Leila Guerriero: ¡°Cuando te mueves en un circuito peque?o, endog¨¢mico, corres el peligro de acabar hablando para una tribuna que te aplaude siempre¡±
La periodista argentina lleva una vida errante alejada de lo que es habitual. Aun as¨ª, las columnas que ha reunido en 'Teor¨ªa de la gravedad¡¯ son pura vida real.
Dice Leila Guerriero que ella funciona bien en dos formatos: el muy corto y el ¡°demencialmente largo¡±. O columnas, o reportajes que se desbordan hasta convertirse en libros como Opus Gelber (Anagrama, 2019), sobre la rocambolesca vida del pianista Bruno Gelber, o Una historia sencilla (Anagrama, 2011), la cr¨®nica de un festival de baile folcl¨®rico en el interior de Argentina. Su ¨²ltimo libro es de la otra especie, la micro. En Teor¨ªa de la gravedad (Libros del Asteroide) recoge algunas de las columnas que publica cada mi¨¦rcoles en la contra de EL PA?S.
Ha purgado muchas, todas las que ten¨ªan que ver con la actualidad medi¨¢tica, y con las escogidas ha formulado una especie de playlist, pero con textos. ¡°El principio es bastante insolente. Las dos primeras columnas son como cachetazos a los lectores. Quer¨ªa arrancar all¨¢ arriba, pegada al techo. Quer¨ªa que el libro tuviera sacudones y terminara de una manera m¨¢s suave. De hecho, la ¨²ltima palabra impresa es curiosidad. Una persona que vuela al departamento donde todo empez¨®, que est¨¢ vac¨ªo, se sienta en su computadora, se pone a escribir y se pregunta: ¡®?Qu¨¦ vendr¨¢ ahora?¡±. En ese ¡°paisaje emocional¡± que quer¨ªa trazar a base de columnas, est¨¢n, por ejemplo, las que escribi¨® en torno a la enfermedad y la muerte de su madre (¡°yo sab¨ªa que a Dios no hab¨ªa que agradecerle nada porque la enfermedad iba a enterrar a mi madre a pu?etazos en un cuarto de hospital del que no volver¨ªa a salir nunca¡±) y otra serie, m¨¢s juguetona, llamada Instrucciones y escrita en imperativo. Tipo as¨ª: ¡°Pase dos o tres d¨ªas bebiendo mucho. En las ma?anas, apenas despertar, sienta el peso de la angustia como un p¨¢jaro muerto sobre el pecho¡±.
La primera lecci¨®n que ense?a a sus alumnos es que entreguen lo que les ha pedido su editor, algo que parece sencillo pero en realidad no lo es. ¡°Si te piden un perfil de Roger Federer, no escribas una historia del tenis¡±
Guerriero ha utilizado esta serie, inspirada en los cuentos en segunda persona de Georges Perec y Lorrie Moore, como ¡°banco de pruebas¡± y para volcar alguna de las historias que capta su radar cuando, como ella dice, ¡°saca los flaps¡± y aterriza en alguna realidad de su alrededor literariamente interesante. ¡°Las Instrucciones, que en realidad son m¨¢s bien destrucciones, me surgieron una noche en la t¨ªpica cena como de compromiso. Al final sucedi¨® esa cosa que a m¨ª me irrita mucho de que las mujeres se van por un lado y los hombres por otro. Y una de ellas tuvo como un desmoronamiento. Me lleg¨® a poner inc¨®moda. Entonces dije: ¡®Bueno, qu¨¦ situaci¨®n interesante. ?Y si construyo estos aparatos para hablar de esas parejas en las que todo lo que aman se transforma en todo lo que odian?¡±
Aunque le intriga el territorio de las parejas desgastadas, no lo habita. El libro est¨¢ dedicado a su pareja, el fot¨®grafo Diego Sampere, con el que, con 48 a?os, lleva una existencia n¨®mada, con domicilio volante en los muchos aeropuertos del mundo hispano. ¡°Vengo de Medell¨ªn y me encuentro a la misma persona aqu¨ª, en Barcelona, y nos decimos: ¡®Nos vemos en Guadalajara¡¯. Es todo medio esnob y tengo la conciencia de que eso no es lo que pasa en la vida real. Ese circuito es peque?o, endog¨¢mico y corres el peligro de acabar hablando para una tribuna que te aplaude siempre, pero a la vez es mi trabajo¡¡±. Suspira. ¡°Intento ponerle un freno¡±.
Algunos de esos viajes le sirven para impartir talleres de escritura, en los que trata de inculcar a los alumnos dos reglas sencillas. La primera, que entreguen lo que les ha pedido su editor, algo que parece sencillo pero en realidad no lo es. ¡°Si te piden un perfil de Roger Federer, no escribas una historia del tenis¡±. La segunda tarea es m¨¢s complicada y consiste en extirparles ¡°el conglomerado de frases hechas. Eso no es escribir, es cortar y pegar, y lo cometen mucho los periodistas de prensa diaria, que puede ser muy noble, pero suele venir imbuida de ese esp¨ªritu burocr¨¢tico¡±.
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