Los rasgos latinoamericanos de la peste
La regi¨®n enfrenta la amenaza con fragilidades propias que vuelven a la pandemia mucho m¨¢s corrosiva
La expansi¨®n del coronavirus es global. Pero su impacto no es homog¨¦neo. Am¨¦rica Latina enfrenta la amenaza con fragilidades propias que vuelven a la pandemia mucho m¨¢s corrosiva.
La peculiaridad m¨¢s evidente es clim¨¢tica. A diferencia de Asia o de Europa, a los latinoamericanos esta enfermedad no los sorprende en invierno sino terminando el verano. Entre los misterios del nuevo virus est¨¢ su relaci¨®n con la temperatura. Todav¨ªa no es seguro que el fr¨ªo le fortalezca. Pero, si se toman como referencia otros microorganismos similares, se podr¨ªa pensar que en el hemisferio sur la dolencia ser¨¢ m¨¢s larga.
Otra caracter¨ªstica particular es que en la regi¨®n existe una gigantesca econom¨ªa informal. Seg¨²n los pa¨ªses, puede representar entre el 30 y el 40% de la vida material. Esto significa que hay millones de personas que no cobran un salario. Y cuyas condiciones de empleo son inestables. La recesi¨®n que sobreviene al distanciamiento social y a las cuarentenas es mucho m¨¢s agresiva para esos ciudadanos. Entre otras cosas, porque al Estado le cuesta mucho m¨¢s identificarles y alcanzarles con su ayuda. Y son los que m¨¢s necesitan ser ayudados.
Dentro de este universo de trabajadores ¡°en negro¡± se encuentran los m¨¢s pobres, cuyas condiciones de vida son casi incompatibles con las recomendaciones del sistema sanitario. Tambi¨¦n es un rasgo propio de Am¨¦rica Latina. Un rasgo triste. En las grandes periferias las familias viven hacinadas en urbanizaciones donde la vida es infrahumana. Son las favelas brasile?as, las villas miseria de la Argentina, los ranchos venezolanos o los pueblos j¨®venes del Per¨². Seg¨²n el Banco Interamericano de Desarrollo, all¨ª se asientan alrededor de 90 millones de hogares de toda la regi¨®n.
En esos grandes conglomerados, las casas son chozas precarias, a veces construidas con chapa y cart¨®n. Las ambulancias tienen dificultades para entrar en esos laberintos de pasillos donde no hay calles. All¨ª carecen de cloacas. Y, en much¨ªsimos casos, tampoco tienen agua corriente. Recluirse puede ser un calvario. Significa vivir con otras cinco o seis personas en un cuarto de tres metros cuadrados, con poca ventilaci¨®n y menos luz. Las prescripciones de los m¨¦dicos all¨ª son abstracciones. ?C¨®mo lavarse las manos con frecuencia? ?D¨®nde se compra el alcohol en gel que, adem¨¢s de escasear, est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s caro?
La semana pasada, un grupo de curas y monjas que trabajan en villas del Gran Buenos Aires, divulgaron una declaraci¨®n para llamar la atenci¨®n sobre el enorme desaf¨ªo que representa, en esos barrios, enfrentar la peste. Porque a las penurias que ya se enumeraron hay que agregar la expansi¨®n de las drogas m¨¢s destructivas, cuyo consumo en las crisis aumenta. Y enfermedades propias de ese ambiente, como el asma, o el dengue, que este a?o prolifer¨® mucho m¨¢s que de costumbre en toda la regi¨®n y que est¨¢ produciendo m¨¢s muertes que el coronavirus. No hace falta detallar el impacto de este drama en los venezolanos que est¨¢n sumergidos. Ellos ya sufr¨ªan una crisis terminal en el sistema de salud cuando no se sab¨ªa de la existencia de la nueva enfermedad. Por eso fue sensata la diputada Jadira Feghali, del Partido Comunista, cuando la semana pasada lament¨® en el Congreso de Brasil que la comunicaci¨®n oficial se est¨¦ refiriendo al coronavirus como si fuera una patolog¨ªa de clase media.
El Estado no entra en esos gigantescos caser¨ªos. En algunas favelas de R¨ªo de Janeiro, los que han tomado para s¨ª la tarea de hacer cumplir la cuarentena son los narcos. En los suburbios de Buenos Aires, las autoridades han resuelto no ingresar a esas barriadas. Para evitar la contaminaci¨®n se limitan a cercarlas. As¨ª las favelas y villas se terminan de convertir en guetos.
Am¨¦rica Latina tiene otra limitaci¨®n espec¨ªfica para lidiar con la epidemia y la recesi¨®n. El sector p¨²blico de todos los pa¨ªses es enorme pero d¨¦bil. Brasil tiene un d¨¦ficit fiscal de 6 puntos del PBI y, seg¨²n Paulo Guedes, el ministro de Hacienda, los fondos destinados a reanimar la econom¨ªa har¨¢n que aumente 4,8 puntos m¨¢s. La Argentina pasar¨¢ de un desbalance de 1% a otro de, por lo menos, 4. Se calcula que M¨¦xico incrementar¨¢ su d¨¦ficit en 5 puntos del producto. En medio de la pandemia, la pregunta puede ser extempor¨¢nea. Pero nadie sabe c¨®mo se financiar¨¢ ese desequilibrio.
La urgencia obliga a asistir a los m¨¢s vulnerables. Aquellos a los que la contracci¨®n de la actividad econ¨®mica originada en las medidas de aislamiento da?a m¨¢s. Son alba?iles informales, jardineros, empleadas dom¨¦sticas, cartoneros. Ellos no tienen capacidad de ahorro. Viven con lo que ganan en el d¨ªa. Tampoco pueden almacenar comida ni art¨ªculos de limpieza. Est¨¢n en el borde del hambre. Es el borde del que en estos d¨ªas est¨¢n cayendo.
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