La ¨²ltima cruzada del rey Diego
Ha estado al borde de la muerte dos veces. Se hundi¨® en el alcohol y en la coca¨ªna. Tiene el coraz¨®n d¨¦bil y le cuesta caminar. Pero cada vez que regresa, enfebrece a la hinchada. Ahora entrena al Gimnasia, un club ruinoso que se ha puesto en manos de un ¨ªdolo crepuscular con fervor religioso. Porque Maradona en Argentina no es un asunto racional, es cuesti¨®n de fe. Diego Armando es y ser¨¢ una leyenda sin fin.
En esencia, esta es una historia crepuscular: un viejo ¨ªdolo futbol¨ªstico acude al rescate de un equipo modesto y casi condenado al descenso. Pero el lector, que habr¨¢ echado un vistazo al titular y a las im¨¢genes, supone ya que las cosas no son tan simples. Nunca lo son cuando se refieren a Diego Armando Maradona. Ni cuando se trata del Gimnasia y Esgrima, el club m¨¢s antiguo de Am¨¦rica, con una historia rebosante de leyendas y una vitrina muy escasa de trofeos. Quiz¨¢ en El Bosque, el paraje que anuda a Maradona y al Gimnasia, se oculte uno de esos nervios secretos que convierten a Argentina en Argentina. Para lo bueno, para lo malo y para lo peor.
¡ª¡°Yo crec¨ª en un barrio privado de Buenos Aires. Un barrio privado de agua, de luz y de tel¨¦fono¡±.
En cuanto el peronista Alberto Fern¨¢ndez asume la presidencia de la Rep¨²blica, el 10 de diciembre de 2019, invita a Diego Armando Maradona. Le conviene esa fotograf¨ªa. ?l ser¨¢ presidente por unos a?os, pero Maradona ser¨¢ rey para siempre. A estas alturas no hay ya quien discuta eso. Pese a las drogas, a la violencia con sus mujeres, a los hijos ileg¨ªtimos, a los innumerables disparates que han jalonado su existencia (¡°si yo no hubiera hecho las cosas malas que hice en mi vida¡±, dice, ¡°Pel¨¦ no ser¨ªa ni segundo¡±), el hombre de Villa Fiorito desprende un aura reconocible por cualquier argentino. Si el esp¨ªritu de este pa¨ªs enorme e inefable se resume en lo popular, y eso lo reconoci¨® incluso el refinado Jorge Luis Borges, Maradona ¡°es¡± lo popular.
Pero Maradona no acude de inmediato a la Casa Rosada. Alberto Fern¨¢ndez tiene que esperar hasta el 26 de diciembre. Ese d¨ªa, Maradona se presenta con chaqueta, pantal¨®n corto y zapatillas blancas. Se le rinden los honores necesarios y el palacio se blinda con un operativo de seguridad extraordinario. El presidente le recibe al pie de la escalera, como a una visita de Estado. El secretario general de la Presidencia, Miguel Cuberos, y el abogado V¨ªctor Stinfale le sujetan de los brazos porque Maradona apenas puede caminar. El ministro de Hacienda, Mart¨ªn Guzm¨¢n, abandona su despacho y corre con una camiseta para que Maradona la firme. Por fin, Maradona se asoma al balc¨®n que da a la Plaza de Mayo, el famoso balc¨®n de Per¨®n y Evita, y grita: ¡°?Volvimos!¡±. A muchos antiperonistas se les revolver¨¢n las tripas, pero hablamos de Maradona, el ¡°cara sucia¡± de Villa Fiorito, el ni?o que sali¨® gambeteando de uno de los barrios m¨¢s pobres del ¨¢rea metropolitana bonaerense y llev¨® el bal¨®n hasta la porter¨ªa de Inglaterra. Hay que aceptarle como es.
¡ª¡°Yo amo al Boca, pero mi coraz¨®n ama al tripero¡±.
El Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, el m¨¢s antiguo de Am¨¦rica, fue fundado el 3 de junio de 1887, solo cinco a?os despu¨¦s de que empezara a construirse la propia ciudad de La Plata por un grupo de funcionarios y comerciantes, gente acomodada y respetuosa del orden. Uno de ellos era Ram¨®n Lorenzo Falc¨®n, el m¨¢s siniestro jefe de polic¨ªa que tuvo Buenos Aires, asesinado en 1909 por un anarquista y reasesinado en 2018 con una bomba anarquista en su tumba de la Recoleta, lo cual da idea de su fama.
Al principio, la instituci¨®n se mantuvo ajena al f¨²tbol, un juego que por esa ¨¦poca empezaban a importar profesores y ferroviarios brit¨¢nicos. Pero el f¨²tbol se hizo r¨¢pidamente popular. En 1903, el Gimnasia y Esgrima contaba ya con dos equipos. Un cuarto de siglo despu¨¦s, la masiva inmigraci¨®n europea se hab¨ªa hecho con el club. Eran tipos rudos, obreros, peones, muchos de ellos empleados en los frigor¨ªficos c¨¢rnicos de Berisso, de ah¨ª que les llamaran triperos. El proletariado de la zona prefiri¨® en general el blanquiazul del Gimnasia al rojiblanco del otro club de la ciudad, el Estudiantes (llamados pincharratas, aunque hoy siguen siendo considerados m¨¢s chetos o elitistas), y as¨ª quedaron las cosas. Para los triperos, el Gimnasia es el equipo del pueblo llano. El que sabe sufrir. El que no se rinde.
No hace falta explicar que triperos y pincharratas se llevan muy, muy mal. El Estudiantes ha sido cinco veces campe¨®n liguero de Argentina, cuatro veces campe¨®n de Am¨¦rica y una vez campe¨®n del mundo. El Gimnasia gan¨® en 1929 la ¨²ltima Liga amateur y la Copa Centenario de 1993, el ¨²nico a?o en que se disput¨®. La diferencia en el palmar¨¦s profundiza la te¨®rica desigualdad social entre unos y otros.
¡°Dejemos los t¨ªtulos, lo que importa es que somos el club m¨¢s querido en La Plata, el m¨¢s popular, el que mejor representa a la gente¡±, afirma Mariano Ber¨®n, exdirectivo, dedicado ahora a coordinar la incansable hinchada tripera.
Quiz¨¢ Maradona y el Gimnasia estaban destinados a encontrarse. En la memoria tripera permanece un hecho que en su momento pareci¨® banal. En 1984, cuando Maradona estaba y¨¦ndose del Barcelona al N¨¢poles, se present¨® de improviso en un partido del Gimnasia. El rival era el Tigre. El Gimnasia regresaba aquel a?o a Primera Divisi¨®n. A Maradona le faltaban a¨²n dos a?os para ascender a los cielos durante el Mundial de M¨¦xico. El caso es que Maradona fue al estadio El Bosque. Ni ¨¦l recuerda por qu¨¦. En el Gimnasia no lo olvidaron.
¡ª¡°El gran capit¨¢n soy yo¡±.
En agosto de 2019, Diego Armando Maradona es un hombre roto. Ha terminado con el alcohol y la coca¨ªna, pero convalece de una reciente operaci¨®n en la rodilla derecha (le han puesto una r¨®tula artificial), sufre una grave artrosis, arrastra una vieja lesi¨®n en el hombro, tiene el coraz¨®n d¨¦bil y la tensi¨®n arterial por las nubes. Se trata de un hombre de 58 a?os que ha estado al borde de la muerte al menos dos veces y ha castigado a fondo su cuerpo. Los m¨¦dicos prescriben reposo absoluto hasta octubre.
Maradona fue un genio sobre el c¨¦sped y luego se convirti¨® en una estrella de la televisi¨®n argentina, con programas como La noche del 10 y De zurda. Pero hasta la fecha ha desarrollado una carrera mediocre como entrenador. Doce partidos y una sola victoria con el Mandiy¨² (1994), 11 partidos y dos victorias con el Racing de Avellaneda (1995), eliminaci¨®n en cuartos de final del Mundial de 2010 con la selecci¨®n argentina, ning¨²n t¨ªtulo con el Al Wasl de Emiratos (2011-2012), fracaso en el intento de ascender al Al Fujairah a la Primera Divisi¨®n de Emiratos (2017), dos finales de ascenso perdidas con los Dorados de Sinaloa mexicanos (2018-2019).
Pese a la orden de reposo y al escaso brillo de su historial como t¨¦cnico, el agente Christian Bragarnik ofrece los servicios de Maradona a varios clubes argentinos. El m¨¢s necesitado de ellos es el Gimnasia y Esgrima, ¨²ltimo en la clasificaci¨®n, ¨²ltimo en los promedios, casi desahu?ciado tras solo cinco jornadas. Maradona opta por el Gimnasia. Los detalles de su contrato nunca se har¨¢n p¨²blicos. Ciertamente, no cobra los 17 millones de d¨®lares anuales que le pagaban en Emiratos, ni much¨ªsimo menos. Recibe unos haberes variables, de acuerdo con los ingresos que genera su presencia. ¡°Maradona se paga solo¡±, dice Mauro Coronato, exvicepresidente y participante en las negociaciones que concluyeron en su contrataci¨®n. Algo hay de cierto: en tres d¨ªas, el n¨²mero de socios pasa de 30.000 a 33.000; los patrocinadores llaman a la puerta; las camisetas con el nombre de Maradona y el n¨²mero 10 se venden por miles (a casi 50 d¨®lares); el modesto Gimnasia y Esgrima de La Plata aparece en todos los medios del mundo.
¡ª¡°No tengo miedo de que se me caiga la corona¡±.
Maradona se estrena como director t¨¦cnico del Gimnasia y Esgrima el domingo 15 de septiembre frente a uno de sus antiguos equipos, el Racing de Avellaneda. Es la locura. En el peque?o estadio El Bosque, oficialmente llamado Juan Carmelo Zerillo (farmac¨¦utico y presidente del club hace un siglo), no cabe ni un aficionado m¨¢s. Se trata de una construcci¨®n de 1924, de aire modernista, con instalaciones polideportivas (piscina semiol¨ªmpica, canchas de tenis, sala de boxeo) y unas peculiares gradas montadas sobre una estructura met¨¢lica que permiten acoger a 25.000 personas. Cuando est¨¢ vac¨ªo, El Bosque, con su jard¨ªn y su exterior arbolado, resulta casi buc¨®lico. El 15 de septiembre de 2019 es una olla a presi¨®n. Hay c¨¢maras de todo el mundo. Incluso la directiva del Estudiantes, el gran rival, se siente obligada a enviar una delegaci¨®n para rendir pleites¨ªa al ¨ªdolo.
El Gimnasia pierde, 1-2. Pero el entusiasmo no decae. Ese d¨ªa, el Gimnasia descubre lo que significa manejarse con Maradona y su corte. ¡°Una multitud se mueve siempre en torno a ¨¦l¡±, explica el periodista platense Facundo Ach¨¦, que lleva 28 a?os informando sobre el Gimnasia y Esgrima. La directiva instruye a los aficionados: no deben acerc¨¢rsele, no deben tocarle, no deben importunarle. Se fabrica un disfraz de Maradona (lograd¨ªsimo) dentro del cual, durante los partidos, suda Gustavo, miembro de la filial (lo que en Espa?a se llamar¨ªa ¡°pe?a¡±) que lleva el nombre del entrenador. El mu?eco de Maradona realiza tareas de animaci¨®n junto a la mascota tradicional, un lobo (por lo de que el club vive en El Bosque), pero permanece en la banda opuesta a los banquillos: no hay que molestar al rey.
Ni este periodista, ni casi nadie, puede acercarse a Maradona. ¡°Hay que pasar muchos filtros para acceder a ¨¦l, y entonces depende de su humor¡±, admite un directivo. El entrenador no trabaja todos los d¨ªas. En general, su semana va de mi¨¦rcoles a domingo. Es su ayudante, Sebasti¨¢n Gallego M¨¦ndez, quien lleva la gesti¨®n cotidiana. Cuando Maradona acude a un entrenamiento, los periodistas deben irse. ¡°Solo nos han permitido ver una sesi¨®n de trabajo desde que lleg¨® al Gimnasia y no hemos tenido ning¨²n contacto con ¨¦l¡±, explica Ach¨¦. Maradona sigue viviendo en Bella Vista, un conjunto de urbanizaciones de lujo al noroeste de Buenos Aires, y recorre 200 kil¨®metros de ida y 200 de vuelta para acudir a El Bosque. Parece que finalmente est¨¢ a punto de alquilar una residencia en Campos de Roca, una urbanizaci¨®n cerrada cerca de La Plata.
En diciembre, a los tres meses de su llegada, Maradona demuestra qui¨¦n manda. Hay elecciones a la presidencia del club y Gabriel Pellegrino, el hombre que dirige el Gimnasia desde 2016, renuncia a la reelecci¨®n: la instituci¨®n est¨¢ en una p¨¦sima situaci¨®n financiera y el equipo permanece hundido en el fondo de la tabla. Maradona, sin embargo, decide que Pellegrino, el presidente que le contrat¨®, ha de seguir. ¡°Si se queda Pellegrino, se queda Maradona¡±, dice. La afici¨®n entra en p¨¢nico ante la posibilidad de que el ¨ªdolo se vaya. Pellegrino se presenta en el ¨²ltimo minuto y arrasa a sus rivales.
¡ª¡°De aqu¨ª va a tener que sacarme la Gendarmer¨ªa¡±.
Maradona tiene sus compromisos personales y pol¨ªticos. El 22 de enero, justo antes de que recomience la competici¨®n futbol¨ªstica argentina tras la pausa navide?o-veraniega, el ¨ªdolo renqueante viaja a Caracas para saludar a Nicol¨¢s Maduro y expresarle su ¡°apoyo pol¨ªtico¡±. ¡°Venezuela es un ejemplo de dignidad para todos¡±, proclama.
A su vuelta, prosigue la gira triunfal de Maradona: en cada cancha que visita el Gimnasia se rinde homenaje al rey con placas conmemorativas, ovaciones y c¨¢nticos. En el Marcelo Bielsa, el estadio del Newell¡¯s Old Boys (donde Maradona jug¨® brevemente en 1993), le sientan en un trono junto a la banda. Tambi¨¦n en El Bosque dispone de un trono con sus iniciales. La gloria del t¨¦cnico no se contagia al equipo, que sigue hundido en la tabla de promedios, la que suma los resultados de varias temporadas y decide qui¨¦n desciende.
La gente del Gimnasia no cae en el desaliento. A esta hinchada se la llama La 22 porque tuvo como jefe espiritual al Loco Fierro, de nombre real Gustavo Amuch¨¢stegui, muerto en 1991 por disparos de la polic¨ªa de Rosario. El loco en la baraja del tarot se asocia al n¨²mero 22. La 22 ha protagonizado acontecimientos tel¨²ricos (el 5 de abril de 1992, un gol contra el Estudiantes fue festejado con tanta pasi¨®n que el Observatorio de la Universidad de La Plata registr¨® un leve movimiento s¨ªsmico), haza?as discutibles (en 2013 celebr¨® el ascenso quemando una gigantesca bandera de 100 metros robada a los rivales del Estudiantes) e incontables peleas callejeras. Para la Filial Maradona, cada partido empieza temprano, con un asado en un predio de Los Hornos, un barrio popular de La Plata, regado con abundante alcohol; las calles se cortan y los autobuses urbanos desv¨ªan su recorrido. ¡°Llegamos ya calientes a El Bosque¡±, comenta Nano Oliver, jefe de la filial. ¡°A veces hacemos cosas que no deber¨ªamos hacer, pero son cosas que forman parte del folclore del f¨²tbol¡±, se disculpa.
En el descanso de los partidos se canta el himno nacional: ¡°Sean eternos los laureles que supimos conseguir¡¡±. Se aprovecha cualquier ocasi¨®n para reivindicar la soberan¨ªa argentina sobre las Malvinas. Para Oliver, no cabe duda de que el Gimnasia es una instituci¨®n ¡°muy nacionalista¡±, y eso ¡°gusta a Maradona¡±.
La armon¨ªa inmune a las derrotas parece quebrarse el 16 de febrero, cuando el Gimnasia visita el Gigante, la cancha del Rosario Central. Como Maradona jug¨® en el Newell¡¯s, rival rosarino del Central, la afici¨®n canalla se muestra hostil con Maradona. Por primera vez, en lugar de homenaje, hay silbidos y abucheos. Y el Gimnasia pierde de nuevo, 1-0. El rey se desencaja: ¡°Tengo ganas de llorar, pero no lloro¡±, declara. ¡°Habl¨¦ con mis hijas porque est¨¢n preocupadas, tienen miedo de que me ahorque. No voy a ahorcarme, tranquilos¡±. Acto seguido, lanza un inesperado desaf¨ªo al presidente de su club, el hombre que le contrat¨® y al que dos meses antes hizo ganar las elecciones: ¡°Nadie se baja del barco, yo soy el capit¨¢n y me los llevo a todos. Que no se le ocurra al presidente del Gimnasia echarme, porque antes le echo yo a ¨¦l. Quiero renovar, quiero estar con mis muchachos¡±.
Pero la vida sigue. El Gimnasia permanece hundido, con muchas probabilidades de descender a fin de temporada, el 31 de mayo. Maradona mantiene su gloria. El periodista Andr¨¦s Burgo, autor de El ¨²ltimo Maradona, entre otros libros, hace una definici¨®n pragm¨¢tica (potencialmente extensible al conjunto del pa¨ªs) sobre la simbiosis entre el Gimnasia y su venerado t¨¦cnico: ¡°Se juntan un equipo ag¨®nico y la imagen ag¨®nica de Maradona: un equipo en descenso y un entrenador al que le cuesta caminar¡±.
La perspectiva desde el Gimnasia resulta diferente. ¡°Se ha establecido un gran v¨ªnculo sentimental entre el Gimnasia y Maradona; pase lo que pase, la afici¨®n le estar¨¢ siempre agradecida¡±, opina el periodista Facundo Ach¨¦.
En el predio de Los Hornos, un grupo de triperos, lata de cerveza en mano, lo explica de otra forma: ¡°Nos da igual perder, nos da igual bajar, ?no se dan cuenta de que teniendo a Maradona entramos en la historia?¡±.
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