨®n a la dignidad al respeto de la autonom¨ªa y la eficacia, del coste presupuestario al mantenimiento del orden p¨²blico.
La pluralidad, por otro lado, tambi¨¦n existe en cuanto a las respuestas t¨¦cnicas. Por desgracia, no hemos desterrado la incerteza y las crisis surgen siempre en ¨¢mbitos de duda e inseguridades. La ¡°respuesta correcta¡± no es siempre f¨¢cil de identificar, ni hay consenso sobre la misma o sencillamente no existe. Confiar la decisi¨®n, en tales casos, a la pol¨ªtica democr¨¢tica es signo de humildad y respeto al otro, que quiz¨¢s tenga raz¨®n; pero sobre todo es un instrumento para conseguir que esa decisi¨®n sea informada, razonada, integre el m¨¢ximo de aportaciones; sea asumible por los ciudadanos y se adopte de modo plenamente responsable.
Las sesiones parlamentarias sobre las decisiones de los gobiernos no son escaparate para la lucha partidista
Hacer realidad estas exigencias es la tarea de la pol¨ªtica. Las sesiones parlamentarias a las que sometemos decisiones y propuestas de los Gobiernos no son un escaparate para la lucha partidista ni una finalidad en s¨ª mismas. Son nuestro instrumento fundamental para cada uno de esos objetivos:
1. Para explicar y razonar p¨²blicamente las medidas. Porque s¨®lo las medidas convincentes tienen posibilidades de ¨¦xito. Y s¨®lo se explica con convicci¨®n cuando debe darse respuesta al otro, cuando se enfrentan sus dudas, objeciones y alternativas. Expresarlas, considerarlas y responderlas es la obligaci¨®n de oposici¨®n y Gobierno. Y por ello asumen la correspondiente responsabilidad.
2. Para integrar en las medidas el m¨¢ximo de aportaciones y evitar que algunas pasen desapercibidas. Partidos y medios de comunicaci¨®n enfatizamos lo que nos separa, pero la inmensa mayor¨ªa de decisiones parlamentarias integran posiciones de todos los grupos, m¨¢s all¨¢ de la mayor¨ªa gubernamental existente. Tambi¨¦n, o sobre todo, en tiempos de crisis.
3. Para garantizar que quien decide lo hace sometido al control y a la presi¨®n del otro; que es consciente de las alternativas y que sabe que su posici¨®n debe contar con el rigor necesario para superar el escrutinio p¨²blico y de la oposici¨®n. Y tambi¨¦n para someter esas alternativas y ese control a las reglas propias del debate parlamentario y al mismo escrutinio p¨²blico.
4. En fin, para poder responder a la crisis, la sanitaria y sus consecuencias sociales y econ¨®micas, con un uso intenso y responsable de lo p¨²blico, que es quien siempre asume la respuesta y la responsabilidad de actuar. En crisis, nos refugiamos todos en los medios p¨²blicos, y a los representantes p¨²blicos corresponde en consecuencia dirigir la respuesta. De la crisis saldremos gracias a lo p¨²blico; gracias, pues, a las decisiones pol¨ªticas que lo generaron y a las que lo ponen en funcionamiento. Saldremos gracias a las instituciones de todos.
Pero estas finalidades no se alcanzan de modo autom¨¢tico. La pol¨ªtica la hacemos personas, y de nuestra responsabilidad y acierto depende que el sistema parlamentario funcione y sus fines se hagan reales tambi¨¦n en la gesti¨®n y superaci¨®n de las crisis. En tales casos, el pluralismo de nuestros parlamentos debe ser solo un instrumento real para que prime la unidad en el objetivo que ahora todos compartimos: superar la crisis de la Covid-19. Para ello es requisito inexcusable el respeto por el otro; un respeto que nace de la necesaria humildad propia y de la conciencia de las limitaciones, las propias y las que impone la realidad.
Admitamos las limitaciones y asumamos, sin rendirnos, que en ocasiones chocaremos con obst¨¢culos insuperables. Ni ciencia ni pol¨ªtica son infalibles. Con muertes de seres queridos, con afectaci¨®n de los negocios, con incertidumbre sobre el futuro, con pisos peque?os y sin luz... S¨¦ que es dif¨ªcil, pero m¨¢s que reproches y diatribas, demoliciones y bilis, hace falta prudencia, serenidad, comprensi¨®n y empat¨ªa. Respeto por el trabajo y la contribuci¨®n ajena y prudencia en su valoraci¨®n; comprensi¨®n por el esfuerzo realizado e incluso por la impotencia que pueda encontrar; implicaci¨®n en la oferta de respuestas; empat¨ªa y solidaridad con quienes m¨¢s sufren, con quienes pierdan recursos, fuerzas y, sobre todo, personas queridas. Son esos los signos que distinguen a quienes luchan contra la crisis, quienes se comprometen para superarla, frente a quienes querr¨¢n utilizarla para sus intereses. A todos ellos, trabajadores hoy esenciales en tantos ¨¢mbitos, autoridades y representantes p¨²blicos responsables, muchas gracias.
Meritxell Batet es la presidenta del Congreso de los Diputados.
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