El virus y el lenguaje militar
No hay trincheras, ni primera l¨ªnea. Ni siquiera, enemigo. Solo es un virus
La Covid-19 no es el nombre en clave de un Ej¨¦rcito extranjero. Carece de armas y aviones. No tiene banderas ni ideolog¨ªa; tampoco habla idiomas. El virus desconoce el significado de una frontera, solo sabe que el cuerpo humano es un buen lugar para sobrevivir y propagarse. Es absurdo iniciar una rueda de prensa con un ¡°sin novedad en el frente¡± porque no existe ese frente. Nada avanza sobre nuestras posiciones. No hay trincheras, ni primera l¨ªnea. Ni siquiera, enemigo. Solo es un virus. El abuso del lenguaje militar desv¨ªa la atenci¨®n sobre dos asuntos clave: nuestra responsabilidad en el estallido y la gesti¨®n de la pandemia.
Estamos ante una crisis monumental que desnuda las miserias de un sistema que se cre¨ªa intocable. Las desgracias suced¨ªan al otro lado de los muros y las concertinas, del Telediario y de nuestra conciencia. En toda situaci¨®n extrema, y esta lo es, hay h¨¦roes y miserables. Es la condici¨®n humana.
No podemos decir que estamos en guerra con la nevera llena, reservas de papel higi¨¦nico para mil diarreas, agua caliente, calefacci¨®n, Internet de banda ancha, v¨ªdeollamadas, Netflix, HBO y otros. No es una guerra si un gran almac¨¦n o las tiendas del barrio te pueden llevar la compra a casa. Hasta es posible encargar c¨¢psulas de Nespresso y pasear al perro.
Es un insulto para millones de personas que padecen la verdadera guerra, sea en Siria, Yemen, Libia, Nigeria o Somalia. Es una trivializaci¨®n egoc¨¦ntrica y primermundista. Hay otros millones que mueren de enfermedades olvidadas para las que no existen vacunas porque los pobres no son rentables. Cada d¨ªa fallecen 8.500 ni?os sin nombre ni apellido a causa de la desnutrici¨®n. En 2017, murieron 6,3 millones de menores de 15 a?os por causas que se pueden prevenir. Son datos de la OMS, el Banco Mundial y Unicef.
Decimos que nuestro personal sanitario lucha contra un enemigo poderoso y desconocido, y que lo hace sin munici¨®n. Es una buena imagen que refleja la realidad, pero que nos distrae de exigir responsabilidad a los que consideraron la salud p¨²blica como un gasto, no como una inversi¨®n. Si no tenemos armas, por seguir el lenguaje en boga, es porque las privatizaron.
Sunsan Sontag escribe en El sida y sus met¨¢foras que el abuso del lenguaje b¨¦lico es inevitable en una sociedad capitalista en la que no cotizan al alza las consideraciones ¨¦ticas. El lenguaje guerrero permite reclamar los mayores sacrificios, incluso la p¨¦rdida de libertad individual.
Estamos ante el mayor desaf¨ªo desde 1945, como dijo Angela Merkel. El problema es que no tenemos un Roosevelt o un Churchill, sino un Trump que da por buena la cifra de 100.000 muertos en EE UU para otorgarse un sobresaliente en la gesti¨®n de la crisis. Si superara los 150.000, tendr¨ªa m¨¢s fallecidos por coronavirus que estadounidenses muertos en la Primera Guerra Mundial. No parece la mejor publicidad en un a?o electoral.
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